Un edificio con pedigrí
Y la luz es, sin duda, la gran protagonista del espacio, además del elemento decorativo más importante de este piso ubicado en un edificio que diseñó Ricardo Bofill cuando apenas tenía 20 años. “Con un entramado de ladrillo rojo, que recuerda a la más pura tradición catalana, con unas divertidas gárgolas triangulares y chimeneas en homenaje a Antoni Gaudí, Da a dos calles y a una plaza redonda en chaflán. Al principio estaba dividido en dos zonas, una de vivienda social y otra privada, por lo que tiene dos entradas con diferentes estilos”, explica.
Las vistas más bonitas de Collserola
Heredado de su etapa en el estudio de Meier, el uso de acabados blancos une las estancias de este ático dúplex de 150 m2 y dos terrazas con vistas a la sierra de Collserola. El pavimento de microcemento blanquecino y las paredes de estuco a la cal semimate acompañan todo el recorrido. La piscina de la planta superior hacía que los techos fueran bajos, lo que Bofill solucionó creando una media caña donde desaparecen las esquinas del falso techo. “Son como un trampantojo, un detalle increíble y efectivo”dice Vilallonga. Una chimenea en el eje, flanqueada por sofás. Erasmo en cuero, de Afra y Tobia Scarpa, configura un espacio apartado que invita a socializar. Y en sentido contrario, unas sillas Gaudí rodean la mesa del comedor que Marta diseñó en mármol veteado de Calacatta. estatuarioen contraste con el del suelo, en un blanco riguroso.
Un futuro prometedor
En la planta superior se encuentra la maravillosa biblioteca, que hoy en día también se disfruta como cine. “En el dormitorio principal hice mover la ventana a los pies de la cama para colocar una bañera de mármol con frente circular”, recuerda. Sobre el techo curvo del vestidor, un volumen geométrico de yeso ilumina la estancia. Y al lado de la cocina, un oficina comedor, también blanco y con espejos: “Ricardo y yo pasamos muchos fines de semana aquí, y este rincón nos dio tranquilidad”. Como guinda del pastel, las chimeneas homenaje a Gaudí coronan las terrazas como un estandarte en honor a la tradición cultural de la ciudad que dominan. Ella, de hecho, se muestra optimista sobre el panorama creativo actual en la capital catalana: “Hay mujeres jóvenes con mucho talento, como Júlia Esqué o las fundadoras de Cierto Estudio. Pero me temo que las redes sociales tienden a estandarizar los contenidos, y hoy me cuesta más ver la diferencia entre un diseñador de Londres, Milán o aquí. Aún así, Creo que el diseño barcelonés tiene una sencillez única en sus líneas”.
En un presente tan inundado de conceptos, referentes e ideas, Marta confiesa: “A veces necesito espacios neutros, como el salón de un amigo tuareg en Tamanrasset (Argelia), donde sillas dispares se hunden en la arena; un lugar sin diseño”. Una imagen para soñar.