Un paseo por la arquitectura en Valencia, más allá del espectáculo – .

En una escena de ‘Hannah y sus hermanas’, uno de los personajes, arquitecto de profesión, invita a los protagonistas de la película de Woody Allen a un paseo por sus iconos favoritos de Manhattan. Es una secuencia hermosa, para mayor gloria de la alta arquitectura que se encuentra en Nueva York. Una especie de guía improvisada, con algún que otro cicerone, para conocer los secretos de algunos magníficos edificios y apreciar más plenamente el talento y el ingenio de sus autores. La ‘Guía de Arquitectura de Valencia’ que acaba de publicar el Colegio Territorial de Arquitectos, juega ese mismo papel. Y Málek Murad, vicepresidente de la entidad colegiada, encarna para este reportaje de LAS PROVINCIAS el papel que jugó Michael Caine en aquella maravillosa película: a través de sus palabras observaremos Valencia con otros ojos y entenderemos el mensaje subyacente que contiene la publicación. Es decir, que la arquitectura valenciana merece una mirada global y transversal, porque sus hitos más espectaculares (al ser de destacada calidad) eclipsan un bosque repleto de magníficos ejemplos de una arquitectura actual que abraza también la excelencia.

Nuestro viaje comienza. Murad advierte que “todas las obras de la guía han sido sometidas a examen por un comité compuesto mayoritariamente por arquitectos, evaluando su contexto histórico, valor arquitectónico, significación en el entorno, autoría y, en el caso de las representaciones más “modernas, la premios obtenidos y otros significados relevantes”. Hecha esta aclaración, añade otra nota que ayuda a comprender el conjunto de la publicación: «Hemos repasado especialmente los edificios cuya autoría era de un arquitecto desconocido hasta ahora, siendo de gran ayuda el libro ‘Arquitectos con una Huella’, de Alberto Peñín y Paco Taberner, editado por la Academia de San Carlos, que ha permitido descubrir arquitectos y arquitectas y obras desconocidas hasta la fecha.

Estos principios anteriores animan a leer la guía como la suma de la influencia de todos los estilos arquitectónicos que han pasado por la historia en nuestra ciudad. “Tenemos referentes a nivel mundial, como la Lonja de la Seda, Patrimonio de la Humanidad, representativa del gótico flamígero”, observa Murad, quien precisa: “Más que un estilo valenciano, estaríamos hablando de cómo los sucesivos estilos han trascendido a nuestra zona, manifestándose variaciones, lógicamente, debido a nuestro clima, la disponibilidad de materiales de construcción, o el conocimiento de las técnicas constructivas, así como otros parámetros locales diferenciadores. Este itinerario histórico acaba condicionando (para mejor, por su singularidad) el modelo arquitectónico que hoy nos acompaña en Valencia, hasta el punto de que la guía funciona como una atalaya para comprender la evolución que ha seguido la ciudad desde la anterior edición. “Se han introducido nuevos edificios, se han eliminado otros… Partimos de una edición de 300 obras”, recuerda Murad, “ampliada en esta ocasión a 631, lo que ha requerido un importante esfuerzo de recopilación, selección y catalogación”.

Edificio Moroder, de Fisac; la ex facultad de Derecho, Moreno Barberá; y antiguo Banco de Valencia, de Goerlich.

Esta lectura complementaria que ofrece la guía, más allá de servir como contenedor cuantitativo de la arquitectura reciente, permite interpretar la fisonomía actual de Valencia desde un punto de vista cualitativo, donde cristaliza la intención del Colegio de incluir “numerosos espacios urbanos”. Es decir, “no sólo edificios, sino parques y jardines, plazas, como la plaza del Ayuntamiento, y conjuntos que aglutinan múltiples referentes, como los cascos urbanos históricos, la Universidad Politécnica o La Marina”. Este último caso que cita Murad es muy pertinente para nuestro caminar: incorporar a la perspectiva contemporánea los aportes más recientes, aún esperando ser ennoblecidos por el paso del tiempo. Una tarea para nuestros descendientes: cuando ponen en valor edificios como el mencionado en La Marina (del estudio Erre Arquitectura, responsable también de otros ejemplos incluidos en la guía, como el Centro de Arte Hortensia Herrero) o piezas que corren el riesgo de pasar más desapercibidas porque todavía les falta el brillo que les dará mañana su propia evolución.

Es el caso de edificios que renuevan nuestra idea de tipología doméstica, como el edificio Porta de la Mar, llamativo referente ciudadano de AIC Equipo, o la Ciudad Ros Casares (debido al dúo Mark Fenwick-Javier Iribibarren). O el conjunto de viviendas firmado por Iñaki Ábalos en compañía de Sentkiewicz AS en Sociópolis. Y así ocurre también con otros ejemplos de esplendor arquitectónico como la rehabilitación del hotel Palau de la Mar, cuyo autor es Javier Domínguez. La lista es interminable: cada lector de la guía puede trazar su propia ruta, una alternativa a la recomendada por Malek Murad, cuyo hermoso colegio Apóstol Santiago se incluye, que firmó con María García, y anota otras sugerentes sugerencias. ¿Cuál es? Algunos emblemas conocidos, como la Facultad de Derecho de Fernando Moreno Barberá, el Mercado Central (obra de Alejandro Soler, Francisco Guardia y Enrique Viema) o, más recientemente, el Muvim, del que Guillermo Vázquez Consuegra es autor. “O cualquier edificio de Goerlich”, añade, en alusión al prolífico y brillante legado que nos dejó el autor de, entre otros iconos ciudadanos, la Casa Barrachina o el colegio Luis Vives. O el monumental encargo para el entonces Banco de Valencia.

Muvim, obra de Vázquez Consuegra; renovación del hotel Palau de la Mar, de Javier Domínguez; Edificio residencial Porta de la Mar, de AIC Equipo.

Nuestro paseo se resuelve, como se puede deducir, de forma muy panorámica. Tesoros del pasado conviviendo con proyectos más recientes, que se mezclan con el legado de los Calatrava, Bofill, Foster, Chipperfield y compañía: los mejores arquitectos del planeta han pasado por Valencia y el resultado es espectacular, ese adjetivo relacionado con el sustantivo espectáculo que en ocasiones se utiliza de forma peyorativa para etiquetar su arquitectura. Un punto de vista que Murad no comparte. Advierte que asociar la arquitectura a la figura del autor es una tendencia que se viene notando “desde hace varios siglos”, aunque acepta que ese vínculo se “subraya en las últimas décadas, especialmente en las obras promovidas por el poder público”. Y a los casos de todas esas estrellas de la arquitectura global que la guía contiene otros, también de altísimo nivel, como el Palau de la Música, de José María García de Paredes, la rehabilitación del edificio Bankinter de Rafael Moneo junto con Ramón Bescós o el edificio Moroder, cumbre del estilo brutalista: una obra de Miguel Fisac ​​situada en la plaza Tetuán.

Ejemplos que respaldan su resumen de la guía y de nuestro paseo, que ya concluyó. “Son grandes aportaciones que enriquecen nuestro patrimonio arquitectónico y han servido de referencia para los arquitectos locales, cuya amplia trayectoria profesional y experiencia”, continúa, “contribuyen a embellecer nuestra ciudad al tiempo que facilitan edificios más habitables y funcionales”. Unas palabras del propio Michael Caine que sirven de resumen del recorrido y que resumen el mensaje central de la guía, cuyas páginas se abren con una frase que también está inscrita en el frontispicio de esta improbable secuela de ‘Hanna y sus hermanas’. : ‘Al viajero de ayer, de hoy y de mañana’.

 
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