“Tiene éxito porque es un espejo perfecto de la nación colombiana” – .

“Tiene éxito porque es un espejo perfecto de la nación colombiana” – .
“Tiene éxito porque es un espejo perfecto de la nación colombiana” – .

Lo dramatizado es el género que traspasa la línea temporal en 70 años de televisión nacional. / Ilustración de Jonathan Bejarano

Foto: Jonathan Bejarano.

La televisión en Colombia se inauguró la noche del 13 de junio de 1954. Desde aquella primera vez, la literatura, el teatro y la radio coincidieron en esa caja que transmitía imágenes y sonidos. No sólo un pedazo de la Biblioteca Nacional se convirtió en el primer estudio de televisión aquella noche de junio, sino que también algunos libros de sus estanterías comenzaron a ser parte de la inspiración para crear los primeros programas de televisión.

El niño del pantano, obra adaptada de un cuento original de Bernardo Romero Lozano, se convirtió en la primera dramatizada y dio vida a lo que luego se conocería como teleteatro. “La televisión representó un desafío no sólo tecnológico, sino también artístico, de cómo montar un plató, de cómo crear un programa, de cómo llenar una agenda de programas y en eso fue maravillosa la creatividad de aquellos primeros pioneros”, afirma Luis Alfonso Rodríguez, historiador. y jefe de gestión cultural de Señal Memoria de RTVC, el sistema de medios públicos.

Además del teatro, los primeros creativos televisivos se apoyaron en la radio, que ya contaba con la radionovela desde finales de los años 1930. Voces de la época aterrizaron en los dramas televisivos, “pero el origen radiofónico de los actores se convirtió en un obstáculo a la hora de generar una performance que girara en torno a la voz”, explicó Clemencia Rodríguez, académica y una de las autoras del libro Colombia en el espejo: 70 Años de televisión, editado por Omar Rincón, María Paula Martínez y Luisa Uribe.

Eduardo Gutiérrez, profesor de la Universidad Javeriana y quien también escribió uno de los capítulos del libro, habló con El Espectador sobre el contexto histórico en torno a la televisión. “El desarrollo de la industria en Colombia tiene una fuerte influencia de Estados Unidos y Cuba. Aquí vinieron a hacer su trabajo los técnicos cubanos que no habían tenido éxito en sus canales. De ahí obtenemos narrativas, tecnologías y formas de hacer televisión”.

Las primeras obras televisadas sólo quedaron en la memoria de quienes las vieron, ya que aún no existían los mecanismos para grabar y transmitir por televisión al mismo tiempo. Con el paso de los años, el dispositivo receptor se convirtió en un electrodoméstico más y se perfeccionaron los métodos de transmisión.

Así como creció el número de televisiones, también crecieron las dramatizadas, que de las obras en vivo pasaron a lo que hoy conocemos como seriales y telenovelas, siendo este último género el más popular entre la audiencia. Según Dago García, guionista, productor y vicepresidente de producción y contenidos de Caracol Televisión, “la telenovela es una historia de amor complicada, pero con final feliz. Va de la mano, aunque no es lo mismo que el melodrama, que es un género dramático que tiene ciertas regulaciones, pero en el que la telenovela encaja muy bien”, dijo en entrevista para El Espectador.

García, que ha escrito y producido telenovelas como Pedro, el Escamoso, Pecados capitales y La saga, negocio de la familia, cita a otro de los grandes creativos de la televisión para explicar el concepto de telenovela. “Fernando Gaitán (creador de Yo soy Betty, la fea) lo dijo muy bien: la telenovela es la historia de una pareja que quiere estar junta y un libretista que no quiere dejarlos”. Destaca la importancia del melodrama y la dramaturgia para la televisión, y también destaca los relatos literarios en la pantalla chica. “La relación entre televisión y literatura ha sido muy estrecha, se han adaptado muchas obras. De hecho, en los años 90 hubo una especie de boom. Se realizaron adaptaciones de obras de Mario Benedetti, Julio Cortázar y Gabriel García Márquez. “También se hicieron La vorágine y María”.

El horario de programación ha variado a lo largo de los años. De las adaptaciones literarias hemos pasado a las producciones biográficas, que cuentan la historia de un personaje o grupo de personajes de la vida real. Algunos ejemplos recientes son Rigo y Arelys Henao. Otro subgénero que ha sido amado y odiado es la narconovela, como Escobar: El patrón del mal y Los muñecos de la mafia.

Gutiérrez explica el éxito de las dramatizadas. “El medio por excelencia capaz de reflejar a la nación colombiana es la televisión, que de alguna manera coincidió no en versiones de un lado o de otro, sino en toda su pluralidad y diversidad (…) La televisión moldeó la cotidianidad y la telenovela se ubicó perfectamente dentro de esa vida cotidiana”.

La televisión, con sus melodramas y telenovelas, es el espejo de una sociedad. “No podemos narrarnos a nosotros mismos excepto de forma melodramática. Lo único que se compara por su nivel de melodrama, como mecanismo de articulación de lo nacional, es el fútbol. La telenovela tiene éxito porque es un espejo perfecto de la nación colombiana. Hay telenovelas en todas partes, pero encontramos la manera de hacer una telenovela que contenga la manera colombiana de hacerla con algo de humor y otros elementos”.

García, desde el lado creativo de las telenovelas, coincide con el elemento humorístico de las producciones colombianas, algo que destaca respecto a otros países. “Antes de Scaly Peter, Ugly Betty, Neighbors, New Rich, New Poor, The Kings y otros productos de comedia romántica que surgieron y tuvieron tanto éxito, el personaje cómico estaba destinado a un papel secundario; lo que llamamos el alivio de lo dramático. Pero siempre pasaba una cosa y ese personaje se robaba el show. En algún momento pensamos por qué no dejar de construirlo como personaje secundario y convertirlo en protagonista. Ese fue un salto cualitativo que dio la telenovela colombiana, parece que la fórmula funcionó”.

“Streaming”: ¿antagonista de la televisión?

En la década de 2010, con Netflix a la cabeza, y un puñado de plataformas más, surgió el streaming y empezó a producir sus contenidos. “Las voces más pesimistas anunciaron el fin de la televisión, pero lo que se produjo fue un intercambio dialéctico entre el contenido del streaming y el contenido de las telenovelas”, explicó García.

“La misma dinámica del mercado nos ha llevado a crear una economía mixta y solidaria. Descubrimos que vamos a necesitar a los streamers tanto como ellos nos necesitan a nosotros. Eso también se ha reflejado en el contenido. La audiencia descubrió en el streaming aquellos productos con mayor inversión argumental por episodio, por tratarse de series cortas. Si bien las telenovelas son largas, donde no necesariamente suceden muchas cosas en un episodio. “Eso nos obligó a reformatear la telenovela”.

Antes, al inicio de un proyecto de telenovela se planificaban 120 o 250 capítulos. Hoy lo piensan para 60. El streaming también estableció algunos cambios, que adoptaron el melodrama con menos repelente. Además, ahora hacen series con formatos un poco más largos, precisamente por la influencia de la telenovela. “Ha sido una relación de colaboración, aprendizaje e influencia mutua”, concluye Dago, quien escribe pensando en la telenovela, el teatro, el cine y el streaming.

 
For Latest Updates Follow us on Google News
 

PREV Darío jugó su carta más letal, traicionó a Martín de la peor manera y Gran Hermano ya tiene ganador: “Es una orden”
NEXT La serie de Netflix que sorprendió a todos y destronó a Stranger Things