“Acabar con Dire Straits fue una decisión inteligente” – .

El guitarrista y compositor abre las puertas de su casa en Londres para repasar su carrera musical con motivo del lanzamiento de su décimo álbum de estudio en solitario, ‘One Deep River’

Se le ve feliz en su “pecera” de los British Grove Studios, el refugio musical desde donde Mark Knopfler ha construido un peculiar puente entre el pasado y el futuro. El espíritu indeleble de Apuros Se mezcla ahí con la vieja consola EMI que George Martin usaba con los Beatles y con la fiebre compositora que a sus 74 años se ha apoderado del propio Knopfler. El lanzamiento de su décimo álbum en solitario, Un río profundo (Universal) ha coincidido con la celebrada versión del Ir a casa en el que ha conseguido reunir a todos sus “guitar heroes”. La subasta de 120 de sus guitarras más queridas, autor de clásicos como Sultanes del swing cualquiera Tan lejos Dice tener todavía cuerdas para rato…

Diez álbumes en solitario son motivo de reflexión. ¿Te arrepientes de algo en tu carrera?
No siento nostalgia, pero sigo teniendo orgullo. Poner fin a Dire Straits hace casi treinta años fue una decisión inteligente. Hicimos buena música, nos lo pasamos genial. Nunca he sido de los que se niegan a interpretar sus grandes éxitos. Todas las veces que he vuelto a jugar Compañeros de armas (improvisa acordes en el aire con la mano izquierda) He compartido esa emoción con la gente. Esas canciones conllevan un poder especial que debe cultivarse. No puedes fallar. Si lo haces bien, las primeras tres o cuatro notas son suficientes para llevar a la gente a un lugar reconocible y muy especial.
Y eso lugar ¿Estaba quizás en desacuerdo con los grandes estadios? ¿Cuál fue el verdadero motivo de la ruptura?
Nos hicimos demasiado grandes. Dimos más de 240 conciertos en un año, viajamos con dos o tres escenarios, no conocía a la gente que vino de gira con nosotros. Siempre disfruté del contacto con el público, con el sentimiento del Curro vivir. Pero esa sensación de pasar de evento en evento Nos abrumó… Fue bueno así. Pude ampliar mis horizontes en solitario, colaborar con grandes músicos… y finalmente tener mi propio estudio.
Ser músico y tener tu propio estudio suena a ser futbolista y dueño de tu propio club…
Y encima tener a mano un equipo de fisioterapeutas, que son los técnicos de sonido (risas). Es verdad, me siento como en mi segunda casa. Compongo en mi propia casa, vengo aquí y me dejo apoyar por gente que sabe de música. Lo tengo todo cerca y es muy gratificante. Tener mi propio estudio me ha dado una tremenda independencia y libertad creativa.
Cualquiera diría que se convirtió en un compositor compulsivo a partir de los setenta, como su amigo Dylan…
Es curioso. Te haces mayor y todo parece suceder más rápido. Y ese sentimiento se traslada a la hora de componer. no se que es el bloqueando del compositor, siempre me han parecido olas, momentos en los que eres más o menos creativo. Y ahora me siento en un punto álgido, sí, no sé si llamarlo fase de compositor compulsivo. Tenía más de veinte canciones en proyecto, y después Un río profundo Se acerca un EP. Me encantan los EP, me recuerdan a la era de The Shadows.
Alguna vez has dicho que prefieres ser considerado un compositor antes que un “virtuoso de la guitarra”…
La guitarra para mí es el medio, no es el fin en sí misma. La arquitectura de una canción es la melodía y la letra, siempre he creído en el poder de contar una historia… Digamos que la guitarra es el mueble, un accesorio que a veces tiene la virtud de hacerte sentir como en casa, digo. como en Compañeros de armas (vuelve a mover los dedos de la mano izquierda en el aire).

¿Era premeditado ser zurdo y jugar con la derecha? ¿Conoces a otro guitarrista que lo haga?
No conozco ninguno, sinceramente. En mi caso, proviene de mis intentos fallidos de sacarle sonido al violín cuando era niño. Para coger fuerza en el mástil utilicé la mano izquierda, que es la buena. Y eso me permite aprovechar la vibratos. Con mi mano derecha he intentado hacer con los dedos cosas que nunca se consiguen con la púa: siempre he sentido una gran admiración por guitarristas flamencos como mi desaparecido Paco de Lucía o Vicente Amigo. Están en otra dimensión.
¿Y qué sentiste cuando recientemente subastaste nada menos que 120 guitarras?
Tengo muchos más, suficientes para hacer al menos otro disco… (risas). Fue con fines benéficos y espero que también haya servido para hacer algún regalo inesperado a sus nuevos dueños. Estoy convencido de que cada guitarra tiene una canción en su interior, esperando que alguien la extraiga.
Cuéntanos cómo fue reunir a tus 60 “guitar heroes” en tu nueva y celebrada versión del Ir a casa de Heroe local
La paciencia es el ingrediente fundamental para grabar un buen disco, y esto ha sido una clara demostración. Poder contar con gente como Bruce Springsteen, Sting, Ronnie Wood, Eric Clapton, Hank Marvin, Bryan May, Peter Frampton o mi viejo ídolo Joe Brown ha sido algo realmente impagable (también Ringo Starr a la batería). Más la emoción de poder tener la última grabación de mi admirado Jeff Beck, me la envió semanas antes de su muerte. La mayoría de ellos me enviaron sus temas, otros vinieron personalmente al estudio. Es una obra con un nivel musical y emocional muy alto.
Tu nuevo álbum, Un río profundo¿Cuál es quizás el más autobiográfico de su carrera?
Posiblemente. Muchas veces me inspiro en historias ajenas o de terceros, pero quizás este sea el disco que más tiene de mí, empezando por el valor metafórico del puente sobre el río Tyne en Newcastle. Cruzar ese puente fue un desafío para quienes queríamos dejar atrás la provincia y dar el salto a Londres, y salir al encuentro del mundo. Tiene un tono melancólico de fondo e influencias del blues, folk, country, la música que siempre he escuchado. Parece que a la gente le gusta.
¿Qué opinas, por cierto, del cierre en cadena de 123 locales de música en vivo en el Reino Unido en el último año?
Lo encuentro muy preocupante. Porque las bandas necesitan ganar experiencia y crecer en ese contacto directo con el público en esos clubes, así empezamos todos. En definitiva es un problema de dinero: sería tan fácil como bajar o eliminar impuestos. Debemos hacer todo lo posible para proteger nuestra cultura de Curro o corremos el riesgo de cerrar las puertas al talento.
 
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