Es mentira, Menotti no murió.

Es mentira, Menotti no murió.
Es mentira, Menotti no murió.

Detrás de la tristeza irreparable por la muerte de mi íntimo amigo César, aparece el consuelo de saber que Menotti no murió y nunca podrá morir. Nació, como tantas veces lo dijo, en el barrio rosarino de Fisherton, al lado de una cancha de fútbol. Y nunca abandonó ese pequeño campo de barrio que contenía toda la intimidad y toda la verdad del fútbol. Allí recibió la herencia cultural de nuestro estilo y la convicción de no abandonarla nunca, de honrarla, de engrandecerla.

Se enamoró del balón a primera vista y aprendió a respetarlo desde que se conocieron. No soportaba que la maltrataran ni entendía a quienes la despreciaban. El partido para el Flaco fue mucho más que entretenimiento. Era una forma de ser. No se podía jugar de ninguna manera con la excusa del resultado. La grandeza del fútbol tampoco podía reducirse a la victoria o la derrota.

El fútbol, ​​afirmó Menotti, es mucho más que ganar o perder. Ganar nunca da razones ni perder las quita. Buscaba la perfección en la obra, lo que debía ser. No se conformaba con la eficiencia si no correspondía a esa búsqueda. “El fútbol pertenece a la clase trabajadora”, escribió, “y tiene la generosidad de permitir que todos participen”. Y habló de un “romance de todos los barrios con la pelota, que generó un fuerte sentimiento de pertenencia. Ese romance”, lamentó, “se vio interrumpido cuando los negocios se apoderaron del juego y cambiaron su sentido”.

Por este motivo se opuso firmemente a la privatización de los clubes.es decir, la intención de quitarles a los barrios uno de sus bienes comunes más preciados. El Flaco también dijo que “para nosotros la pelota sigue siendo un elemento de ilusión. Pero somos una minoría”. “La mayoría”, admitió con mucha tristeza, “hoy no le dan ese valor, porque entienden el fútbol desde el negocio, no desde la ilusión”.

Permítanme terminar este brevísimo homenaje que pretendo rendir a mi maestro, el maestro de todos los que amamos el fútbol en la realidad, con sus propias palabras. Menotti dijo: “Por mi parte voy a seguir luchando por recuperar todo lo que el negocio nos quitó: la pelota, el barrio, nuestros valores culturales que nos dieron identidad. Recuperar el amor al juego, que era parte del amor al barrio, a los amigos, a nuestra música. “El amor al fútbol implica respeto por el juego, por el patrimonio recibido, por la gente”.

El legado que nos deja es tan grande y tan profundo, que está y seguirá estando presente por siempre. Por eso es mentira que Menotti haya muerto. Aunque es cierto que los amigos que tanto quisieron a César sienten un vacío enorme.

 
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