La vigilia del libre mercado de Milei

La vigilia del libre mercado de Milei
La vigilia del libre mercado de Milei

A casi 4 meses de asumir, el Gobierno de Javier Milei estaba rendido al poder y la influencia de un mercado que el propio gobierno liberó: el de la medicina prepaga. Tras el malestar social generado por las subidas récord del sector y después de haberle dado vía libre para aumentar a su antojo, el Ministerio de Economía incineró la bibliografía libertaria y se vio obligado a intervenir y establecer cómo y cuánto debían aumentar las tarifas de la sanidad privada. Un esquema que, durante seis meses, no será gratuito sino que volverá al precio de diciembre y, a partir de ahí, se aplicarán aumentos en función de la inflación mensual. Esto resultaría, vía una intervención estatal que Milei desprecia, en un aumento 30 por ciento menor que el ocurrido en el esquema de precios libres. En definitiva, como el mercado de la medicina prepaga no se moderó ni compitió por bajar precios, sino más bien todo lo contrario, el Presidente decidió volver a regular el sector para evitar un descontrol de precios.

Además, lo hizo en medio de una total confusión a nivel gerencial e ideológico: Economía avanzó con la regulación cuando hace menos de 24 horas había presentado un amparo judicial para frenar los aumentos; todo mientras rige el DNU, que, entre otros puntos, liberó las tarifas prepago. Todo esto de ida y vuelta, teniendo el Gobierno el poder de controlar, sin acudir a los tribunales. Y un dato más: el relato del libre mercado quedó tan afectado que Milei no se atrevió a adelantar una acusación directa por cartelización de las prepagas, asunto denunciado por la Coalición Cívica y sobre el cual sobran pruebas. Si lo hiciera, podría dejar fluir el libre mercado pero imponer multas y sanciones por comportamiento anticompetitivo, que es lo que hacen todos los países que se jactan del libre mercado. Pero decidió, por miedo al escándalo y la crisis social, regular en lugar de multar a través de Comercio, una cartera denostada por los libertarios. Dato colorido: con el mismo DNU que liberalizó a las prepagas, el Gobierno también eliminó el esquema de información de costos que regía la Ley sectorial. Sin eso, hoy no hay manera de conseguir, en la práctica, que las empresas devuelvan a los usuarios el dinero mal cobrado en estos meses. Es decir, la capitulación política fue total y, además, desordenada.

En paralelo, si bien para los usuarios era un beneficio necesario para moderar las subas, para los planes del Gobierno es un precedente que golpea la base flotante del programa económico: quién garantiza hoy que alguien no acudirá a los tribunales, en función de la decisión del Gobierno. ¿retroceder aumentos con sospechas de cartelización, pedir que pase lo mismo con el mercado de combustibles, las telecomunicaciones, las escuelas privadas e incluso las tarifas de energía? El escenario es de alto riesgo y derriba la teoría libertaria de la eficacia de la autorregulación.

En ese contexto, sólo el ministro de Economía, Luis Caputo, se lanzó a la granada para transformar lo que para el Gobierno es una decisión traumática en una epopeya antimercado. En su cuenta en la red social “Por supuesto, un gran alivio para la clase media”. En la otra esquina, rugió el asesor estrella Federico Sturzenegger, autor del DNU y quien hasta la semana pasada salió a defender los aumentos en las facturas prepagas. Otro capítulo más en la interna para saber quién mantendrá la presidencia de Hacienda.

