Gas argentino a Brasil, a la vuelta de la esquina

Gas argentino a Brasil, a la vuelta de la esquina
Gas argentino a Brasil, a la vuelta de la esquina

La realidad de traer gas argentino a Brasil ya la venimos planteando desde hace muchos años en entregas e informes desde 2020/2021. Pues bien, ahora la realidad nos dice que esta necesidad está a la vuelta de la esquina. El debate ya está sobre la mesa. Una serie de autoridades y empresas de Argentina y Brasil se han manifestado recientemente en el evento CERA WEEK porque hay demanda y hay una oferta regional más económica, competitiva y hay infraestructura existente.

El mercado de gas natural en Brasil necesita gas competitivo, especialmente del tipo firme para su sector industrial. Los precios son bastante altos, lo que hace que la industria brasileña no sea competitiva en su mercado interno y en sus exportaciones. Un usuario industrial promedio en Estados Unidos paga de 3 a 5 dólares por mil BTU (USD/MMBTU), en varios países europeos (con gas importado) entre 10 y 14 USD/MMBTU y, paradójicamente, en Brasil, un usuario industrial paga entre 18 y 20 USD/MMBTU.

Como todos sabemos, la capacidad de producción de gas natural de Bolivia está en fuerte caída y esa oferta competitiva firme que tenía es cada vez menor. Los usuarios brasileños tienen la opción del gas Presal. Se trata de un gas casi siempre asociado al petróleo, que es necesario reinyectar para producir petróleo, a menudo con un alto contenido de dióxido de carbono (CO2). La producción está muy lejos de la costa y se necesitan nuevas inversiones fuertes (CAPEX) y con costes operativos elevados (OPEX). Además, los proyectos tardan muchos años en concretarse, como nos muestra la Ruta 3, que se inaugura en unos meses más.

La otra opción es que puedan optar por más GNL importado como lo vienen haciendo. A día de hoy hay nueve proyectos de regasificación en operación, dos en construcción y seis anunciados en estudio. Algo impensable hace sólo media década. Este gas también es caro porque viene de lejos y tiene precios internacionales que hacen que el gas firme no sea competitivo para las necesidades de la industria en Brasil.

La otra alternativa es el gas ya descubierto (shale) en Vaca Muerta (Argentina) y que, con una explotación eficiente y a escala, muchas empresas han logrado obtener bajos costes de producción, como ya ha quedado demostrado. Además, la producción se puede incrementar muy rápidamente. Otro factor, y muy importante, es que al producir petróleo no convencional también se produce gas natural asociado y que básicamente no se puede reinyectar, ni quemar, ni ventear. Hay que recordar que el fuerte impulso de Vaca Muerta es la producción y exportación de petróleo.

Hay tres opciones para llevar este gas desde Vaca Muerta a Brasil. Uno está en el sur (Uruguaiana), con nuevas y necesarias inversiones en infraestructura de transporte que requieren contratos de financiamiento y pueden tardar en materializarse. Pero es una opción y no se puede descartar.

La otra opción es llevar gas licuado GNL desde puertos argentinos a puertos brasileños y ahorrar en transporte. Lo considero muy difícil por las enormes inversiones que se requieren (en plantas de licuefacción y líneas de transporte dedicadas) y por las condiciones macroeconómicas que aún prevalecen en Argentina.

La opción económica, razonable y oportuna que requiere inversiones incrementales mucho menores es trasladar el gas al norte, desde Vaca Muerta, y utilizar infraestructura que queda con capacidad ociosa en Bolivia y Brasil.

Argentina ya ha realizado inversiones para reforzar la evacuación de Vaca Muerta hacia el mercado interno y especialmente hacia el norte del país para sustituir el declive de Bolivia. Se necesitarán inversiones adicionales en capacidad de transporte para lograr mayores exportaciones a los mercados del norte de Chile, por supuesto Brasil y más tarde Bolivia.

La opción más inteligente, oportuna y beneficiosa para traer gas de Argentina a Brasil es utilizar la infraestructura existente y hacerlo a través de ductos bolivianos inicialmente.

Espero que los actores implicados en facilitar esta posible integración gasista estén a la altura para hacerla viable. Se necesitan contratos y el mercado funciona, y para ello, regulación y reglas estables, y tarifas predecibles en los tres países para lograrlo. En definitiva, soñar no cuesta nada y lo seguiré proponiendo y exponiendo.

El autor es ex Ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energía Latinoamérica

 
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