Víctor Manuel shed. Es el corazón del biobío persa, el eje del vecindario en el que tiene lugar mi novela Franklin Slaughterhousey donde he ido desde que tengo razón. Allí aprendí a amar los objetos antiguos y donde también me convertí en un acumulador compulsivo. Mi abuelo, como mi papá, eran muy caquureros [personas que guardan muchas cosas]. Me tomaron, así que sé ese lugar desde la infancia. Por lo tanto, tengo miles de problemas infernales de Cachurero: botellas, viejos relojes, juguetes, bastones y todo inimaginable. Pero me encanta esa dimensión de la ciudad. Soy muy nostálgico. Siempre he tratado de curar la nostalgia, pero es una enfermedad que sufro hace mucho tiempo. (Víctor Manuel 2230).
BANDEX CENTRAL DE MATTA Avenue. Allí, frente a la calle Madrid, está el vecindario donde vivo durante cuatro años. Es un viejo Santiago que lucha por persistir, entre enormes torres de concreto. Ha sido una especie de redescubrimiento para mí, porque de niño lo visité. Estaba con mi papá, que era mecánico automotriz, para comprar repuestos. Hoy es un lugar que tiene sus profesionales y contras, pero disfruto porque es lindo, conservado, incluso en más rincones Carreteados [desgastados]. Puedes caminar, algo que sea clave en mi trabajo para madurar ideas. (Avenida Matta, intersección de Madrid).
Final del parque forestal. Fue donde viví durante 10 años, alrededor de la Plaza del Corregidor, y un poco más fue La Vega, el mercado central, y el sur, el centro clásico con sus tiendas. Es un punto nervioso de la ciudad, donde se dividen barrios muy importantes. Pero también tiene mucho significado emocional para mí. Vivía en un antiguo departamento, en Ismael Valdés Vergara 746, desde donde podía ver el tránsito de la gente o la fauna humana que pasaron. Mientras estaba en el primer piso, tenía un patio donde fui asado, algo que me encanta. En ese edificio conocí a mi dama actual, María Paz, y nuestros dos hijos nacieron. También en ese sitio escribí mis primeros libros. Y cuando terminó la feria internacional de libros de Santiago, era el siguiente, un lujo, porque vine a ver escritores como Juan Villoro.
Ejército con gorbea. Es el corazón del vecindario de la universidad y la Universidad de Portales de Diego (UDP), donde dicto clases: un trabajo muy importante para mí, desafiante. Me siento lleno al caminar allí, hacia la universidad y para conocer a los estudiantes. El UDP ha realizado un muy buen trabajo de conservación y reutilización de tantos edificios hermosos. Es un espacio que me relaciono con mi edad adulta, donde enseño literatura creativa, y tengo ese vínculo con las generaciones jóvenes.
Galería de farmacia. Es la Providencia clásica: librerías, papelería y el restaurante Tavelli para detenerse a escribir y comer un pastel. La primera librería que visité fue en la farmacia: Chimera, ya no existe. Pero sigo visitándolo para comprar discos de vinilo, un CD de Michel Petrucciani o los Beatles, y las películas de Blu-ray en la tienda de cine. Sé que estos formatos ya no se usan, pero tienen una calidad de reproducción única y también respetan a los artistas que producen eso. Me gusta el acto físico, tengo en mis manos. (Avenida Providencia 2124).

Estados Unidos con Villavicencio. Es la calle donde se encuentra la casa en la que vivía, junto con su familia, el arquitecto Luciano Kulczewski. Es un espacio de calma por los pasos de la ciudad agitada, el eje que se une al bosque con Lastarria, también un lugar privilegiado para caminar y deleitar.
Central Alameda Bandery. Es un espacio amplio, con antiguos árboles, estatuas y bustos, asientos para sentarse para corregir trabajos y leer. La vocación urbana, social y republicana de la capital es magnífica. Por lo general, me siento, debajo de un árbol gigante, para trabajar. (Ubicado entre Vergara y los héroes).
Camilo Mori Square. Es la mejor y más hermosa urbanidad que se puede encontrar en la capital. Cerca de la entrada, Pío Nono del Cerro San Cristóbal, del Chucre Manzur y de Galindo Restorán, donde iba a almorzar cuando trabajara en el canal 13. Ida y alrededor de Antonia López de Bello, una calle tranquila e invita a viajar a pie incalculadamente. Eso me atrapa, porque me apasiona aprender a descubrir la ciudad solo, dejar ir y sorpresa por los espacios de Santiago. Con Santiago, donde siempre he vivido, tengo una relación como si fuera un pariente, que siempre está vinculado a uno, con sus cosas buenas y malas. (Constitución y Antonia López de Bello, Providencia).

The Queen, Simón Bolívar sector with Palmas de Mallorca. Es donde nací y crecí, un vecindario con muchas calles verdes y tranquilas. Un viaje que disfruté mucho en mi juventud temprana: caminar por Echeñique, a Cinépolis (ex cine Hoyts), ver algunas películas y luego escalar caminando por Simón Bolívar, abstraído de la belleza e inmensidad de los plátanos del este.
Irrazate con Macul. Una vez hubo el Santiago Jazz Club, que visitaba todos los fines de semana en mi adolescencia. Hoy esa casa ya no es, ni la barbacoa Donde el Tommy Ni la clásica nieve de helado, espacios fundamentales de mi juventud e infancia, respectivamente. Sin embargo, un poco más alto, la fuente suiza persiste, los mejores Sanguches en Santiago, un lugar para almorzar con amigos o también aprovechar la alimentación de empanadas (una de Pine y otro de queso), mientras disfruta de un libro.