La historia de la desconocida “bestia negra de la política” acusada de asesinar a Prim

Había sido “un joven caballero jerezano de buena familia” y acabó convirtiéndose en un “rebelde”, uno de los impulsores de la Revolución de 1868 y el supuesto asesino del general Prim. La vida de José Pablo y Angulo sufrió una transformación que le llevó a luchar contra los suyos por una Andalucía más próspera y a no dudar en utilizar la violencia para conseguirlo. Su historia, aunque fue muy importante durante el Sexenio Revolucionario, es casi desconocida y ahora el historiador económico Carlos Arenas (Sevilla, 1949) ha querido recuperarla y mostrarla en su totalidad.

Carlos Arenas Posadas.

En los orígenes del conflicto andaluz. Biografía de José Paúl y Angulo (El Paseo) habla de “un personaje polifacético en el que se superponen iniciativas como la de empresario, congresista, director de periódico, publicista, actor y dramaturgo, duelista, conspirador y revolucionario”. Fue un hombre inteligente, comprometido, violento que entregó su vida por una causa.

“Pablo era la bestia negra del sistema político español, de ahí que fuera calificado de loco, un tipo despreciable, trastornado, que se atrevió a cuestionar los fundamentos de la nación española con palabras y hechos. Desde su muerte, un manto de Silencio cubrió su figura, de modo que hoy pocos saben quién fue este Paul, como mucho, hay quienes saben o creen saber que fue el autor del atentado que sufrió el general Prim el 27 de diciembre de 1870. y eso le costó la vida. tres días después”, explica el autor en la introducción de este libro.

En sus páginas narra cómo su figura fue paradigma y cómo decidió enfrentarse a todos los que para él ayudaron al desplome de Andalucía. “La rebelión contra ese orden burgués no fue una locura individual sino colectiva. (…) Esta vocación andaluza se remonta a la Constitución de Cádiz de 1812 hasta el movimiento cantonal de 1873; una vez derrotada, Andalucía quedó prisionera, con la complicidad de sus élites agrarias, de las decisiones tomadas en Madrid. Paul y Angulo simboliza la trayectoria andaluza de la esperanza a la derrota, de ser la comunidad más rica a iniciar una decadencia que él y otros republicanos federales intentaron evitar con palabras y armas. la mano”, explica Posadas.

Imagen del Gobierno Provisional del General Serrano.

Uno de esos intentos fue el que planeó junto con los generales Serrano y Prim. Juntos impulsaron el levantamiento contra Isabel II, alegando que su sistema era totalmente corrupto y oligárquico y aglutinando así a militares e insurgentes. Tuvieron éxito, mataron a la Reina, pero no tardaron en enfrentarse. Los unionistas y progresistas no quisieron dejar la democracia de lado y vieron el modelo centralista como el mejor para España. Prim y Serrano estuvieron aquí. Pero los federalistas y demócratas, entre ellos Paul y Angulo, rechazaron ambas posiciones: querían una república donde cada autonomía fuera económica y políticamente independiente.

Y pasaron de las palabras a los hechos. Como cuenta Arenas Posadas en las páginas de esta biografía, donde también retrata con asombroso detalle la historia de España de aquellos años, formaron un gobierno provisional y redactaron una constitución que hizo que ciudades como Málaga, Jerez o Cádiz fueran protagonistas de muchos revueltas en España. favor de un sistema federal. Entre esos rebeldes estaba nuestro protagonista quien los agitó con fuerza. Pero todos fueron un absoluto fracaso. Los unionistas (militares) los apaciguaron con ferocidad, y Prim y Serrano empezaron a tejer estrategias para que Cataluña se quedara con el poco comercio que aún tenía con América Latina.

“Veo la muerte… no sé quién fue, pero los republicanos no me matan”.

JUAN PRIM

Por temor a ser arrestados, Paul y Angulo se trasladaron a Huelva, aunque no por mucho tiempo. Unos meses después, una amnistía lo devolvió a la vida política y a partir de ese momento decidió ejercer su fuerza de otra manera. Creó el periódico La pelea y en sus páginas se dedicó a criticar duramente a Prim por haber traicionado los ideales de la Revolución e intentar derrocarle.

Motín en Jerez.

Sus acusaciones fueron muy duras, pidieron un ataque frontal y se hicieron famosos cuando todo estalló el 27 de diciembre de 1870. Varios hombres atacaron el coche que llevaba a Prim desde el Congreso hasta su casa y le dispararon. Llegó vivo pero tocado hasta la muerte. Serrano fue a visitarlo a su habitación y, ya medio muerto, le dijo: Veo la muerte… No sé quién fue, pero los republicanos no me mataron”. Y estos no fueron de ninguna manera sus únicos enemigos. Duró sólo tres días más y la búsqueda de un culpable, sin tener en cuenta sus últimas palabras, se convirtió en una causa nacional.

Al final, lo encontraron rápida y fácilmente en Paul y Angulo. Sus columnas y su odio extremo hacia Prim le sitúan en el centro de la diana. El resumen del juicio, al que se refiere Arenas Posadas en su libro, acabó reuniendo entre 14.000 y 18.000 páginas, aunque la mayoría desaparecieron y otra gran parte quedó “mutilada o ilegible”. En ellos se recogieron testimonios que afirmaban haber visto a Paul y Angulo en el lugar de los hechos, a lo que el autor añade que por cada persona que confirmaba la implicación del federalista en el asesinato, los amigos y familiares de Prim le daban 20.000. Duro También hubo algunos que lo negaron rotundamente, que gritaron ante tal acusación porque lo creían imposible.

Pero los últimos no sirvieron de nada. No les llevó mucho tiempo empezar a arrestar a los editores de La pelea, a secretarias, incluso a personas cercanas a Paul y Angulo, y lo acusaron de asesinato. “Era un chivo expiatorio, a alguien había que echarle la culpa”, afirma el autor, que duda de que él fuera el verdadero culpable.

Entierro del general Prim.

Sabiendo que venían a por él, huyó a Francia. Desde allí vio cómo los Borbones llegaron al poder en su país, cómo su lucha no había servido de mucho, por lo que pasó los años siguientes viajando por Estados Unidos y Latinoamérica dando charlas sobre la república, sobre el federalismo, sobre todo lo que no había existido. obtenido en España.

“Según la prensa española vivía prácticamente solo, visitado únicamente por un amigo argentino con el que compartía negocios”

CARLOS ARENAS POSADAS

Pero tras ser detenido por retar a duelo al embajador español en Colombia, tuvo que regresar a París y no pudo moverse mucho. Allí continuó con su intento de cambiar el sistema pero el apoyo fue cada vez menos numeroso. “Según la prensa española (desde su llegada a la capital francesa en 1890) vivía prácticamente solo, visitado sólo por un amigo argentino con quien compartía negocios; ni siquiera en sus últimas semanas de vida la prensa sensacionalista dejó de inventar bulos: decían que comía poco, bebía mucho, llegando a estados de incluso Delirium tremensque se inyectó morfina para aliviar las pesadillas y los remordimientos que le provocaba el recuerdo de Prim”, escribe Arenas Posadas, alegando que aquellas declaraciones poco tenían que ver con la realidad.

Murió a media tarde del 23 de abril, estallando sus pulmones en los brazos del conserje de su edificio. A su funeral asistieron sólo siete personas y su lápida decía: “José Paul y Angulo, exdiputado de las cortes españolas”. Desde entonces hasta ahora ha estado casi completamente olvidado.

 
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