No es exacto, pero han pasado casi cuatro años desde que dejé los iPads. Lo tenía todo. Empecé con un ‘mini’, seguí con uno de los básicos dirigido a estudiantes, pasé al ‘Pro’ de 11 pulgadas y terminé mi carrera con el ‘Pro’ de 12,9 pulgadas (el iPad Pro de 2020, concretamente). Mi La historia del iPad ha sido de amor-odio.. Me encanta porque realmente creo que son dispositivos espectaculares y que a nivel de software y apps compatibles están a años luz de otros (algo que objetivamente sé que no ocurre en el ámbito móvil).
Sin embargo, esa parte del odio viene porque Durante años insistí en obligarme a usarlo., que es lo peor que puedes hacer con cualquier producto. Sobre todo si es uno que, junto con sus accesorios, sube muy silenciosamente hasta las cuatro cifras de precio. Ahora, gracias al iPad Air M1 –que está a punto de recibir su sustituto con el iPad Air M2– he conseguido volver a enamorarme de un iPad. Aunque eso sí, con una orientación muy distinta.
La progresión de iPadOS es buena, aunque ha sido muy lenta
En 2019, muchos de nosotros nos sorprendimos al saber que Apple lanzaría iPadOS 13, una versión que por su nombre se vestía de manera diferente a iOS 13 en ese momento. Por primera vez, el iPad y el iPhone iban en direcciones diferentes en términos de sistema. Al menos sobre el papel, ya que iPadOS ha seguido pareciéndose demasiado a iOS.
Su lenguaje visual e incluso funcional sigue siendo muy similar en ambos casos, aunque ya existen muchas distinciones entre ambos. Capacidades propias y exclusivas del iPad que pensábamos que nunca llegarían, dado que durante años estuvo la promesa, pero nunca la prueba. Incluso cuando se lanzó el iPad Pro con chip M1 no parecía que Apple le diera la importancia que merecía.
A lo largo de los años, iPadOS ha evolucionado con un sistema híbrido entre escritorio y móviladaptándose tanto al uso de varias apps simultáneamente como a la compatibilidad con elementos ya clásicos como el Apple Pencil o el teclado, pero también trackpads y ratones.
El iPad es para trabajar, pero no para cualquier trabajo
Admito que es más error mío que de Apple, pero el caso es que Durante años busqué inconscientemente hacer lo mismo en un iPad que en una Mac. Y eso, por muchas apps profesionales que se hayan lanzado, es imposible. Yo diría que el 90% de lo que puedes hacer con un Mac lo puedes hacer con un iPad, pero el problema (lógico, en su mayor parte) es que se hace de otra manera.
En mi caso personal, Nunca me sentí cómodo realizando funciones de escritorio en iPad porque todo es diferente. Más o menos tedioso, pero diferente. Y me refiero a todo, desde funciones más avanzadas como la edición de vídeo o imágenes, hasta acciones básicas como navegar por Internet. El hecho de que Safari obligue a los sitios web a tener versiones de escritorio no lo convierte en un navegador de escritorio.
El caso es que soy consciente de lo ventajoso que es un iPad para muchos trabajos, sobre todo todo lo relacionado con tomar notas, editar gráficos y otros donde el Apple Pencil es imprescindible. Allí supera claramente a una Mac.
Es por eso, Cuando alguien me pregunta si recomiendo una Mac para trabajar, respondo “depende”.. Mi trabajo no requiere muchas herramientas poderosas. De hecho, los que necesito están en iPadOS. Sin embargo, el flujo de trabajo que llevo a cabo requiere tener no una, sino dos y, a menudo, hasta tres ventanas simultáneamente. Y sin necesidad de accesorios exclusivos para iPad como el Pencil. Por tanto, en mi caso personal, el iPad definitivamente no sirve para trabajar. No al menos del todo.
Entonces, ¿para qué uso el iPad?
En línea con el último párrafo, debo decir que Sí, a veces uso el iPad para trabajar, pero en casos muy concretos. De hecho, que su sistema de ventanas no me convenza demasiado y que el tamaño de pantalla no sea el conveniente, me viene muy bien cuando sólo quiero tener una ventana abierta. En este caso, el de Notion. Para y para escribir, cuando necesito justamente eso: apretar las teclas y listo, sin tener nada delante.
Sin embargo, mi gran descubrimiento ha sido el área de entretenimiento, incluidos videojuegos. Sigo prefiriendo ver series en mi televisión, pero de vez en cuando (sobre todo cuando tengo el móvil) el iPad es mucho más apreciado que el iPhone. Sin embargo, es en los juegos donde lo disfruto.
No hablo de juegos triple A, o similares. No. Me refiero a juegos que, más o menos casualmente, me mantienen entretenido. Tengo un emulador instalado en el iPad que me permite disfrutar de consolas retro y también estoy jugando (por enésima vez) a los míticos GTA III, GTA San Andreas y GTA Vice City. Gracias a que Netflix ofrece esta trilogía y la posibilidad de conectar un mando al iPad, lo disfruto durante horas.
También lo estoy usando mucho para leer. No tanto libros electrónicos, por eso prefiero un ebook o un libro en papel, sino noticias de mi interés. Gracias a Feedly puedo tener un listado de medios relacionados con mis intereses y lo reviso varias veces al día. Allí, de nuevo, el tamaño mayor que el iPhone y menor que el Mac gana la partida.
Por lo tanto, En mi regreso al iPad he tenido que buscar un punto de encuentro común. Hasta ahora había intentado imponerme un determinado uso para el cual no servía, por lo que terminé renunciando a este producto. Finalmente, adaptar el iPad a mi uso y encontrar nuevos para él ha sido clave.
Y me deja una lección vital que, aunque obvia, a veces olvidamos todos los que somos entusiastas de la tecnología. Por mucho que nos guste un producto, y a mí siempre me ha encantado el iPad, no quiere decir que sea para nosotros. Valorar mejor nuestras necesidades y encontrarles un lugar en nuestro ecosistema es vital para evitar decepciones.
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