Una última foto. Una imagen que resume años de ilusión, de esfuerzo y de comunidad. Más de 600 personas, entre jugadores, entrenadores, directivos y patrocinadores, se reunieron ayer en el polideportivo de Pumarín para posar juntos como parte de la gran familia del Alimerka Oviedo baloncesto. Fue el colofón a una temporada que, aunque no tendrá el premio del play-off para el primer equipo, deja un poso de orgullo colectivo. Pero, por encima de todo, fue La Foto: el último retrato en el que todos, desde los benjamines hasta los profesionales, compartieron pista en el histórico pabellón ovetense.
Fernando Villabella, presidente del club, no ocultaba su emoción. “Yo soy una persona tremendamente nostálgica y sentimental”, confesaba mientras observaba el ir y venir de jugadores por la pista. “Alguna vez que pienso en que no volveremos a jugar aquí… no voy a decir que me caiga una lagrimita, pero me da un poco de pena”, aseguraba, recordando que lleva 25 años pisando la cancha, primero echando una mano en el Vetusta y luego como parte del OCB. “Un periodista escribió que Pumarín es una marca registrada en el baloncesto nacional. Y creo que tiene razón”, sentenciaba.
Jugadores jóvenes de la cantera del club. / Luisma Murias
El club está valorando hacer un acto de despedida más formal del pabellón. “Nos gustaría que fuera algo bonito, que estuviera a la altura de lo que ha significado este lugar para nosotros”, apuntó Villabella. “Pero también es un síntoma de crecimiento. Cambiar significa avanzar”.
Javier Rodríguez no escondía el simbolismo del partido del próximo viernes contra el Zamora: “Es una despedida. De la temporada, de la afición… y también de Pumarín. Merecemos que sea una buena despedida. Este pabellón ha sido emblema de lo que representa el baloncesto en Oviedo. Ahora empieza una nueva etapa, pero siempre estaremos agradecidos por todo lo vivido aquí”, aseguraba el técnico.

Villabella Greeet Javi Rodríguez, ingenio de Marc Martís. / LUISMA MURIAS
Uno de los que mejor representan ese sentimiento es Marc Martí. El jugador lleva cinco temporadas defendiendo la camiseta del OCB y reconoce que el pabellón tiene algo especial: “Aquí se crea una atmósfera diferente. Los rivales lo dicen, lo difícil que es ganar aquí. Lo vamos a echar de menos”. Martí tuvo ocasión de vivir el recinto tanto como visitante como jugador local. “Siempre ha sido un lugar especial, y ahora queremos despedirlo con una victoria, como se merece”, comentaba el pivote.
Sobre el nuevo palacio, todos coinciden en que supondrá un paso adelante para el club. “Hemos visto fotos, vídeos… Ha quedado muy bonito. Va a ayudar mucho al crecimiento del club y de la ciudad”, explica Martí. El entrenador también lo ve como una oportunidad: “Un palacio para 5.500 o 6.000 personas en Oviedo es importante. Ojalá se llene, ojalá más gente se sume al proyecto. El Oviedo Baloncesto puede convertirse en un símbolo del deporte asturiano”.

OCB / Luisma Murias
Mientras tanto, Pumarín aguarda ese último partido con la mezcla de emociones que acompaña a las despedidas importantes. No habrá más fotos de familia en su cancha. Pero sí recuerdos imborrables. Porque, aunque el escenario cambie, la esencia permanece.
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