Los cuatro abandonos de Morante por depresión, la enfermedad moderna de un torero clásico

Los cuatro abandonos de Morante por depresión, la enfermedad moderna de un torero clásico
Los cuatro abandonos de Morante por depresión, la enfermedad moderna de un torero clásico

juan belmontemito del toreo, protagonista del Siglo de Oro del toreo, junto con joselito el galloídolo e imagen favorita de Morante de PueblaSe pegó un tiro al borde de los 70 años en su finca porque sentía que nada de lo que había hecho siempre y que le había permitido vivir hasta entonces, lo podría volver a hacer.

La pérdida de la ilusión

Pasmo de Triana había perdido la esperanza, que es precisamente lo que dijo Morante en su segunda retirada en 2007. La primera fue por la depresión, una forma más científica de explicar la “pérdida de esperanza”. En 2017 dijo que se había aburrido de la profesión y sus condiciones, en lo que parecía una necesidad de renacimiento (que sigue existiendo) donde los habituales problemas mentales flotaban por encima.

Acaba de llegar el cuarto con el mismo nombre. Morante está deprimido. Su rostro lo refleja incluso desde lejos en una expresión como si hubiera sido pintado por Francis Bacon. Morante es una bella imagen taurina de rostro sufriente y deforme.. El espejo del alma. Esa primera vez, cuando tenía 25 años, dijo que le pidió a Dios “que ese pequeño rayo de luz viniera a encontrarme como siempre he sido”.

Los fantasmas

Y es que Morante nunca ha sido como siempre. Ella siempre ha estado cambiando, evolucionando, renunciando a su reconocimiento personal de los demonios. En 2016 ella dijo: «Nunca más llegaré a las cincuenta tardes de otros años. “Cuando peleas mucho, no te concentras tanto en ti mismo”.. Fue al año siguiente cuando se cansó del ambiente taurino, de los toros, de las costumbres, dijo, aunque es probable que efectivamente los fantasmas hubieran regresado.

Los espectros de la modernidad que han vuelto a caer sobre el torero clásico, el de las patillas de Paquiro, la coleta natural, el puro del callejón o la calesa. Cualquiera pensaría que él mismo había marcado sus límites al decir lo que no respetó en 2022. El reto de su gran temporada y de 100 corridas, el doble de las que dijo que no volvería a torear, por lo que quizás el doble, dejó de centrarse en sí mismo.

Un rostro de Francis Bacon

Era el tobogán, el agujero en el árbol de Alice, por el que Morante empezó a caer, o a regresar, desde la Puerta del Príncipe, a aquel terrible comienzo, uno de los grandes males generalizados de la modernidad eso ha existido siempre, en Morante y sus vestidos y fuera de él, incluido Belmonte. La cabeza en otro lugar, en este caso fuera del ruedo, como cualquiera que le haya visto torear últimamente.

Estaba el boceto que no encajaba en el cuadro, el ruido de la colocación irritada que se imagina inaudible dentro del mito, de un torero con la cara pintada por Francis Bacon de quien ya se espera su nueva y urgente resurrección.

 
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