El 25 de abril, se celebró el Día Internacional del Libro, una fecha que tiene como objetivo promover la lectura, apoyar la industria editorial y proteger los derechos de autor. Aunque los formatos digitales ganan terreno en muchos aspectos de la vida cotidiana, los libros físicos continúan siendo la opción favorita de una parte importante de los lectores en América Latina.
Esto es demostrado por una reciente encuesta de STATISTA Consumer Insights, donde se revela que el hábito de comprar libros impresos todavía está presente en varios países de la región. Chile lidera la lista con el 32% de las personas que compraron al menos un libro físico en los últimos doce meses, seguido de Perú con el 30%. Colombia (27%), México (26%) y Argentina (también con 26%) muestran un interés similar, mientras que Brasil, aunque con un porcentaje más bajo (19%), mantiene una base sólida de los lectores tradicionales.
Estas cifras muestran que, a pesar del aumento de los dispositivos electrónicos y las plataformas de lectura digital, muchos lectores continúan evaluando la experiencia sensorial y emocional que ofrece un libro impreso. Tenerlo en las manos, hojar a través de sus páginas, subrayarlas o incluso recolectarlas, son prácticas que continúan generando conexión con el contenido.
-Además, en áreas donde el acceso o la tecnología a Internet es limitada, el formato físico se mantiene como una ruta accesible y directa para acercarse a la lectura. Ferias de librosLas bibliotecas comunitarias y las campañas escolares continúan promoviendo la circulación en papel como una herramienta educativa clave.
Optar por un libro impreso también representa, para muchos, un momento de desconexión consciente. Frente al ritmo acelerado de la vida digital, leer en el papel se convierte en una forma de concentrarse, reducir las distracciones y sumergirse por completo en una historia.
Leer en formato físico no ha perdido su valor o lugar. En América LatinaTodavía hay millones de personas que apuestan por libros impresos no solo como fuente de conocimiento, sino como un objeto cultural cargado de significado.