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David Pecker ha resultado ser un testigo veraz y confiable.
Se trata de alguien que dijo que consideraba a Donald Trump un mentor, que tuvo una relación de décadas con él y que incluso ahora no alberga ninguna mala voluntad hacia el expresidente.
Es de suponer que esa es la razón por la que la defensa no salió airosa, sino que optó por tratar de llevarlo a donde querían. Bove intentó enmarcar el plan de “atrapar y matar” –e incluso su cooperación con los fiscales– como una decisión comercial.
La frase “procedimiento operativo estándar” aparecía con frecuencia, mientras Bove revisaba lentamente los acuerdos, facturas y asientos del libro mayor relacionados con Karen McDougal.
El abogado defensor también consiguió que Pecker le contara que el acuerdo de McDougal incluía obligaciones reales y que le había dicho a Cohen que era “a prueba de balas” después de consultar con un abogado de campaña.
Pero durante el contrainterrogatorio, los fiscales intentaron no dejar lugar a dudas.
Pecker reiteró que el verdadero propósito del contrato de McDougal era adquirir los derechos de vida de su historia, y que el plan de “atrapar y matar” era beneficiar a la campaña de Donald Trump.
Por lo tanto, la defensa no logró hacer mella significativa en la narrativa de la fiscalía.
