Esto no es ninguna sorpresa. Trump quiere politizar aún más a la Reserva Federal como parte de su deseo de afirmar un poder autocrático sobre las instituciones estatales. También le gustan las ganancias a corto plazo y, por lo tanto, favorece los déficits elevados y las tasas de interés bajas.
Otro factor intrigante nos da confianza en que esto probablemente sucederá. Históricamente, Trump opera teniendo en cuenta los intereses de la Organización Trump, que recientemente recibió una multa de 454 millones de dólares por exagerar los activos inmobiliarios para respaldar el endeudamiento.
En julio de 2022, una investigación de Forbes estimó este endeudamiento en 1.100 millones de dólares, y la mayor parte de la suma vence en 2028. Esto le da a Trump una fuerte motivación para lograr que la Reserva Federal reduzca las tasas.
Los déficits récord y los recortes de las tasas de interés –incluso cuando hay señales de que la inflación no quiere quedarse dormida en torno a la tasa objetivo de largo plazo de la Reserva Federal del 2%– implican un dólar más débil, una economía fuerte y una inflación en aumento.
También confiamos en que Trump aumentará los aranceles. En su primer mandato, este fue el gran cambio de política que siguió, mientras muchas otras promesas quedaron en el camino. La administración Biden no los redujo y ahora Trump propone aumentos sorprendentes, particularmente en China.
También ha estado hablando del injusto duopolio de Airbus y Boeing, vinculando los subsidios a Airbus con el hecho de que Europa no haga su parte en el gasto de defensa, y diciendo que nivelará este campo de juego.
Las tenencias de acciones en las industrias se beneficiarán de esta protección, así como del gran gasto deficitario de la Ley de Reducción de la Inflación, que permanecerá vigente.
También sabemos que Trump quiere volver al “Drill baby drill”, utilizando esa expresión particular del boom del fracking para provocar a los ambientalistas.
