Hace unos días, visité Tanzania nuevamente para promover este país como destino de inversión y turismo gastronómico. Tengo que decir que su biodiversidad, café plantaciones, artesanías y la calidez de su pueblo me recuerdan a mi infancia en Colombia.
A pesar de estar ubicado en diferentes continentes, en cierto sentido podría decir que Tanzania y Colombia son países hermanos. Ambos están en un momento de crecimiento económico y progreso turístico que hace que valga la pena centrarse en ellos. Tanzania, que crece 41% por año, es el país con el mejor desempeño turístico en África, en el campo de la inversión extranjera directa, es el tercer jugador regional según el ranking del Financial Times. Por otro lado, con el 37%, Colombia, es el segundo país de las Américas con el mayor crecimiento turístico y el cuarto en la clasificación de receptores de inversión extranjera más altos en el sector.
Cuando los incentivos hacia un nuevo modelo turístico, la sostenibilidad y la preservación de sus recursos naturales se tratan, comienzan a ser vistos como una prioridad: ambos han implementado leyes para reducir el uso de plásticos de uso único, especialmente en el hotel, que los posiciona como referentes en dos regiones que desean apostar en la diversificación económica a través del turismo sostenible.
En el turismo, está su presente y parte del futuro
En términos turísticos, según datos de turismo de la ONU, Tanzania recibió 2,14 millones de turistas internacionales en 2024, con 3.700 millones de euros en ingresos, mientras que Colombia alcanzó 6,6 millones de visitantes con ingresos de US $ 8,6 mil millones.
Esto deja el punto de madurez turística que Colombia está llegando, pero también que Tanzania se está posicionando estratégicamente, especialmente como un destino de ecoturismo gracias a la protección de áreas como el Parque Nacional Serengeti y el Kilimanjaro.
Si observamos la infraestructura turística, ambos países tienen desafíos que enfrentar, pero avanzan. Según el Foro Económico Mundial (2024), Tanzania ocupa el puesto 81 en el índice de competitividad de viajes y turismo, dos posiciones anteriores que el año anterior y Colombia se encuentra en 50º.
Hoy es el momento de avanzar a estas dos naciones hacia la creación de nuevos incentivos para lograr una mayor inversión privada de impacto. Algunos ejemplos que vienen a la mente: acceso preferencial a la tierra en áreas rurales, reducción de procedimientos para licencias y permisos en el desarrollo de áreas protegidas donde prevalece el turismo natural, poca capacidad de carga y muy alta calidad.
Personalmente, creo que el incentivo más relevante para desarrollar para atraer a más inversores a regiones como Guaviare, Putumayo, Dar es Salaam o Mto Wa Mbu es el de las alianzas públicas-privadas para la capacitación técnica y profesional. Sin lugar a dudas, poder demostrar que ambas comunidades, indígenas y residentes están capacitados para abordar el turismo, es la principal garantía de invertir en su desarrollo.
El camino es largo, pero tanto Tanzania como Colombia son países jóvenes y empresarios cuyo compromiso con el turismo en los momentos más difíciles ha sido decisivo para que hoy en día podamos ver cuán poco a poco suenan en el campo multilateral, como dos naciones que han logrado a través del sector económico más humano de todos, dar una voz a sus comunidades.