En el escenario del programa “Juego de voces”, donde las luces suelen apuntar al espectáculo, Lucero desvió todos los reflectores Al amor más auténtico: el de una madre.
Con una voz firme, pero llena de ternura, el cantante y la actriz dejaron el público sin palabras al compartir una historia que no requiere decoraciones o giros dramáticos para estremecerse. Su verdad, contada por el alma, era suficiente para paralizar el momento.
Todo comenzó cuando Angelica vale, que sirvió como anfitriona, lanzó una frase que marcaría el patrón de la noche.
“Un mensaje de amor se convierte en una canción para alguien muy especial: LuceroSé que quieres compartir una historia con nosotros. “
Lo que nadie esperaba era que esta historia se convirtiera en una de las declaraciones de amor materno más poderosas que el programa ha regalado en los últimos momentos.
Lucero subió al escenario sin prisa. Informó de sobriedad y dulzura cómo, después de haber cruzado la barrera 30, recibió lo que describió como “el mayor regalo que Dios podría darme”.
La llegada de su hijo la transformó, pero algo más fue creado en su corazón: “Siempre soñé ya que era un niño para tener un hombre primero y luego una niña … y Dios que es tan bueno conmigo me cumplió”.
-Tres años después, ese anhelo se materializó. Llegó la niña. Y ninguna chica. Un intenso, visceral, inconfundible del primer grito.
“Como naciste, eras diferente, siempre único … seguía llorando y gritando desde el momento en que lo tuve en mis brazos”. Y aunque esas lágrimas iniciales se calmaron, el amor solo creció. “Ella es la otra mitad de ese motor que Diario se mueve para tratar de ser la mejor madre del mundo”.
El momento llegó a su cúspide emocional cuando Lucero la invitó al escenario con un simple pero poderoso. “Ven, hermoso bebé”.
Frente al público, sin máscaras ni poses, la artista dedicada a su hija la canción “The Trip” de Conchita, que se convirtió en un himno íntimo, una promesa eterna: “Siempre me cuidaré, aunque de lado … estaré cerca de usted hasta el último día de mi existencia”.
El impacto fue inmediato. El auditorio irrumpió en un suspiro colectivo. Angélica vale, visiblemente conmovida, no pudo evitar expresar lo que muchos pensaban: “Lucero, te he admirado toda tu vida, pero en este momento pienso más … para todos nosotros que somos madres, nos hemos hecho una lágrima y nos has inspirado divinamente”.
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