Un álbum debut sin título y sin el nombre de la banda en la portada. Sólo una foto, algo difusa, de los cinco integrantes de perfil, serios, sin sonrisas. Entre sus grooves no hay ningún golpe inmediato ni agradable. Un sonido crudo y directo.
Matías Bauso
El 16 de abril de 1964 se lanzó en Inglaterra el primer álbum de los Rolling Stones. Contra todo pronóstico, se convirtió en un éxito inmediato.
Más de 100.000 ejemplares en la primera semana. Expulsó a los Beatles del primer lugar de las listas británicas por primera vez en 50 semanas. Se mantuvo en la cima durante los siguientes tres meses.
Los Rolling Stones llegaron para quedarse. Esa frase es tan cierta que hoy, sesenta años después, siguen vigentes.
Y ante tantos contendientes que los desafiaron en estas seis décadas, lograron mantener el cetro, la corona de todos los pesos: el de la banda de rock más grande del planeta.
El dúo creativo de los Stones
Mick Jagger y Keith Richards, antiguos compañeros de primaria que habían dejado de verse, se encontraron, tiempo después, en una estación de tren. Se saludaron y empezaron a hablar. Descubrieron intereses comunes. Lo que finalmente los unió fue darse cuenta de que tenían los mismos álbumes. Entre ellos The Best of Muddy Waters y Rockin’ at the Hops de Chuck Berry, también los de Howlin’ Wolf y Bob Diddley.
La banda se fue formando poco a poco, arreglando las piezas. Mick Jagger y Keith Richards se acercaron a Brian Jones, que tenía su propio proyecto. Se unió Charlie Watts, el baterista de jazz un poco mayor. Entonces lo hizo un bajista discreto y eficaz, Bill Wyman.
Más detalles en INFOBAE