Luis Landriscina dio detalles de su salud, luego del susto por su internación en la Fundación Favaloro

Luis Landriscina dio detalles de su salud, luego del susto por su internación en la Fundación Favaloro
Luis Landriscina dio detalles de su salud, luego del susto por su internación en la Fundación Favaloro

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Después de ir a la Fundación Favaloro debido a la incomodidad, Luis Landriscina Había sido hospitalizado, pero la mañana de este viernes Tras someterse a algunos chequeos, los médicos consideraron que podían darle el alta. “Fue sólo un susto”, dijo.

“Estuve ahí hasta hace un tiempo”, dijo el comediante. LA NACIÓN. “Entré por una posible hernia inguinal y según confirmaron iniciamos los estudios para operar. El electro mostró un problema con el corazón, y el Dr. Klein, quien ha sido mi médico durante años, suspendió la operación y me admitió para averiguar qué era y encontrar la causa, y lo hicieron. Allí me dieron la oportunidad de estar en casa y comunicarle diariamente al cardiólogo mi presión arterial, y regresar el martes para terminar los estudios y autorizar la operación. Entonces, como dice mi hijo Dino: “Fue una parada en boxes para cambiar neumáticos. Cuando levantaron el capó vieron un problema en el motor y la carrera iba a ser complicada”.

Luis Landriscina, en una de sus tantas presentaciones en el Festival de CosquínArchivo

Landriscina nació el 19 de diciembre de 1935 en Colonia Baranda. Hijo de Luigi Landriscina, un agricultor italiano, y Filomena Curci, sus padres emigraron de Italia a Argentina para establecerse en Chaco. Luigi –su verdadero nombre– quedó huérfano desde muy pequeño: su madre murió al dar a luz a su octavo hijo, cuando él apenas tenía un año y medio. Sus padrinos, Margarita Martínez y Santiago Rodríguez, fueron los encargados de criarlo. “Mi padrino siempre decía: ‘Ese es mi hijo, no se llama Rodríguez, se llama Landriscina, pero es mi hijo’. No tuve otra ternura que la de mi padrino y mi madrina. Nunca me faltaba un beso en la frente antes de irme a dormir”, recordó en una entrevista que concedió en noviembre del año pasado a LA NACIÓN.

El amor de Landriscina por los cuentos y las historias surgió al calor de los fogones que su padrino compartía con los peones, los gauchos y los jornaleros que trabajaban con él. Allí, cada vez que podía, aparecía el pequeño Luis, y allí se sentaba a escuchar pausadamente los cuentos de los lugareños, sus primeros maestros. Posteriormente, desplegó sus dotes como narrador de cuentos populares y costumbristas, teñidos de picardía y buen humor, en escuelas primarias de Villa Ángela y Campo Largo (Chaco).

“Ya en segundo grado fui yo quien se paró frente al peor público que tendrás en tu vida, que son tus compañeros, y interpreté un verso como si fuera el hijo de la maestra. Y entonces ese maestro se lo recomendó al otro, y se dijeron, ‘es muy lindo Luisito, y muy dispuesto a decirte un verso, y todas esas cosas’. No hay escuelas para gente divertida. Creo que Dios me dio ese aporte, que luego los profesores alentaron, y seguramente mi mamá empujó desde arriba”, recordó.

Desde que se consagró como “Revelación Cosquín 1964” como narrador y recitador, Landriscina recorrió un largo camino como narrador de usos y costumbres rioplatenses con su propio sello: su particular humor. Luego debutó en Radio de Rivadavia junto a Héctor Larrea, donde brilló interpretando a Don Verídico, personaje del uruguayo Julio César Castro, también conocido como Juceca, un gaucho locuaz, ingenioso, fantasioso y exagerado. “En total, recorrí 6 millones de kilómetros en 40 años de trabajo. Siempre he estado solo en el escenario, con un cántaro de agua, y he cambiado de repertorio cada año porque era la única manera de volver al mismo lugar. Pero nunca escribí una historia, la armé mentalmente”, afirmó.

Landriscina junto a una estatua en su honorInstagram

Hace unos años, una intervención en la laringe le dejó una ronquera que le mantuvo alejado de los escenarios.aunque para despedirse, entre 2004 y 2005 emprendió una extensa gira que denominó Como si entrara para salir, y se tomó un año completo para despedirse de todos los públicos que lo acompañaron a lo largo de su carrera, desde Estados Unidos, Canadá, Israel o Australia hasta Chile, Paraguay, Uruguay y por supuesto, Argentina.

Pero Landriscina admite que aún hoy no le dejan despedirse del todo porque cada vez que lo llaman para rendirle homenaje le piden que cuente una historia. Siempre con un mate en la mano, amante del automovilismo y figura indiscutible de la farándula nacional y del folklore argentino, Landriscina vive tranquilo en una casa de la zona norte del Gran Buenos Aires con Guadalupe Mancebo, su pareja de toda la vida, con quien celebró 61 años de matrimonio. También le gusta cocinar para sus hijos, Dino y Fabio, y sus tres nietos los domingos cuando lo visitan.

Con la colaboración de Pablo Montagna

LA NACIÓN

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