El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) confirmó El día que tiene solo cinco obras que formaron parte del Instituto para el Instituto para la Protección de los Ahorros Bancarios (IPAB) de casi 2,000 piezas de las instituciones bancarias que fueron declaradas en quiebra y fueron beneficiadas por el Fondo Bancario para la Protección de Ahorro (Fobaproa) de Ernesto Zedillo en 1994.
Estas son pinturas que iban a ser subastadas, pero después de largos esfuerzos burocráticos realizados por el Consejo Nacional de Cultura y Artes (Conaculta), luego por Rafael Tovar y Teresa, fueron donados al gobierno federal por los propios bancos, siendo declarados monumentos artísticos nacionales.
Retrato de mujeres/Eve Mayers (1934), por David Alfaro Siqueiros, y Río abajo (1985), por cubano Tomás Sánchez, se encuentran en el Museo de Arte Moderno (MAM); Reviele Medallion (1757-1816), por Manuel Tolsá, y Vista de Guelatao, (1889) por José María Velasco, están bajo la protección del Museo Nacional de Arte (Munal), mientras que Paisaje de Vallenfrada (Sin fecha) está en fianza en el Museo del Paisaje José María Velasco en Toluca, estado de México.
Según un informe de 2002 del IPAB, el aceite de Siqueiros, del cual hay pocas imágenes en Internet, era parte de la herencia de Banpaís (propiedad de Ángel Isidoro Rodríguez Lo divino). En 1999, la pieza se transfirió al munal a través de un contrato de depósito, por su guardia y custodia, y debido a que la fobaproa no tenía las instalaciones necesarias y adecuadas, así como personal calificado para ahorrar, conservar y monitorear trabajos con valor artístico y comercial de relevancia. Esto también permitiría que las piezas se exhiban al público en general.
Para rescatar el patrimonio cultural de la nación, el Nacional Conacult, ya sea nacional o individuos.
Las pinturas de José María Velasco pertenecían a banco Unión (por Carlos Cabal Peniche). También fue hasta 2001 que la donación se completó, después de que se revisó y confirmó que desde 1943 el trabajo artístico de este autor fue declarado un monumento artístico por decreto presidencial.
Los aceites y el trabajo gráfico de Manuel Felguérez, Juan Soriano, John Frederick Herring, Luis Nishizawa y Vicente Rojo no dirigieron el mismo destino, entre otros, que fueron subastados en esos años para recursos para reducir el costo asociado con los programas de apoyo para ahorrar, explicó el IPAB.
En agosto de 2000, una subasta recaudó 4 millones de 7 mil pesos, especialmente para el porcentaje de piezas colocadas: 305 obras se vendieron 77 por ciento, cuando la cifra de subasta habitual es del 50 por ciento.
De esa venta, trascendió la Galería López Morton, responsable de la oferta, tomó al menos 600 mil pesos en comisión, aunque hubo un trabajo estelar: Mexico from the Hacienda de los Morales, Del estadounidense Conrad Wise Chapman (1840-1910), una pieza que por sí sola generó ingresos para un millón de 700 mil pesos, y hoy es parte de la Fundación Carlos Slim.
El más codiciado
En una entrevista con este periódico en mayo de 2000, el entonces director del Inbal, Gerardo Estrada, explicó: Negociamos para que el trabajo que se considera importante está bajo custodia de los museos. No estamos interesados en el trabajo gráfico, pero la pintura original, y dijeron que otras piezas de patrimonio podrían intercambiarse comercialmente, pero se limitan a abandonar el país. (El día, 31/5/2000).
Para los coleccionistas, fue una decepción que las mesas de Velasco fueran retiradas de las subastas, ya que estaban esperando desde 1991, cuando una foto de ese autor se vendió en Nueva York en 2 millones de 420 mil dólares, cuando su precio de salida era de 800 mil dólares.
Poco después, la imagen Valle de México del Cerro de Tenayo Apareció como parte del Museo Velasco en Toluca. Un corredor lo habría comprado en nombre de un coleccionista privado y lo dio en fianza al recinto.
Según los datos de Ipab, se subastó un díptico Rufino Tamayo Adán y Eva; México bajo la lluvia, trabajo mixto en tela Vicente Rojo, y la mixografía de Fernando de Szyszlo, Casa 8 interior, Belonging, respectively, to Banca Cremi, Banpaís and Banca Unión.
An oil on Vicente Gandía, oils of Luis Filcer (Cerro de la Estrella Y Cozumel al anochecer), así como la técnica mixta El mundo gira, por Javier Arévalo y la escultura Cabeza de caballo, por Pedro Cervantes.
Hubo cuatro Siqueiros (trabajo gráfico) que se pusieron a disposición del mercado: un color incoloro de la serie Mourlot, Otro carbón titulado América Latina, un carbón más conocido como El guardián de La Paz y otra litografía de color sin título. Para cada uno de estos, se pagaron 15 mil dólares en ese momento.
Aunque la colección de IPAB tenía un costo estimado cercano a un millón de dólares, según los expertos, como se informó ayer El día, Solo recaudó alrededor de 11 millones de pesos, con varias inconsistencias en el proceso en términos del número de obras, así como la determinación de piezas de gran valor artístico.
Según el Instituto, el proceso fue el siguiente: en abril de 1997, comenzó la primera purificación que consistió en separar las obras más importantes que, por su valor artístico, se consideran excepcionales y, en segundo lugar, las obras decorativas con valor artístico.
Una comisión, entre las cuales se encontraba Luis Ortiz Macedo y Mariana Pérez Amor, seleccionaron las 105 obras que originalmente se consideraron artísticos según la información publicada por este periódico en 1999.
Las pinturas fueron adquiridas por los banqueros en el auge salinista como decoración de sus oficinas. Los diputados, entonces de la oposición, a cargo de investigar el Fobaproa, dijeron que en Banco Anáhuac, Juan Antonio Zepeda aceptó la compra de pinturas en grandes cantidades, con valores de entre 5 mil y 25 mil dólares. Querían convertir los edificios de los bancos en palacios similares a los de Nueva York. Por lo tanto, en la estrategia de salvado de la casa de valores, se encontraron nueve litografías, por un valor de 15 mil dólares cada uno, de la inspiración de Siqueiros. (Los banqueros) tomaron los recursos del banco para comprar obras de arte cubiertas, y fue una práctica general para sentirse parte de la plutocracia. El destino de la gran mayoría de las obras no se conoce exactamente (El día, 12/11/99).
Cuando ocurrió la Fobaproa, los legisladores denunciaron, en Banpa, se recuperó una cantidad importante, aunque solo se aprobaron pinturas de valor medio. Se mostraron las obras, terminaron, porque habían controlado los contraloradores.