Con el beneplácito del Kremlin, un arsenal de películas rusas llega a los cines habaneros

Con el beneplácito del Kremlin, un arsenal de películas rusas llega a los cines habaneros
Con el beneplácito del Kremlin, un arsenal de películas rusas llega a los cines habaneros

La Habana/

La Embajada de Rusia en la capital, la compañía cinematográfica estatal Roskino y otras compañías moscovitas no han escatimado recursos para que la “Isla de la Libertad” –como se conoce a Cuba en el remoto imaginario ruso– goce de las “mejores y más modernas propuestas” de sus cineastas.

Sin embargo, ni la entrada gratuita ni los títulos de las películas lograron tentar a los cubanos. Muy pocos se detuvieron en el Yara para el estreno de El retoal que asistieron no sólo el agregado cultural de la Embajada de Rusia y otros diplomáticos, sino también el director de la película, Klim Shipenko, junto con varios miembros de su equipo.

Con indiferencia, un empleado de Yara entregó a los espectadores un programa, un bolígrafo con los colores del festival y un “cuestionario” de satisfacción sobre el cine ruso. “¿Te gustó el evento? ¿Cómo valoras la organización? ¿Qué película viste? ¿Como lo descubriste? ¿Qué posibilidades hay de que vuelvas a asistir el año que viene? Abrumados por el interrogatorio, algunos doblaron la hoja de papel y buscaron sus asientos.

Al estreno de ‘El Desafío’ asistieron el agregado cultural de la Embajada de Rusia y otros diplomáticos, y el propio director de la película, Klim Shipenko
/ 14ymedio

Grupos de estudiantes, varias personas mayores y muchos rusos constituyeron el público final de El reto. De los asientos centrales, reservados al cuerpo diplomático, salió el agregado cultural y subió al escenario junto a Shipenko y un grupo de cineastas. Mientras hablaban –largamente– sobre la película, el público sufrió numerosas bajas. “Es agradable ver tanta gente en el cine”, dijo el director.

Cuando finalmente comenzó la película, el desajuste de la banda sonora –excesivamente ruidosa– expulsó a más cubanos del Yara. La película se encargó del resto. Los diálogos en ruso, a menudo gritados, y la trama sangrienta de la película impresionaron al público. Un cirujano, explica el programa, va a la Estación Espacial Internacional para realizar una operación en las difíciles condiciones de la estación.

El tono triunfante y exaltado de las hazañas rusas tampoco pasó desapercibido. Con algunas excepciones, como los niños. Cheburashka –que tiene una versión soviética muy conocida por los cubanos–, las películas que Rusia trae a La Habana tienen un fuerte componente ideológico y contienen un mensaje propagandístico a favor del Kremlin.

Aunque estos valores –habitualmente defendidos por Vladimir Putin en sus discursos– están marcados en El retoque pone de relieve la “superioridad tecnológica” de Rusia, heredada de la carrera en el espacio de la Unión Soviética, es El campeón del mundo.de Alexey Sidorov, la película más politizada que los cubanos podrán ver durante el festival.

Trata de la conocida rivalidad entre dos de los ajedrecistas más controvertidos de todos los tiempos: el disidente ruso Victor Korchnoi y su eterno rival, el campeón mundial Anatoly Karpov, icono soviético durante la Guerra Fría y miembro del Partido Comunista. La historia es maniquea: aunque ambos son considerados genios en el juego de la ciencia, la película presenta a Korchnoi como un borracho y a Karpov como un joven brillante, respetuoso de la patria y defensor de Rusia contra el “desertor”.

El desajuste de la banda sonora excesivamente alta expulsó a varios cubanos del Yara
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Curiosamente, y a pesar de su lealtad al Kremlin, Karpov –hoy miembro del partido de Putin– fue ingresado gravemente en un hospital de Moscú en 2022 en circunstancias sospechosas. Aunque su familia y los medios rusos lo negaron, un rumor indicó que se trataba de “una advertencia” de Putin por sus críticas a la invasión de Ucrania.

A pesar de la propaganda y los efectos especiales de El campeón del mundo. cualquiera El reto, la precariedad de las instalaciones de Yara -supuestamente recientemente reparadas- devuelven al espectador cubano a la vida real. Lo saben bien quienes, huyendo de los escenarios de la operación a pecho abierto de un cosmonauta, intentaron ir al baño del cine.

“Lo desconectaron todo porque se tiraba el agua”, explica un guardia apostado cerca de los sanitarios. Frustrados, los espectadores abandonaron el Yara convencidos de que –con o sin Rusia– el verdadero desafío no es operar en el espacio, sino vivir en Cuba.

 
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