“La prioridad es la luz de doble exposición que crea sombras y volúmenes llenos de poesía” – .

En el salón, en el sofá. Erasmose encuentran litografías de Sanae Ando, ​​Ivan Chermayeff, Xavier Corberó y Adolfo Estrada, adquiridas en una galería de su querido Cadaqués tras la muerte del arquitecto británico Peter Harnden, afincado en la localidad costera a finales de los años cincuenta. Sobre la mesa, escultura de Pep Codó.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Un edificio con pedigrí

Y la luz es, sin duda, la gran protagonista del espacio, además del elemento decorativo más importante de este piso ubicado en un edificio que diseñó Ricardo Bofill cuando apenas tenía 20 años. “Con un entramado de ladrillo rojo, que recuerda a la más pura tradición catalana, con unas divertidas gárgolas triangulares y chimeneas en homenaje a Antoni Gaudí, Da a dos calles y a una plaza redonda en chaflán. Al principio estaba dividido en dos zonas, una de vivienda social y otra privada, por lo que tiene dos entradas con diferentes estilos”, explica.

Escultura Mamáde Jesús Vilallonga, y mesas TDMV.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Otra vista del comedor: sobre la estantería, escultura de yeso El esclavo, de Miguel Ángel; y a la derecha, lámpara Biagio, de Tobia Scarpa para Flos. De nuevo la mesa de mármol Estatua de Calacattadiseño de TDMV, acompañado de dos sillones Calvet y dos sillas Batllóambos de Antoni Gaudí.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Las vistas más bonitas de Collserola

Heredado de su etapa en el estudio de Meier, el uso de acabados blancos une las estancias de este ático dúplex de 150 m2 y dos terrazas con vistas a la sierra de Collserola. El pavimento de microcemento blanquecino y las paredes de estuco a la cal semimate acompañan todo el recorrido. La piscina de la planta superior hacía que los techos fueran bajos, lo que Bofill solucionó creando una media caña donde desaparecen las esquinas del falso techo. “Son como un trampantojo, un detalle increíble y efectivo”dice Vilallonga. Una chimenea en el eje, flanqueada por sofás. Erasmo en cuero, de Afra y Tobia Scarpa, configura un espacio apartado que invita a socializar. Y en sentido contrario, unas sillas Gaudí rodean la mesa del comedor que Marta diseñó en mármol veteado de Calacatta. estatuarioen contraste con el del suelo, en un blanco riguroso.

Cabecero de mármol y espejo con objetos decorativos.

Sobre la cama, escultura. Nen y grabado de Eros, ambos de Jesús Vilallonga; y dibujo al carboncillo y plomo del artista Joaquim Sunyer.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Vestidor crema y puf naranja

El vestidor, situado en la primera planta, que da acceso al dormitorio principal.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Dormitorio color crema

En la habitación de invitados, y con el objetivo de aprovechar la vista de la sierra de Collserola, Marta desdobló el paisaje colocando un espejo para contemplar la montaña desde la cama.

© Salva López / Producción: Ana Rojas

Un futuro prometedor

En la planta superior se encuentra la maravillosa biblioteca, que hoy en día también se disfruta como cine. “En el dormitorio principal hice mover la ventana a los pies de la cama para colocar una bañera de mármol con frente circular”, recuerda. Sobre el techo curvo del vestidor, un volumen geométrico de yeso ilumina la estancia. Y al lado de la cocina, un oficina comedor, también blanco y con espejos: “Ricardo y yo pasamos muchos fines de semana aquí, y este rincón nos dio tranquilidad”. Como guinda del pastel, las chimeneas homenaje a Gaudí coronan las terrazas como un estandarte en honor a la tradición cultural de la ciudad que dominan. Ella, de hecho, se muestra optimista sobre el panorama creativo actual en la capital catalana: “Hay mujeres jóvenes con mucho talento, como Júlia Esqué o las fundadoras de Cierto Estudio. Pero me temo que las redes sociales tienden a estandarizar los contenidos, y hoy me cuesta más ver la diferencia entre un diseñador de Londres, Milán o aquí. Aún así, Creo que el diseño barcelonés tiene una sencillez única en sus líneas”.

En un presente tan inundado de conceptos, referentes e ideas, Marta confiesa: “A veces necesito espacios neutros, como el salón de un amigo tuareg en Tamanrasset (Argelia), donde sillas dispares se hunden en la arena; un lugar sin diseño”. Una imagen para soñar.

 
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