‘La parra’, de Alberto Gracia, el milagro silencioso del cine español

Alberto Gracia firma la única película española que ha estado este año en una sección oficial de un festival internacional y uno de los ejercicios de cine más provocativos e inquietantes de la temporada

La solución mata un enigma y el enigma mismo lo mantiene vivo. Pero un enigma sin solución ni siquiera es un enigma. La gracia consiste en mantener intacta la posibilidad de una respuesta sin caer jamás en la tentación de responder efectivamente. la vid, por Alberto Gracia, Es esencialmente un misterio, un enigma que recorre la pantalla como una débil amenaza, como un secreto compartido, como una promesa incierta. Como todo eso y, como ya se ha dicho, como un enigma.

Pero todo lo anterior no tendría sentido, más allá del lirismo pedestre, si no fuera también una de esas películas que silenciosamente está ahí para marcar el año del cine español. Recién anunciada la competición oficial de Cannes y con el recuerdo no muy lejano de la Berlinale, la última producción del director gallego incorporado a la nómina de Novo Cinema puede presumir de ser el único que ha entrado en una sección oficial de un festival internacional. Lo hizo en Róterdam y, a partir de ahí, ha saltado de competición en competición hasta estar en la plantilla del cercano y lejano Jeonju.

Se cuenta la historia de Damián (Alfonso Míguez); La historia de un hombre que, cansado de vivir pobremente en una gran ciudad, decide regresar a su Ferrol natal en cuanto recibe la noticia de la muerte de su padre. En realidad, esta historia se cuenta justo en el momento en que se hace público el concurso de televisión en el que participa. Se cuenta su historia, decíamos, y la de Cosme, un hombre que se suicidó y con el que se confunde una y otra vez a Damián. Damián es Cosme y Cosme nunca sabrá quién es. Mientras tanto, una plataforma petrolera se estrella contra el puente que conecta Ferrol con el mundo; mientras tanto, un grupo de ciegos pululan, perdidos en su ceguera; mientras tanto, el amor, la muerte y las moscas.

La película comienza en la oscuridad y el director de la soberbia y también profundamente enigmática La Quinta Evangelización de Gaspar Hauser Deja que el espectador decida dónde está. ¿En medio de la noche? ¿En medio de un túnel? ¿En el espacio profundo? Y así hasta descubrir (este misterio sí tiene solución) que vemos con ojos de personas ciegas que caminan. Lo siguiente que escuchamos es la leyenda que justifica el nombre de la ermita de Chamorro. ¡Ya nariz! (Ya estoy muerto) es lo que gritó un marinero justo antes de ser salvado por la virgen. Y luego una muerte que es suicidio. Y luego un programa de televisión con preguntas. Y luego… la historia de Damián.

Es leyenda, es misterio y es ruina. Profundamente hermoso, profundamente divertido y profundamente profundo.

En su meticuloso desconcierto, La película avanza sembrando enigmas con una precisión muy cercana al entusiasmo. La magnífica fotografía de ion de sodio apoyado por la inquietante e irónica música de Jonay Armas Actúan como contrapunto a una historia en la que las imágenes buscan su significado detrás de las palabras y éstas buscan su justificación en las melodías de las canciones populares. La Parra es el nombre de la pensión donde duerme Damián; la vid Es la película española del año. Hasta ahora. Habrá más, pero este enigma debe resolverse. O no, por eso es un enigma.

 
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