El avión colombiano secuestrado durante 60 horas por dos paraguayos que realizaron el acto de piratería aérea más largo en la historia de América Latina.

El avión colombiano secuestrado durante 60 horas por dos paraguayos que realizaron el acto de piratería aérea más largo en la historia de América Latina.
El avión colombiano secuestrado durante 60 horas por dos paraguayos que realizaron el acto de piratería aérea más largo en la historia de América Latina.
Subtítulo, Vuelo 601 en la serie de Netflix.
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La pesadilla comenzó cuando dos hombres sacaron sus armas y se cubrieron el rostro con capuchas luego de levantarse rápidamente de sus asientos en la penúltima fila del Lockheed L-188 Electra que acababa de despegar de la ciudad de Pereira, Colombia, el 30 de diciembre. Mayo de 1973.

En ese momento viajaban 84 personas dentro del vuelo 601 de la extinta Sociedad Aeronáutica de Medellín (conocida como Sam). Algunos de ellos pensaron que era una broma.

Así lo recordó el ciclista Luis Reátegui -fallecido en 2022- en entrevista con el podcast Radio Ambulante en 2021: “Pensábamos que era, por ahí, por chupar verga, por molestar”. Pero entonces, hubo un disparo al aire y empezó el miedo.

Desde que comenzó el secuestro hasta que finalizó en el aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, transcurrieron más de 60 horas y la aeronave recorrió más de 22.000 kilómetros, realizando múltiples escalas en el camino.

Esto convierte la historia del HK 1274 de Sam en uno de los secuestros más duraderos de la aeronáutica mundial y el más largo de América Latina.

La historia vuelve a cobrar relevancia ahora, poco más de 50 años después, gracias a la serie que acaba de lanzar Netflix titulada “Secuestro del vuelo 601”.

Subtítulo, El secuestro del vuelo 601 de Sam se recrea en una nueva serie de Netflix.

Volar a Aruba

Entre 1967 y 1973 hubo alrededor de 90 secuestros de aviones en América Latina, y alrededor de 30 de ellos ocurrieron en Colombia, según Massimo Di Ricco, autor del libro “Los Condenados del Aire”, en el que se basa la serie de Netflix. .

En conversación con BBC Mundo, Di Ricco explicó que en ese momento, la mayoría de estos vuelos tenían un destino: la isla de Cuba.

“Lo que pasa es que Cuba, después de la Revolución –que no empezó como una revolución comunista– empezó a tomar un camino comunista. Estados Unidos tiene miedo de tener al enemigo a 90 millas de casa y ordena un gran bloqueo económico de la isla, que, en teoría, continúa hasta el día de hoy”.

Y según Di Ricco, muchos de los piratas aéreos latinoamericanos en plena Guerra Fría veían a Cuba como “un lugar utópico” donde podían vivir según los ideales comunistas.

Es por eso que, en el momento en que los dos hombres armados y encapuchados ingresaron a la cabina del piloto de la aeronave, El capitán Jaime Lucena, pensó que su destino iba a ser La Habana, según dijo en una entrevista en la televisión local en 1973.

Pero el pedido fue otro: la isla de Aruba, que, según le dijo Di Ricco a BBC Mundo, era más bien una parada intermedia en el camino hacia Centroamérica.

Las peticiones

Fuente de imagen, el colombiano

Subtítulo, Las negociaciones con los secuestradores las llevó a cabo la aerolínea, no el gobierno colombiano

Una vez que partieron hacia Aruba y los ánimos comenzaron a bajar, los secuestradores comenzaron a hablar, y lo primero que notaron los pasajeros fue que el acento no sonaba como ninguno de los innumerables acentos que se escuchan en Colombia.

Con su acento “indeterminado”, le dijeron al capitán que eran miembros de la aún joven organización guerrillera colombiana Ejército de Liberación Nacional (ELN) y que querían 200.000 dólares en efectivo, además de la liberación de un grupo de “presos políticos”. “

Di Ricco dice que durante las semanas previas al secuestro del vuelo 601, el ELN tuvo una fuerte presencia en los medios colombianos luego de una redada policial en la que, según informes, fueron asesinados artistas y profesores como presuntos miembros del grupo.

