un aporte del gas natural – .

un aporte del gas natural – .
un aporte del gas natural – .

El sector energético chileno enfrenta un desafío complejo: avanzar hacia una matriz energética neutra en carbono. ¿Cómo encontrar entre todos los caminos posibles uno que nos permita avanzar hacia una economía neutra en emisiones sin poner en riesgo nuestra seguridad energética, y que además no genere costes inmanejables para los diferentes actores?

Encontrar la respuesta a esto requiere un esfuerzo analítico profundo y permanente y, lo más complejo, afrontar decisiones difíciles. La emergencia climática exige un debate sin tabúes. Si bien en la lucha contra el Cambio Climático es importante avanzar en la sustitución de los hidrocarburos por energías nulas o de bajas emisiones, la dificultad radica precisamente en encontrar un camino realista y responsable.

En particular, es necesario analizar detenidamente cómo compatibilizar la variabilidad intrínseca de la energía solar y eólica con las necesidades energéticas de la población, sin que los costes resultantes sean excesivos ni pongan en peligro la seguridad del suministro.

En la práctica, lo que ha permitido la amplia penetración de las energías renovables en la generación eléctrica es el complemento sustantivo de la generación térmica, con plantas de carbón, diésel y gas natural, particularmente nocturnas. Ante la retirada del carbón como combustible para la generación, y si no queremos quemar diésel –el combustible fósil más caro y contaminante–, es lógico que ese papel lo cumpla el gas natural.

Así, un reciente estudio elaborado por el Instituto de Sistemas de Ingeniería Complejos (ISCI) en conjunto con SPEC Consultores calculó que eliminar el gas natural de la matriz eléctrica -como han propuesto algunos actores- costaría más de 25 mil millones de dólares, lo que implica un costo de abatimiento de 380 dólares por tonelada de CO2. Se trata de un precio desorbitado: entre 10 y 15 veces superior a las emisiones asociadas al carbón o al diésel.

Es evidente que este “sacrificio” para evitar las emisiones comparativamente bajas asociadas con la generación de gas natural sería extremadamente oneroso e ineficiente. Esto, en un escenario en el que se acaban de aprobar subsidios y estabilización de las tarifas eléctricas, implicaría un incremento en la factura de los usuarios finales que podría llegar al 10%.

Estos sobrecostes están relacionados con garantizar la seguridad del suministro. Para satisfacer la creciente demanda eléctrica con energías variables es necesario disponer de formas de almacenar dichas energías en cantidades suficientes para asegurar el suministro en periodos en los que, por ejemplo, está nublado o no hay viento.

Es en estos casos donde se hace imperativo tener un suministro seguro como es la generación de gas, y si se quiere reemplazar solo con tecnologías renovables, entonces se requiere una sobreinversión de casi el 8% del PBI de Chile, tomando los datos para este cálculo. . proporcionada por el estudio antes mencionado.

Hoy, y más que nunca, debemos evitar supuestas soluciones que no pasen el riguroso examen que hay que realizar incluyendo variables como la seguridad del suministro y el coste de estas medidas. Por el contrario, necesitamos un enfoque equilibrado que haga competir todas las opciones tecnológicas -incluido el gas natural- de nuestra matriz eléctrica, lo que garantice la seguridad del suministro y nos permita cumplir con nuestros compromisos ambientales.

El gas natural es más que un simple “puente” energético en la transición. Hoy es una solución práctica y económicamente sensata lograr una matriz energética con menores emisiones, clave que asegure una transición energética fluida en Chile, sin imponer cargas financieras insostenibles a los consumidores y salvaguardando la seguridad energética de nuestro país.

 
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