Carlos Osorio llegó a España como buscador de asilo hace poco más de un año: “Un trabajador social me contó sobre la ONG internacional de rescate y me dijo que estaban buscando voluntarios”. Eso tardó, en poco tiempo, en establecer contacto con CE, director de la organización, que administra el acompañamiento de unos 2,000 refugiados en el estado. “No había personal. Había 300 usuarios para cinco personas”, recuerda. A principios de enero de 2025, Osorio ya estaba en camino al dispositivo de recepción de migrantes administrado por la organización en Mondariz-Balneario, un pequeño municipio en Pontevedra donde actualmente reside.
Como explica en una conversación con El Salto, poco después de llegar, ya se unió a “Hacer días de diez a doce horas” como técnico anfitrión, profesor español o incluso actividades deportivas. “No firmé nada, pero recibo 50 euros a la semana (…) Otro socio fue reclutado en una base pidiendo comida”, denuncia y agrega: “Este es el perfil que buscan, a las personas en una situación vulnerable, porque nadie quiere venir a trabajar aquí”.
Osorio no es el único que afirma vivir esta situación y se ha atrevido a denunciarlo públicamente y en la corte. Un socio, Marcos Tulio, de Salvador, llegó en marzo al mismo centro, ahora ubicado en el Hotel Cemar en Mondariz. “Lo único que tengo es un documento del ministerio que me permite estar en España mientras espero nombrar para solicitar una protección internacional, pero no puedo trabajar legalmente”. Sin embargo, y como explica en una conversación con este escrito, hace tareas de técnicos anfitriones, con un horario que va de las nueve de la mañana a uno por la tarde. Aunque incluso aclara: “En tiempos como el Ramadán, muchas más horas trabajan”.
Marcos Tulio, otro de los migrantes que denunció la ONG internacional de rescate. Alba Cambeiro
Otros voluntarios llegaron al centro de recepción después de hablar con el Director Internacional de Rescate y firmar un acuerdo de voluntariado. El documento, al que este medio ha tenido acceso, estipula que el voluntario “colaborará de manera desinteresada y altruista con la entidad”. Según Osorio, Tulio y otros solicitantes de asilo que prefieren preservar el anonimato, trabajan desde dos por la tarde hasta las diez de la noche cinco días a la semana “a cambio de 50 euros por semana”. “Hacemos todo, apoyamos a los técnicos anfitriones en todo”, dicen.
Dentro del programa de recepción estatal, la ONG internacional de rescate es responsable de la gestión de varios centros de protección internacional en España. Esta organización gestiona alrededor de 1.700 lugares en todo el país, de los cuales aproximadamente 1.400 se encuentran en Galicia. Hace un mes, este periódico descubrió una serie de irregularidades que incluían recortes del personal, despidos inadmisibles y falta de recursos básicos en los dispositivos de recepción administrados por la organización.
Según un trabajador de rescate internacional, que ha hablado con este medio bajo condición de anonimato por temor a represalias, muchos migrantes administrativos irregulares “suministran la contratación de otros profesionales a cambio de una ayuda de bolsillo de 50 euros por semana”. “La falta de trabajo personal en todos los centros de protección internacional, cuando es obligatorio para los abogados y psicólogos”, dice.
En febrero de este año, el gobierno municipal de Mondariz-Balneario dirigió una carta al Defensor del Pueblo y a la delegación del Gobierno en Galicia para denunciar la situación en la que se ubicaron los 300 migrantes recibidos en las instalaciones del dispositivo. El documento, al que tenía acceso el salto, advirtió sobre la falta de personal de salud y psicológicos, y también señaló “episodios de tratamiento denigrante hacia la recepción”. También describió las condiciones de alimentos e higiene como “insuficientes”.
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La ONG internacional de rescate es parte del conjunto de entidades del tercer sector que colaboran con la administración pública en la administración del sistema de recepción de protección internacional y temporal (VACA). Dentro de este marco, la organización administra recursos financiados por el Ministerio de inclusión, Seguridad Social y Migración, dirigida por Elma Saiz Delgado.
“Muchos días solo se les da pasta o arroz, nunca hay pollo o ternera”. El personal de la cocina, que ha hablado con este medio como anonimato, afirma que está “trabajando en una situación irregular”. Como informan, también sirven el comedor de la escuela bilingüe Marcote Mondariz, ubicada en el complejo, aunque el menú es diferente.
Una de las comidas de las que se alimentan los refugiados.