“Todos fueron llevados a un Consejo de Guerra en El Socorro (departamento de Santander), y la noticia fue recurrente en la prensa de la época”, afirma el investigador. “Probablemente dijeron ‘utilicemos a prisioneros políticos famosos para desviar un poco la atención’”.

“Pero no estaban en lo más mínimo interesados ​​en nada de esto”.

En lo que es un hecho sorprendente, Di Ricco dice que el gobierno colombiano se negó a negociar con los secuestradores y que las discusiones quedaron en manos de la dirección de la aerolínea.

Pero aún más sorprendente es que, a pesar del alarmante número de secuestros aeronáuticos de la época, no parecía haber parámetros definidos para establecer qué pasos debía seguir la tripulación en tal caso.

“Eso también me sorprendió. Pregunté a muchas azafatas y pilotos, y ninguno les dijo qué hacer en caso de un secuestro. Muchas veces ni el gobierno ni la policía intervinieron, sino que todo quedó en manos de los gobernadores locales”.

Tensa calma en el Caribe

Subtítulo, Imagen de la recreación de la serie de Netflix.

Hay pocas cosas más frustrantes para un viajero que tener que sentarse en un avión que está parado en la pista sin moverse. Esa sensación de limbo e incertidumbre la vivieron los pasajeros del vuelo 601 durante 10 horas en la pista del aeropuerto de Oranjestad, en Aruba, con el agravante de que debían estar tranquilos y sin detenerse.

Mientras tanto, en la cabina del avión, los secuestradores conversaban con un abogado de la aerolínea, quien les hizo una contraoferta muy por debajo de sus expectativas: 20.000 dólares.

“Una de las primeras cosas que hicieron en Aruba”, dice Di Ricco, “fue liberar a todas las mujeres y niños”.

Esa decisión se tomó, en parte, debido a las difíciles condiciones vividas dentro de un avión que no había sido limpiado ni mantenido durante horas. Además, cuando los motores estaban apagados en la pista, el sistema de aire acondicionado del barco estaba apagado.

Otros de los primeros en ser liberados fueron un grupo de ciclistas, entre ellos Reátegui, el ciclista que pensó que el secuestro era una broma, con quien los secuestradores habían tenido una conversación sobre deportes.

Frustrados por la contraoferta de la aerolínea, los secuestradores pidieron al capitán que despegara nuevamente hacia Lima, pero un problema técnico les hizo regresar a Aruba, donde tuvieron que pasar unas diez horas más.

Durante todo este tiempo, los secuestradores continuaron negociando con la aerolínea y un grupo de pasajeros tomó la decisión de escapar: Abrieron la puerta de emergencia y saltaron los 5 metros de altura desde el fuselaje del avión hasta la pista.

Ansiosos y asustados, los secuestradores obligaron al piloto a despegar por tercera vez desde Aruba.

La recta final

Fuente de imagen, imágenes falsas

Subtítulo, El Lockheed 188 de Sam (el de la foto es de Atlantic Airlines) recorrió más de 22.000 kilómetros durante el secuestro.

En su libro, Di Ricco cuenta cómo los secuestradores, desesperados por lo que acababa de suceder, intentaron que el piloto los llevara a Lima, pero en ese momento, después de 32 horas desde el inicio del secuestro, el Lockheed Electra y sus cuatro Las hélices de los motores necesitaban mantenimiento.

Y el capitán se lo hizo saber a los secuestradores, como recordó en su entrevista de 1973: “Le dije al secuestrador que el avión ya tenía poco petróleo y que las turbinas podrían derretirse”.

La solución sería una pequeña isla del Caribe que ya habían visitado antes: Aruba.

El nuevo aterrizaje en Aruba trajo consigo novedades: primero, la aerolínea pidió a los secuestradores que cambiaran la tripulación, debido al riesgo que representaba la fatiga del piloto para el vuelo. Y con la amenaza de seguir aumentando el precio del rescate, la empresa decidió enviar a la nueva tripulación con un maletín que contenía 50.000 dólares.

