cada vez más cerca de la sed – .

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El sistema Chingaza, al que pertenece el Embalse San Rafael y que abastece de agua al 70% de Bogotá, se encuentra en alerta roja, porque hoy se encuentra al 16% de su capacidad.

Sólo escuchar que se suspenderá el servicio de agua es suficiente para que inmediatamente se te seque la garganta. Cada vez que el Acueducto anuncia cortes por obras, muchos corren a llenar todos los contenedores a la mano, porque pensar en un día sin el vital líquido genera ansiedad, especialmente en una ciudad donde casi todos han tenido acceso continuo y de calidad. Pero el panorama empieza a cambiar: los fenómenos climáticos y la falta de ahorro tienen a Bogotá a punto de convertir en costumbre algo que ha sido esporádico: pasar días con los grifos secos.

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Aunque el racionamiento por la crisis de los embalses, anunciado por el alcalde Carlos Fernando Galán, se presentó como una medida provisional, mientras se recuperan las presas y se evitan situaciones más críticas, los datos detrás de la noticia no dan un panorama esperanzador a corto plazo. panorama. Hoy existen reservas para garantizar un suministro de 54 días, y para recuperar el nivel óptimo de los cuerpos de agua debe llover durante al menos seis meses. De las frases se infiere que la suspensión no será breve. Y si nada cambia, sería permanente.

¿Pero cómo evitarlo? Para empezar, hay que entender el sistema de suministro. La capital obtiene agua de tres zonas. El principal es Chingaza, con sus embalses Chuza y San Rafael, con un caudal de 14 metros cúbicos por segundo (m3/s). El agua es tratada en la planta de Wiesner, con una capacidad de 11,5 m3/s y abastece al 70% de los hogares. El segundo es el Norte, con sus embalses Tominé, Sisga y Neusa, con un caudal de 9,5 m3/s y el agua es tratada en la planta de Tibitoc, con una capacidad máxima de 8 m3/s. Finalmente, está el sistema Sumapaz o Sur, que capta agua de los embalses Chisacá y La Regadera, con un caudal de 1 m3/s y es tratada en la planta El Dorado, con una capacidad de 0,4 m3/s (abastece a Usme y parte de Ciudad Bolívar).

El líquido depurado se distribuye a través de una red de más de 8.000 kilómetros de tuberías, a 2,2 millones de hogares, sistema que se complementa con 4.000 kilómetros de alcantarillado sanitario, para aguas residuales, y 2.500 kilómetros para aguas pluviales. Con esta capacidad, la Empresa de Acueductos atiende a casi 10 millones de habitantes, entre Bogotá y otros 11 municipios.

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Históricamente los embalses han tenido promedios y curvas de ocupación que han garantizado la prestación del servicio. Según gráficos de la Empresa de Acueductos, las curvas y proyecciones muestran un inicio de año con más de 110 millones de m3, el cual disminuye a lo largo del año a poco más de 40 millones de m3 para luego recuperarse a niveles óptimos. El nivel adecuado es superior al 40%. Si baja del 37%, se activa la alerta amarilla; Por debajo del 28% se activa la alerta naranja, y por debajo del 18% se activa la alerta roja.

Este año, con el fenómeno de El Niño y el aumento del consumo, la tendencia cambió. Hoy esa línea está en caída libre. Si bien los sistemas Norte y Sur tienen sus embalses al 55 y 42% respectivamente, lo preocupante es la baja ocupación del sistema Chingaza, que se encuentra en el 16%. La situación y las proyecciones llevaron a la adopción del racionamiento. Aunque ya han comenzado a caer las primeras lluvias del año, no han sido suficientes.

La cuestión es que hay que mantener unos mínimos, que deben ser cada año mayores, teniendo en cuenta el aumento del consumo en la ciudad y municipios vecinos. Hace 10 años la demanda de agua era de 15 m3/s. Hoy la cifra supera los 18 m3/s (suficiente para llenar una piscina olímpica en tres minutos). La proyección indica que en 2026 aumentará a 19 m3/s y para 2034 será de 20 m3/s. Si bien hoy existe capacidad instalada para tratar y garantizar el suministro, no se puede prescindir de materias primas. Por eso las proyecciones obligan a pensar en mejorar la capacidad y fortalecer la recuperación de afluentes, para garantizar el suministro de agua en el futuro.

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De ahí que el racionamiento no sea la única medida para evitar que se vuelva permanente. Lo primero es reducir los niveles de consumo y alcanzar los de 2013, cuando la demanda era de 15 m3/s, un objetivo que serviría para prolongar las reservas de agua en los embalses y facilitar su recuperación. Vale recordar que la condición para el levantamiento del racionamiento, que comenzará en las próximas semanas, es que durante 15 días consecutivos el consumo sea inferior a los niveles de agua que llegan a los embalses.

A esto se suman las sugerencias de la Contraloría, en su informe “Presente y futuro del agua para Bogotá”, en el que insiste en que desde 2020 es necesario retomar programas de cultura ciudadana en torno al ahorro de agua, búsqueda de nuevas fuentes de abastecimiento, junto con la ampliación del sistema Chingaza y el uso eficiente del agua captada en páramos como Guerrero y Sumapáz”.

Pese a ello, es clave decir que el suministro no está completamente garantizado. De ahí la importancia de fortalecer el concepto de seguridad hídrica o capacidad de proteger el acceso sostenible al agua para todos los ciudadanos, concepto en el que la sostenibilidad de las cuencas hidrográficas es vital.

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“Si miramos cómo se abastece Chingaza, vemos que el 75% proviene del río Guatiquía, en el departamento del Meta; el 15% del río Bogotá, que nace en Cundinamarca, y el 10% del Sumapaz. Además de cinco páramos: Guachené, Guerrero, Sumapaz, Chingaza y Altiplano. Y lo creas o no, la deforestación en la Amazonía y la Orinoquia afecta a Chingaza, por la disminución de los llamados ríos voladores. Ahí es donde se debe enfocar la inversión, para garantizar el líquido a las generaciones futuras”, explica Ricardo Agudelo, director de la Región Administrativa de Planificación Especial (RAP-E).

Por eso es importante mirar los páramos. “En la Región Central tenemos 18 páramos, que equivalen a la mitad de los del país y al 25% de los del mundo. Y los estamos utilizando para cultivos, como la patata, por ejemplo, o para deforestarlos para la ganadería extensiva, situación que provoca pérdida de humedad en el suelo. Tenemos un Plan de Seguridad Hídrica, con proyectos para fortalecer la gobernabilidad, por ejemplo, como los custodios del agua, que son personas que viven cerca de páramos y cuencas”, agrega Agudelo.

El Plan de Acción de Seguridad Hídrica formulado por la RAP-E para la Región Central priorizó, para el período 2024-2030, proyectos de protección de servicios ecosistémicos, de provisión de agua y de resiliencia climática. En este punto destacan proyectos de conservación de ecosistemas de alta montaña para incrementar la capacidad de adaptación al cambio climático, conservación de corredores de biodiversidad y mejora del sistema de alerta temprana de eventos hidroclimáticos. Además de fortalecer los datos necesarios del sistema de apoyo para la toma de decisiones.

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Próximamente comenzará el racionamiento en Bogotá. Este lunes el Distrito dará a conocer los detalles de la medida, como zonas y horarios. ¿Cuánto tiempo es incierto? Todo depende de la temporada de lluvias, de su intensidad y del compromiso de los ciudadanos por ahorrar el vital líquido, para que la sed no llegue antes de lo esperado.

 
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