La imagen de GARA, un grito al cielo que explotó desde el alma misma de Oteiza

La imagen de GARA, un grito al cielo que explotó desde el alma misma de Oteiza
La imagen de GARA, un grito al cielo que explotó desde el alma misma de Oteiza
Imagen creada por Jorge Oteiza para GARA. (Jorge OTEIZA)

Fermín Munarriz estaba inmerso entre otros en la búsqueda de esa imagen y decidieron recurrir a uno de los mejores artistas de todos los tiempos: Jorge Oteiza. El camino hacia Oteiza no fue fácil, la fuerza que emanaba constantemente el genio oriotarra podía convertirse en tormenta en cualquier momento.

Dos grandes amigos de Oteiza, Josu Txapartegi ‘Txapas’ y Fernando Larruquert, abrieron el camino al artista. Con ellos Munarriz se acercó a su casa de Zarautz. Desde la ventana se veía el mar, que amenazaba tormenta, imitando a Oteiza que, cigarro en mano, escuchaba las explicaciones sobre el cierre de ‘Egin’ y el proyecto GARA. La ira y la rabia brotaron de lo más profundo del alma del artista, quien comenzó a visualizar en su mente la imagen con la que iba a vestir el nuevo proyecto. Fue un proceso de varias semanas, de hacer y deshacer, de buscar hasta encontrar la imagen de GARA. Un logo que el propio Jorge Oteiza completó de forma totalmente artesanal -con tijeras, violonchelo y papeles de fotocopiadora velados- encima de su mesa de trabajo.

Confeccionado el potente logo, le propusieron a Oteiza completarlo con un poema suyo –“…la mano se ve obligada a descansar, pero el trigo sigue creciendo…”– traducido al euskera. Le pareció genial, porque aunque parecía estar continuamente en peligro de explotar, cuando conectaba con un proyecto derrochaba entusiasmo y colaboración. Esto es lo que pasó con la imagen de GARA. Xalbador Garmendia acercó la voz de Oteiza al euskera de forma exquisita: «…galburu berriak tai gabe ari dira hazten»y el propio Oteiza, de su puño y letra, bordó con furia la imagen de GARA.
A continuación, la crónica firmada por Fermín Munarriz en el suplemento especial por la muerte de Jorge Oteiza que se publicó en GARA en abril de 2003.

Algo debemos hacer (o cómo Jorge Oteiza creó la imagen de GARA)

Un cielo plomizo cubría el mar Cantábrico aquella mañana de septiembre de 1998. Jorge Oteiza lo escudriñaba intermitentemente a través de la ventana de su despacho mientras seguía las explicaciones del nuevo proyecto periodístico que se estaba gestando. Saboreó a sorbitos un café solo en una tacita de porcelana servido por la imprescindible Begoña y dio unas caladas a un puro Don Julián. Parecía intranquilo. A pesar del delicado estado de salud de aquellos días, con su continua sudoración, el maestro parecía contener la misma amenaza de tormenta que se anunciaba en el horizonte occidental. Y eso aumentó nuestra ansiedad. Hasta que, al final, se desató la furia, la rebelión, el mismo desafío con el que la Piedad del frente de Arantzazu pidió a Dios explicaciones por su hijo, Txabi Etxebarrieta, muerto a sus pies.

«¡No hay ningún derecho! –exclamó con un tono de voz granate que no parecía corresponder a aquella pequeña figura sentada al otro lado de la mesa–. ¡No se pueden cerrar los periódicos! ¡Tenemos que hacer algo! ¡Ahora mismo!”. El zarautzeño Josu Txapartegi ‘Txapas’, amigo y cómplice de algunos buenos momentos del escultor orio-tarrano, intentaba ahora atemperar la tormenta del maestro, que con sus arranques de humor y teatralidad buscaba espías escondidos entre sus y se propuso enérgicamente crear una imagen, un icono, que identificara para siempre a aquel periódico que se estaba creando. Y dicho y hecho.

Tras analizar diferentes piezas de su obra, el propio Jorge Oteiza propuso una como base: ‘Homenaje a Galíndez’. Sin embargo, había un nuevo problema que resolver. El original era una pequeña pieza tridimensional y hubo que transferirlo a papel plano. Una botella de excelente vino a la hora del aperitivo alrededor de la mesa repleta de libros, papeles y cartulinas con notas manuscritas abrió el camino al siguiente paso.

Sería el entusiasta Fernando Larruquert, admirado amigo del escultor y también maestro de la fotografía del país, quien plasmaría en una colección de fotogramas todas las opciones que la escultura podía ofrecer en dos planos. Fueron días de bullicio, de un constante ir y venir de impresiones, fotografías y bocetos, hasta que Oteiza tuvo en sus manos las propuestas visuales de Fernando. Tras revisarlas una y otra vez, el genio oriotáno seleccionó una. «Aquí está – dijo, señalando una de las imágenes en blanco y negro –, esta es la fuerza de dos brazos que gritan hacia arriba, que no se rinden y que permanecen siempre abiertos para acoger en su seno. Pero tenemos que trabajar más en ello”.

En esta ocasión le tocó el turno al artista irruñeo Jorge Martínez. Con el original fotográfico en sus manos y el ordenador como herramienta, descompuso la imagen fotográfica en planos y preparó el material para el profesor.

De nuevo frente a la ventana que mira al oeste sobre los tejados de Zarautz, una tarde de octubre el escultor comenzó a jugar con la figura con la pasión y capacidad de disfrute de un niño. Pidió un marcador negro, papel de copia borroso, unas tijeras y un rollo de cinta adhesiva. «Esto se parece a mi ropa interior, debemos tapar esta línea, cortar un poco la base y estirar un poco más el brazo… más papel… es mejor así, pero necesitaríamos estilizar más esto… ¿qué tiene de malo? este marcador? ¡Joder!… así tiene más fuerza… más papel negro, Txapas… ¡estas tijeras no cortan bien!… más violonchelo… aquí… ahora podemos hacerle un pitilín aquí, ¡ja, ja!… hummm…otra tira de papel negro !… ¡No! ¡más delgado!… aquí vamos a abrir más el espacio… esto es demasiado largo… hummm, mejor arriba… ahí… sí… ¿ves?, está diciendo “ésta es” la fuerza de los vascos que nunca se rinden en el frente a la adversidad”. Jorge Oteiza acababa de plasmar con sus manos la imagen y el espíritu que acompañaría a la mancheta GARA desde su nacimiento.

Pero faltaba el toque final, el que dejaría impreso en la letra del mayor artista vasco de todos los tiempos el sueño de aquella oleada de miles de personas que hicieron posible este diario suyo. Una estrofa manuscrita del poema ‘Te miro antes de irme’ del propio Oteiza, exquisitamente traducido al euskera por Xalbador Garmendia, impregnaba con tinta indeleble el mensaje que dejó como legado al nuevo diario: «…galburu berriak tai gabe ari dira hazten…» (…el trigo sigue creciendo…).

Honi buruzko guztía: 1998

 
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