Para contribuir al desorden, luego de que Hacienda comunicara que la idea es que las empresas no devuelvan el dinero mal pagado hasta que se resuelva el fondo del asunto, la Superintendencia de Servicios de Salud, ex ente rector del sector, publicó en su cuenta X que “la medida cautelar solicitada por este organismo para que las empresas de medicina prepaga retrocedan sus valores al 01/12/2023, también solicita que se ordene la devolución a los usuarios de lo recibido por encima de la inflación en estos últimos cuatro meses”.

haciendo las cuentas

En una acción protectora mientras se resuelve la cuestión de fondo sobre si existe o no cartelización, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) dio a entender, en su decisión de retroceder las cuotas, que esta situación de abuso de precios es posible y que incluso podría haber “un acuerdo colusorio entre las principales empresas de medicina prepaga del país”. Para estos efectos, a través de Economía, el valor de las cuotas no será mayor al siguiente cálculo: la cuota del mes de diciembre a la que se sumará el IPC acumulado hasta abril. Y luego, en junio, la tarifa se actualizará según la inflación de ese mes.

Sobre el papel, los pagos prepagos aumentaron, de enero a marzo, alrededor del 116 por ciento. En ese mismo período, la inflación fue del 51,5 por ciento. Siendo así, y considerando el Gobierno una inflación de 10 en abril, en las próximas facturas el usuario registrará un monto a pagar entre 33 y 35 por ciento menos de lo que venía pagando. Siempre según la versión oficial.

En la denuncia del Gobierno se especifica que esta caída de precios afecta en realidad al 75 por ciento del sector. La lista de empresas obligadas incluye a Galeno Argentina, Asociación Civil Hospital Británico de Buenos Aires, Asociación Civil Hospital Alemán, Asociación Civil Medifé, Swiss Medical, Omint, OSDE Organización de Servicios Directos Empresariales; la Unión Argentina de la Salud (UAS) y Claudio Belocopitt, “en su doble calidad de presidente de la firma Médica Suiza y de la UAS”. Faltan muchos importantes como el Hospital Italiano y la prepaga Medicus. El Gobierno asegura que quienes están allí son sospechosos de cartelizar. Aquí hay otra deficiencia del Ejecutivo: si la cartelización de abril se debió a aumentos del 19 por ciento, por poner un ejemplo, las empresas que subieron 17 (por citar un número) no se cartelizaron pero sí aumentaron casi lo mismo y más de el IPC. ¿No hay sanciones para ellos?

Todo es particular en esta historia, y es muy curioso el problema que le surgió al Gobierno con las prepagas, porque el nivel de representatividad del sector es bajo: unos 33 millones de argentinos son atendidos por la salud privada, incluyendo PAMI y obras sociales. . De ese total, 6 millones son prepagas, y 1,5 millones de ellas pagan las prepagas de su propio bolsillo (es decir, no derivan aportes ni son clientes corporativos). En este universo, hay una concentración muy importante en el AMBA, donde el 50 por ciento tiene prepago. Es un conflicto no sólo menor en las personas, sino también poco federal: en provincias del interior como Santiago del Estero y Tucumán, sólo el 2 y el 4 por ciento, respectivamente, tienen prepago.

Las empresas prepago dicen que no es práctico

Fuentes de la UAS dijeron a este diario que “lo que propone el Gobierno es impracticable, no fue discutido con nosotros y generará una crisis en todo el sector”. El argumento de las empresas es que en el sistema hay, además, prestadores de salud prepago, que en su mayoría son clínicas. A estos proveedores las prepagas les pagaron con aumentos en los meses de los aumentos, es decir, hoy deberían darse la vuelta y pedirles la devolución si opera la devolución a los usuarios.

“El dinero no está ahí”, argumentan. Y agregan que “Caputo dijo que era una guerra a la clase media y no sabe que es un universo de 1 millón de personas. Ahora metió a todo el país en esta disputa, a todo el sector”. La idea, a priori, es no acatar la decisión del Gobierno. En ese contexto, parecen tener la pelota de su lado, por torpeza oficial: la vigencia del DNU les da la razón de los aumentos.

En este escenario, hay un problema adicional. La facturación de las empresas se gestiona en los últimos días del mes anterior al período. Y el IPC del INDEC se comunica los días 15 de cada mes. Es decir, desde junio nadie sabe, incluido el Gobierno, cómo se hará la factura actualizada por inflación sin saber cuál será la inflación.

 
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