Con una nueva tripulación y un avión operativo, los cansados ​​secuestradores pidieron al vuelo que se dirigiera hacia el sur. Primero hubo una parada en Lima para repostar y repostar. Además, liberaron a otro grupo de pasajeros. Hubo otra escala en Mendoza, Argentina, dejando al avión solo con la tripulación y los secuestradores.

De allí hicieron escala rápidamente en la ciudad argentina de Resistencia, cerca de la frontera con Paraguay, y en Asunción. En ambos destinos la aeronave no permaneció más de media hora.

Como por arte de magia

Después de 60 horas, el secuestro del 601 había llamado la atención de los medios de la región: Un gran número de periodistas esperaban en la pista de Ezeiza, en Buenos Aires, la llegada del avión para finalmente esclarecer la identidad de los responsables del crimen.

Pero sólo la tripulación bajó del avión.

Di Ricco le contó a BBC Mundo lo que pudo descubrir que había sucedido dentro del avión antes de llegar a Buenos Aires: “Los dos secuestradores dicen que cada uno se va a bajar con una azafata, una en Resistencia y otra en Asunción, mientras que el “El avión vuela de noche”.

Pero el piloto de la segunda tripulación, Pedro Ramírez, les prohibió llevarse a las mujeres y se ofreció a ir él mismo con ellas.

“Al final llegan, como dicen, a un ‘acuerdo de caballeros’: los secuestradores se van a bajar solos (uno en Resistencia y otro en Asunción) y la tripulación no informará a la torre de control de lo sucedido hasta que llegue el avión. .” a Buenos Aires”.

En Resistencia el primero se llevó la mitad del dinero, y el otro en Asunción.

“En Buenos Aires ves bajar a las azafatas y al piloto. Entra la policía y no hay nadie en el avión”, dice Di Ricco, explicando que las sospechas recayeron entonces sobre la tripulación.

Las cosas sólo se aclararon cuando, cinco días después, uno de los dos secuestradores cayó.

El “Pereira paraguayo”

Subtítulo, Francisco Solano López Domínguez fue detenido y mostrado en cámara por la dictadura de Stroessner, dice Di Ricco

Hacia finales de los años 60, la liga colombiana de fútbol comenzó a atraer jugadores paraguayos dado su nivel, en comparación con otros campeonatos de la región.

Dos jóvenes paraguayos, Francisco Solano López, de 31 años, y Eusebio Borja, de 27, habían llegado a Pereira buscando fortuna en el bello deporte. Pero después de unos meses y varios rechazos, empezaron a tener dificultades económicas.

“Si alguien dice que jugó en el Deportivo Pereira, no está diciendo la verdad”, afirma Di Ricco, que investigaba los expedientes del equipo.

Poco se sabe de la vida de los dos jóvenes deportistas antes del secuestro, salvo que estaban interesados ​​en montar “un negocio” para el que necesitaban capital.

Solano López fue detenido cinco días después de finalizar el viaje en Asunción, después de comprar una casa cerca de la de su familia. En el Paraguay de la dictadura de Alfredo Stroessner, fue mostrado encapuchado ante la prensa tras ser detenido.

Pero de Eusebio Borja no se supo nada más.

Di Ricco dice que Borja en algún momento contactó a unos pereiranos, pero que se perdió su rastro, lo que a él, aficionado a los secuestros aeronáuticos, le hace pensar.

“En Estados Unidos existe el mito de David Cooper, un hombre que robó 20.000 dólares, se lanzó en paracaídas a las montañas de Colorado y desapareció, pero lo de Borja es un ‘mito’. “Me sorprende que no exista un mito sobre Eusebio Borja, que logró escapar con 25.000 dólares y nunca volvió a aparecer”.

Nunca se sabrá con certeza si Borja buscó la fama, pero para Di Ricco siempre existió algún ego: “Según los testimonios de los pasajeros y la tripulación, estaban buscando el disco (duración de un secuestro). Se lo mencionaron a varias personas. Seguramente para ellos lo importante era el historial de piratería y no creo que se hubieran molestado si les dieran el dinero”.

En medio de tantas incógnitas, a Di Ricco le queda una sola conclusión: “No se sabe si está vivo o muerto, porque dejaron de buscarlo. Pero al final lo consiguió”.

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