-El director de la ONG reconoce en un audio que el gobierno filtró la queja
En abril, varios voluntarios fueron a la Guardia Civil de Punteareas para presentar quejas contra la ONG internacional de rescate por presunta explotación laboral. Entre ellos, Carlos Osorio. En la queja, que ha podido acceder al salto, Osorio afirma que “no tiene un horario establecido” para su trabajo voluntario y, a pesar de no haber firmado ningún contrato, “cobra semanalmente 50 euros”, por el cual firma “No recibí de la cual no recibe copia”.
Esta queja también establece que el personal del hotel puede “estar inmerso en una situación similar de explotación laboral, cuando trabaja sin un contrato y bajo la amenaza de no poder legalizar su estadía o residencia en el país” e indica que serían “al menos seis personas que trabajan en la cocina del hotel” en la misma situación.
Pero en las sombras de la gestión internacional de rescate no solo hay quejas de explotación laboral. Otro de los voluntarios de la organización asistió a la Guardia Civil para presentar una queja por agresión sexual. En el documento, que también ha sido enviado a este escrito, la víctima explica que un coordinador “toca su hombro izquierdo” para que “masajeó lo mismo hacia la altura del cuello, invitándolo a relajarse, que estaba muy tenso, que si era su deseo lo invitó a cenar”. También le dijo, siempre según la denuncia, “que podía ayudarlo a conseguir los papeles en España, procediendo a bajar la mano fuera de la camisa del demandante para acariciar su pecho”.
En una conversación con El Salto, CE ha admitido que le han informado sobre la existencia de quejas en la Guardia Civil. Por otro lado, afirma que actualmente hay 28 voluntarios en Galicia, pero niega que las personas en situación irregular estén haciendo trabajos estructurales dentro de la ONG, alegando que “reciben dinero para compensar los gastos incurridos por su voluntario”.
Según Carlos Osorio, el viernes 25 de abril, la Guardia Civil apareció en el dispositivo de recepción: “Aparecieron como una policía judicial, con una inspección laboral; e hicieron una declaración a todas las personas que estaban trabajando”. Posteriormente, según los informes, los voluntarios son llamados a una reunión con AM, coordinador de los centros en Galicia. “Hasta ahora lo estás haciendo, esto se escanea (…) recibes semanalmente. Los 100 euros semanales y 50 semanas”, dice en un audio al que el salto también ha tenido acceso. “La inspección ha sido una sorpresa para todo el equipo (…) Somos conscientes de que ha habido una mala praxis”.
El director de la ONG revela en un audio la filtración de quejas: “Esto no me lo ha escrito, se lo ha escrito al delegado del gobierno en Galicia”
El director de la ONG apareció en el municipio de Pontevedrés un día después de la inspección laboral en el centro. “Después de la llegada del Poli aquí (…) tenemos algunos contactos (…) Alguien nos ha dicho, no oficialmente, que había una queja a la ONG en una estación de policía de Galicia, que son algunos de ustedes”. Así es como se dirigen a los voluntarios para preguntar sobre las quejas en las audios analizadas por este medio. “Esto ha sido dicho por la Guardia Civil (…) y no me miento a la Guardia Civil”. Posteriormente, aclara que la filtración proviene de arriba: “Esto no me lo ha escrito, se lo ha escrito al delegado del gobierno en Galicia”.
Estos medios se han puesto en contacto con la delegación del gobierno en Galicia para solicitar una evaluación de la supuesta fuga de las quejas, pero no ha obtenido una respuesta hasta el momento de la publicación de este artículo.
Varios voluntarios han presentado una queja ante el trabajo provincial y la inspección del Seguro Social de Pontevedra. En los documentos, a los que este periódico ha tenido acceso, alegan “abandono, acoso y explotación laboral”, así como “violación de los derechos básicos” y solicitan protección legal contra posibles represalias por parte de la ONG.
Como afirman, el director de la organización, CE, continúa en Mondariz-Balneario y “dice que no se irá hasta que el problema se resuelva”. Mientras tanto, la incertidumbre se ha instalado entre los voluntarios del centro de recepción. Nadie les ha informado oficialmente de lo que sucederá después de la inspección laboral o si se tomarán medidas contra las quejas presentadas. “La policía aún no ha llamado a nadie para testificar o no ha hecho absolutamente nada”, dicen.
Fachada del Hotel Cemar, donde se alojan los migrantes. Alba Cambeiro
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