Teatro Nacional, un teatro para lo mejor del arte – .

Teatro Nacional, un teatro para lo mejor del arte – .
Teatro Nacional, un teatro para lo mejor del arte – .

La Habana, 16 jun.– Junto al ICAIC y la Casa de las Américas, instituciones fundadas en aquel mítico año de 1959, el Teatro Nacional de Cuba se erige como símbolo de una época fundacional de la cultura cubana. La cultura de la Revolución, la cultura en Revolución o incluso, la Revolución de la Cultura.

No se trataba, como vivieron otros procesos revolucionarios en el mundo, de barrer una tradición y empezar de cero, en experiencias a menudo traumáticas. El objetivo era realzar los valores más auténticos de la creación, promover sus mejores expresiones y crear una plataforma para sostener esta producción artística y literaria, para ponerla a disposición de la ciudadanía, sin prejuicios de clase.

La cultura como patrimonio compartido. Esa fue la apuesta del Teatro Nacional de Cuba, dirigido en sus inicios por Isabel Monal, una mujer de extraordinaria sensibilidad, capacidad integradora, con nociones claras de la naturaleza del arte.

Gracias a este impulso de la Revolución triunfante, el Teatro Nacional fue epicentro de un sólido movimiento cultural, que abarcó la literatura, la música, el folklore, la danza moderna y la renovación teatral.

Bajo ese paraguas surgieron instituciones fundamentales del sistema institucional de las artes en Cuba.

Por ello, es fácil apreciar los aportes del Teatro Nacional de Cuba a la consolidación de un proyecto cultural sólido que atendiera las exigencias del momento. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el fenómeno en que se convirtieron los instructores de arte tuvo su génesis precisamente en ese teatro.

Es fácil valorar las aportaciones del teatro en el pasado, pero el presente plantea muchos desafíos.

El Teatro Nacional debe ser el espacio privilegiado para las máximas expresiones de las artes escénicas, la música y las artes visuales, de Cuba y más allá de estas fronteras.

Tiene que consolidarse como un referente para el resto de instituciones de su tipo. De hecho, ahora es un referente, allí actúan las compañías más importantes de Cuba, los mejores artistas. Pero no puede, o no debe, dejar lugar a la mediocridad. Espectáculos de primer nivel, en esa sala siempre tendrían que presentarse espectáculos de primer nivel.

Lo que no significa, por supuesto, que se abandone el trabajo comunitario realizado en los barrios aledaños a la institución.

Son tiempos difíciles, muchos de los recintos de la ciudad se encuentran cerrados, sometidos a complejos procesos de restauración. El Teatro Nacional ha tenido que asumir buena parte de la programación de la escena habanera. Pero hay que hacerlo sin concesiones. Y ese, en última instancia, es el mayor desafío. (Texto y foto: Cubasí)


 
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