La misteriosa realidad – .

El mayor elogio que se le puede dar a la realidad es este: ser misteriosa. La vida es, al igual que la muerte. Acaba de inaugurarse en Madrid una exposición especial, la primera antología de Isabel Quintanilla, pintora realista. YEl realismo te deja frío, es cierto, y el hiperrealismo aún más, te deja sin salida. Sin embargo, el éxito que están teniendo estos cuadros, un tanto obstaculizados por la multitud, sólo puede explicarse por esto: parecería que hoy, más que nunca, nos invade una sed de realidad. La vida nos ha vuelto tan irreales, tan invisibles, invisibles sin misterio, que necesitamos que alguien nos recuerde de qué mundo venimos, cómo somos y quizás, si nos esperan, adónde acabaremos yendo. El reencantamiento del mundo, también el nuestro, pasa por la realidad.

La exposición se presta a algunas consideraciones fuera del arte. Quintanilla era la esposa del escultor Francisco López. Amalia Avia y María Moreno eran de los pintores lucio muñoz y Antonio López, respectivamente; y esperanza paradadel hermano de francisco, Julio, también escultor, todos compañeros de la Escuela de Bellas Artes. Formaron una pequeña familia de artistas a los que se les empezó a llamar los “realistas madrileños”, ya que todos ellos, excepto Muñoz, eran realistas. Pintaron los mismos temas humildes. y modelaron al mismo pueblo común, abrumado y encogido. Sobrevivieron juntos en tiempos difíciles para ellos, no sin arrastrar por los bulevares cosmopolitas de la modernidad algún que otro sambenito: para algunos no eran más que amantes de las malas costumbres. En un mundo donde el arte abstracto estaba de moda, ¿qué snob querría meter en su mansión la miseria, la eterna pobreza del Madrid que representaban?

“En un mundo donde la moda era el arte abstracto, ¿qué snob querría meter en su mansión la pobreza de los realistas madrileños?”

Y aquellas cuatro mujeres eran aún más discretas que sus consortes: se hacían a un lado para favorecerlas. Tres continuaron pintando de manera aislada. El cuarto, Parada, el más poético de los cuatro, lo abandonó muy pronto. Allí también se pueden contemplar algunas obras de todos ellos.

María Moreno recordó, unos años antes de morir, la renuncia que había hecho para que su marido pudiera brillar, y lamentó el deterioro de su propio trabajo. Su absoluta confianza fue impresionante, el óxido de esa amargura. Independientemente del motivo o no (quién puede saber lo que pasa detrás de la puerta de una casa que también sirve de estudio), Sus pinturas ahora se consideran testimonio de su terrible experiencia..

En general el arte de todo el grupo es algo lúgubre, aunque no por las temáticas. Los temas no importan. La luz puede ser triste o alegre sin dejar de ser luz. Cuando Ramón Gayá, pintor figurativo, le preguntaron una vez sobre cierto pintor realista de ese grupo, respondió que no lo entendía, le parecía, dijo, “un pintor abstracto”. Era una forma delicada de decir “banal”. ¿Cuántas veces la abstracción va más allá de lo banal, la decoración?. En esta época decir alta cultura es muchas veces decir alta decoración, y la banalidad ataca entonces a la alegría, como el gusano al corazón de la manzana. “Se vuelven abstractos para parecer profundos”, dijo. Jouberty otros se vuelven realistas porque parecen abstractos. Sin embargo, a veces, como en kleeafortunadamente la poesía hace inexpugnable su abstracción.

Sin poesía no hay arte, y sin arte la vida no tiene sentido, y acaba siendo sólo un envoltorio. La definición más bella, breve y clara de poesía es Goethe: “La poesía es una alegría desbordante”, celebración. No hay vida sin realidad ni realidad sin alegría. dilo Soláriumque lo encontró bajo la costra mugrienta que retrató y que proviene de aquel niño angelical de Vallecas que pintó Velázquez…Estos realistas madrileños son sus nietos, quiero decir sus huérfanos.

El tiempo ha acabado igualando su trabajo, ellos con ellos, ellos con ellos, una vida oscura, silenciosa y paciente. Sabían, en los tiempos de sordos, mudos y ciegos que les tocó vivir, esa realidad, como decían Galdós, “ella es la gran inventora, la maestra siempre fecunda y siempre original”. Cada uno a su manera buscaba ese misterio. Creo que la multitud que visita esa exposición también busca el misterio que cada persona lleva consigo. Emily Dickinson Lo dijo, como todo en ella, de manera misteriosa: “Lo sobrenatural no es más que lo natural revelado”.

 
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