Dos horas de misa pagana, con cantos apocalípticos y un Presidente en éxtasis

Dos horas de misa pagana, con cantos apocalípticos y un Presidente en éxtasis
Dos horas de misa pagana, con cantos apocalípticos y un Presidente en éxtasis

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Humo, rayos de luz blanca, los primeros golpes de la batería de Bertie Benegas Lynch. Entre la oscuridad del escenario parque Luna Se pueden observar las figuras de cinco músicos y un cantante. Es su canción: “Panic Show”, pero El León no aparece. La banda libertaria, que debuta esta noche, toca la segunda canción. Él lo juega todo. Nada. Hasta que finalmente, desde el otro lado del estadio, avanza en medio de la gente, rodeado de guardias, Javier Milei. Hay empujones y peleas a su alrededor. “Mírame, soy el león”, irrumpe en “Panic Show” esta segunda vez.

El Luna Park, que se fue llenando con el paso de las horas, está casi lleno, pero el público camina sin problemas. No él, quien logró el furor que requería esta entrada teatral y tardó casi toda la canción en recorrer la distancia de 30 escalones para llegar al escenario.

Y ahora comienza el espectáculo. Fuera de control, Milei salta y arenga al público, va de un extremo al otro del escenario, se golpea el pecho con los puños cerrados, hace temblar las manos abiertas como si estuviera en trance. Su camisa metida debajo de su largo abrigo de cuero negro, en un retorno a su look rockero. “Querida, quería hacer esto porque quería cantar”, dice cuando toma el micrófono y se ríe a carcajadas, casi oscuramente.

El Presidente grita “Panic Show”, que suena por tercera vez, ahora todo cantado por él. “Yo soy el rey, te destruiré. “Todo esto es mi apetito”, le responde, con los ojos azules muy abiertos y las cejas arqueadas.

Así comenzó un acto absolutamente Extravagante, extraoficialmente para la política argentina; especialmente en tiempos de crisis y ajuste. Fueron dos horas de misa pagana celebrada por un presidente en éxtasis.

La noche se dividió en diferentes eventos. Como una obra de teatro compuesta por números independientes y un tanto inconexos, así se presentó el espectáculo de presentación del último libro de Milei alternó el rock con una exposición sobre economía del Presidente, anécdotas personales, encuentros espontáneos con personajes del público y un final con tres amigos: el Presidente, su portavoz, Manuel Adorniy el diputado José Luis Espert– sentados en una sala, frente a la militancia libertaria, recordando viejos tiempos, repartiendo agradecimientos y elogios, y celebrándose.

Una vez finalizada la primera etapa, el microrecital, las luces se concentraron en un atril y el resto del escenario quedó a oscuras. “Hola a todos”, dijo el presidente con un tono ronco y algo imponente. En cada nueva aparición en el escenario, Milei era reintroducida –o reintroducida–. Ahora tenía una voz más tranquila y una gran sonrisa. Luego comenzó con una serie de agradecimientos: a su hermana, a sus ministros,…. Una y otra vez el evento se alejó del motivo formal de la convocatoria: la presentación de “Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica”.

El salón final: Adorni, Milei y EspertSantiago Filipuzzi

Había dos anillos en la audiencia. En el VIP, en sillas al lado del escenario, estaban los ministros del Gabinete Nacional, los padres del Presidente, dirigentes de La Libertad Avanza y Pro, e invitados especiales. Detrás, militantes y muchos simpatizantes libertarios salvajes que habían llegado por su cuenta y formaron largas colas para entrar.

La noche de Milei estuvo llena de burlas e ironía contra quienes considera sus enemigos; los de siempre, como “los colorados” y los “aborteros”; y los nuevos, como el Feria del Libro (“Con el intento de boicot, la Feria del Libro nos dio esta fiesta. Gracias kirchneristas”, se rió) y el presidente español, Pedro Sánchez. “Sánchez, compadre”, empezó a entonar la gente y él los detuvo, aunque parecía encantado. “No, hombre, Mondino me va a pedir horas extras”, se rió, en alusión a los problemas diplomáticos que ha acumulado su gestión.

Algo similar había sucedido segundos antes, cuando el público coreaba que Cristina Kirchner va a ir a prisión. “Yo los acompañaría, pero me van a acusar de violar la independencia de poderes, ¿no crees que ya tengo muchos problemas?”

“Básicamente vengo a presentar mi reciente libro”, había dicho Milei, como para establecer orden, cuando se paró detrás del atril. En este segundo acto, el Presidente mutó en un profesor de economía que hablaba en un lenguaje técnico incomprensible para la gran mayoría de los presentes, quienes, sin embargo, escuchaban atentamente sus largas reflexiones teóricas. Las salidas histriónicas del presidente ayudaron a mantener la concentración de la audiencia, como cuando celebró la “belleza matemática de la teoría del valor” y dijo: “La disfruté más que mi primer Playboy”. También contribuyó a que las frases incluyeran constantemente referencias sarcásticas contra alguien. Las críticas siempre fueron muy bien recibidas por el público. Y cuanto más enojado, mejor. Fueron respondidos con aplausos y silbidos.

