Thelma y Luisa Es una película que ya ha pasado tres décadas y todavía tiene un carácter icónico. Thelma Dickinson (Geena Davis), un ama de casa con una vida vacía y anodina, está casada con un detestable cretino que la trata como a una niña. Por su parte, Louise Sawyer (Susan Sarandon) trabaja como camarera en un café y pasa la mayor parte del tiempo sola, ya que su novio Jimmy (Michael Madsen), que es músico, está de gira. Un fin de semana deciden hacer un viaje juntas en el coche de Louise para alejarse de la rutina mortal de sus vidas y de todas sus frustraciones. Sin embargo, su escapada, que prometía ser divertida y, sobre todo, liberadora, acaba siendo una experiencia llena de episodios dramáticos.
A lo largo de este tránsito ambas mujeres crecen y cambian. Louise, endurecida por años de camarera y trauma histórico, se suaviza con el tiempo, a medida que Thelma pasa de ser una ama de casa melancólica e ingenua a alguien que roba tiendas para conseguir el dinero que tanto necesita. Hay una muerte, una persecución policial y un final impactante.
Una reseña reciente confirma los puntos fuertes y los límites de la película. Estos últimos proceden, sobre todo, del guion de Callie Khouri, que traslada el esquema de Butch Cassidy al siglo XX y al género femenino, que por supuesto ganó un Oscar y un Globo de Oro, y que se esmera en retratar a sus dos personajes femeninos principales, brindando jugosas oportunidades a sus actrices. Sin embargo, no es difícil notar cierto grado de maniqueísmo y caricatura con el que este guión describe a sus personajes masculinos, aunque algunos escapan al estereotipo.
Pero la película es mejor que esas simplificaciones, y sus principales virtudes tienen nombre y apellido: Susan Sarandon, Geena Davis, Ridley Scott. La dedicación de las dos actrices enriquece sus papeles, convirtiendo a estas dos mujeres en seres complejos, a veces entrañables, a veces irritantes. Y el director Scott respalda el material con lo que ya se sabe que es su mejor marca registrada: una refinada artesanía cinematográfica publicitaria (sin decirlo en sentido peyorativo: le ayudó a hacer cosas como Extraterrestre) que envuelve la historia en un cuidado encuadre y color, atención a los vastos paisajes y cierta potencia dramática cuando es necesario. El reparto secundario cumple en gran medida con lo que se les pide, desde un Brad Pitt juvenil hasta la veteranía de Keitel, pasando por el desplante de Michael Madsen. La película no es necesariamente una obra maestra, pero ciertamente sigue siendo un título verdaderamente digno.
