la ruta del graffiti más tradicional – .

El libro ‘Guía de arte urbano en Madrid’ recorre la historia de la región a través de los murales callejeros más singulares.

“Bienvenidos a la historia menos contada de las calles de Madrid”. O lo que es lo mismo, el de los graffitis y muestras de arte urbano que deambulan -a veces a escondidas, otras a la vista- por mil y un rincones de la capital. Con esa frase invita Javier Abarcarespetado pionero del graffiti español, para profundizar en el protagonistas, curiosidades, leyendas (mujeres negras incluidas) y barrios que marcaron (y siguen marcando) el día a día de estos movimientos a través de su libro Guía de arte urbano en MadridPublicado recientemente por la editorial Anaya Touring.

Lo hace con mucho conocimiento de causa, ya que el estilo refinado y personal de Abarca como artista callejero No sólo marcó a toda una generación desde aquellos años 80 en los que explotó el graffiti. También fue profesor de la primera asignatura universitaria del mundo dedicada a este campo.

El mono pensativo de Noaz. YO G

Lo dio en el Complutense de 2006 a 2015, un hito que sirvió para “recuperar” la importancia de un género muchas veces denostado. “El graffiti maneja un fuente cerrada que hay que conocerlo para poder apreciarlo. Por eso no todo el mundo ha llegado a entenderlo, a diferencia del arte urbano, que está dirigido a un público general, lo que lo hace mucho más comprensible”, explica el autor a modo de diferencia.

Ambos son los protagonistas de este guía tradicional, dividido en 15 capítulos que buscan dar “las claves para disfrutar del arte callejero”, ahondando en aspectos “subculturales, sociales, históricos y geográficos”. De ahí que en su 288 páginas hay espacio para relatos propagandísticos, obras de la Transición, trampantojos y la época de la Movida, encabezados por los icónicos murales que el alcalde Enrique Tierno Galván Encargó al diseñador gráfico Alberto Corazón para la Plaza de Puerta cerrada, destacando la figura de un simpático gallo cocinero. Tampoco faltan los principales centros de graffiti –desde Lavapiés hasta Malasaña, La Latina (ojo con el mercado de Cebada), Azca, Carabanchel, Alcorcón o Móstoles– o incluso el pinturas negras de Francisco de Goya. No en vano, en su origen, fueron creados como murales dibujados en las paredes de yeso de la quinta del sordola residencia de los aragoneses en el barrio de Puerta del Ángel.

Fachada del Mercado de Cebada. PERSIANA

Merece mención aparte Juan Carlos Argüello, alias Muelle, el grafitero más famoso de la ciudad, al que Abarca dedica un episodio entero. “Fue, a su manera, un genio del marketing“, dice frente a una de sus obras en la calle Montera, a unos pasos de Sol, donde este “punk de barrio [Campamento] quien tocaba la batería” estampó su famosa firma, marca registrada de la casa.

Lo que empezó como un juego (escribir su apodo en las paredes) acabó convirtiéndose en una leyenda. Hasta el punto que la prensa incluso afirmó que Muelle era “tan típico y conocido como la propia Cibeles” o “tan emblemática como el Oso y el Madroño”, estatua en la que dejó su huella. El escritor Francisco Umbral fue más allá y la describió como “la firma del Madrid posmoderno”.

Obra de Muelle en la calle Montera. YO G

El libro también analiza otros representantes como E1000, Wolf, Eltono, Suso 33 o SpYcuyas obras furtivas todavía pueden verse en algunos casos, mientras que otros han pasado por la feria de arco. No debemos olvidar los arqueros, grupo al que pertenecía Abarca, “firmas nativas” seguidoras de Muelle que utilizaban la flecha de forma estilística y “muy divertida”, concluye.

CHUECA El mundo animal. Después de varias limpiezas, el mono pensativo tituló ‘¿En qué piensan los políticos?’ del artista Noaz se sigue imprimiendo en la parroquia de San José (Alcalá, 143) desde 2006.

CALLAO Con la mirada fija. Otra de las obras sigilosas que ha sufrido tres reformas de fachada es la escultura en forma de rostro junto al actual restaurante De María, en la calle Preciados.

CORRIENTES El competidor de Muelle. El mito Campamento recibió un rival en 1986, Bleck the Rat, que adoptó el nombre de un artista francés, convirtiéndose en una leyenda de la época. Su firma estuvo por todo Madrid.

Metro Metro. Los suburbios eran el objeto graffiti por excelencia, sobre todo por las flechas. Los carteles publicitarios de las estaciones fueron el principal objetivo, pero también los vagones e incluso los túneles.

Portada del nuevo libro.

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