Javier Milei, en la clausura del evento del Luna ParkSantiago Filipuzzi

Entre los asistentes había un pequeño grupo que no solo siguió el discurso de Milei sobre economía, sino que también hizo comentarios a los gritos. El presidente les reprochó un purismo excesivo y les pidió flexibilidad. “Si no, nos comerán los zurdos”, les dijo. Era un grupo de hombres que Milei tenía bastante lejos del escenario, a su derecha.

El público estaba formado en su mayoría por hombres jóvenes, pero también había mujeres y algunos padres y madres con niños pequeños. No faltaron personajes excéntricos como el “doble de Milei” nacido en Florianópolis, quien de traje y peluca desgreñada, tenía un aceptable parecido con el Presidente. “Soy la Milei de Floripa. Soy político y economista. Profesor de educación terciaria y yo queremos que también nos deshagamos de la izquierda en Brasil”. Contra todo pronóstico, pudo demostrarlo: en su billetera tenía su documento y una credencial como diputado suplente por el Partido Liberal, la de Jair Bolsonaro.

El Milei con sintonización brasileña era casi tan extraño como un Mickey que con lo poco que se entendió debajo de su cabezota de espuma defendió la dolarización. “Por Estados Unidos, por el dólar”, dijo para explicar su disfraz. Ella dijo que todo lo suyo estaba en sus pulmones. Que cuando usa su verdadera identidad es mecánico en Ituzaingó Oeste, que alquiló el disfraz en 20.000 pesos y que hizo fila como cualquiera para entrar.

Ademar Meireles, político brasileño y la “Milei de Floripa”Santiago Filipuzzi – LA NACION

El área alrededor del Luna Park estaba llena de gente desde primera hora de la mañana. Aunque el Gobierno afirmó que se trataba de un acto privado, no hubo policia Federal Estaban apostados alrededor del Luna Park, que estaba completamente vallado. Y el registro, con detector de metales en cada uno de los accesos, fue realizado por personal uniformado del Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). Son dos fuerzas que dependen de Patricia Bullrich.

A las 17.30 horas, cientos de personas que esperaban para conseguir una entrada formaron colas incomprensibles que serpenteaban por la Plaza Roma.

En la meta, en la esquina de Bouchard y Lavalle, los que tenían sus boletos en mano estaban presionados contra las vallas (como Nazareno, de Saavedra, quien dijo orgulloso que había sido el primero en llegar al Luna Park, a las 10). , con quien habían hecho toda la cola y se dieron cuenta que quienes repartían boletos ya no estaban.

Branko y Gastón, que vendían tazas desde las 15.00 horas, compraron dos boletos a las 17.45 en las prisas: ambos por 6.000 pesos, a una pareja que juraba haberlos adquirido por la derecha. “Ahora lo revendo por 10.000. Somos liberales. Es el mercado”, bromeó Branko. Si hubieran esperado, unas horas más tarde habrían entrado gratis.

Colgado de su cuello, Branko llevaba una bolsa roja, en la que sólo le quedaba una taza, con una foto de Donald Trump rodeado de hombres corpulentos: “Esta es la del liberalismo musculoso”. Habían vendido los otros 42. Uno por 7.000 y dos por 10.000, era la promoción. Los impactados fueron los que tenían una sola inscripción: “Lágrimas de zurdo”.

Frente al Luna Park, tambores ensordecedores obligaron a los vendedores ambulantes a gritar. “Las mascarillas de Milei cuestan 3.000, los patitos cuestan 1.500”, dijo Mariano, quien vendió los patitos amarillos que están de moda. “Fui al Once a buscar más. Estos vuelven a salir”, dijo. Un cordobés cobró vida y puso lana marrón a los patitos que vendía. “Milei y Pato. La mejor fusión contra castas”, los promovió.

El cordobés que vendía patitos con pelo de Milei en Plaza Roma los promocionaba como “Milei y Pato. La mejor fusión contra las castas”.Gorjeo

Horas más tarde, Bullrich sería uno de los funcionarios más celebrados en el VIP. Se sentó al lado del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. ellos también fueron Zulemita Menem, Daniel Scioli y Yuyito González. tal renacimiento de los 90, con gente que los vivió intensamente y cerca del poder.

El espectáculo encabezado por el Presidente tuvo un final acorde a lo extraño que resultó el resto de la noche. Milei, Adorni y Espert, abrazados en el escenario como si acabaran de ganar una elección, celebraron y saludaron, mientras sonaba a todo volumen “Se viene”, famosísima canción protesta que Bersuit Vergarabat compuso en 1997 contra el menemismo. situación política y económica. “La explosión viene”, dice, y cuando estalló la crisis de 2001 hubo quien consideró que había sido premonitoria. Milei la cantó ajena a cualquier paralelismo. “Si esto no es una dictadura, qué es, qué es”, saltó muy feliz el Presidente, arengando a los que quedaban del público, bajo una explosión de papelitos plateados relucientes.

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