entre la realidad absurda y la paradoja de la riqueza – .

entre la realidad absurda y la paradoja de la riqueza – .
entre la realidad absurda y la paradoja de la riqueza – .

En el contexto de la conmemoración del centenario de la muerte del célebre escritor checo Franz Kafka, es bueno desentrañar algunas de las lógicas ocultas detrás de la aparente sinrazón que caracteriza la vida en La Guajira, la tierra árida olvidada por los mortales y todos. los dioses

Olvidado en un paisaje desolado, donde las huellas del tiempo y la negligencia se entrelazan para crear una pesadilla kafkiana para sus habitantes. Y recurriendo al hombre cuyo apellido se volvió absurdo, es necesario instalarse en la posmodernidad para encontrar en la península caribeña el sinónimo perfecto de lo kafkiano, de una realidad absurda hecha territorio y en riesgo de ser “adjetivada”.

Como Joseph K. en El Proceso, los Wayuú han quedado atrapados en un laberinto burocrático sin fin, donde la esperanza se desvanece a cada paso. Sus solicitudes de títulos de propiedad han estado estancadas durante décadas, dejándolos vulnerables a los desalojos y la pérdida de sus tierras ancestrales. Y al igual que El castillo de la novela de Kafka, el gobierno parece distante e inalcanzable. Los funcionarios se esconden detrás de un muro de regulaciones incomprensibles, ignorando las peticiones de ayuda y justicia.

Las promesas se hacen y se rompen, dejando a los wayuú en un perpetuo estado de incertidumbre. La desnutrición, la pobreza y las enfermedades acechan en cada esquina.

Las clínicas no cuentan con suficientes suministros y el acceso al agua potable es limitado. Los niños padecen enfermedades prevenibles, mientras las madres luchan por alimentar a sus familias. Al igual que los personajes de Kafka, los Wayuú están atrapados en un sistema opresivo que los aliena y los despoja de su humanidad. Su lucha por la supervivencia se convierte en una batalla contra fuerzas abstractas que parecen controlar su destino.

Como bien lo expresa el escritor Weildler Guerra Curvelo en su más reciente columna en el diario El Español, podemos decir que Kafka y La Guajira tienen un carácter “transnacional y transcultural” y representan “diversidad cultural y lingüística”. Asimismo, y con base en las valoraciones del antropólogo, se observa con asombro, no sólo una relación Kafka-Gabo, sino una “conexión ontológica” entre Kafka y La Guajira que “trasgrede el límite entre lo real y lo irreal”. Conexión que se manifiesta en las singularidades geográficas, culturales y espirituales de la península y que forma parte de los “elementos identitarios” de la Guajiridad.

La Guajira sufre una crisis de agua potable que se ha vuelto crónica. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en un país que se jacta de su riqueza natural, exista semejante paradoja? Pero lo absurdo no termina ahí. La Guajira es también una de las regiones más ricas en recursos minerales y energéticos: carbón, gas natural, sal, yeso. Sin embargo, estos tesoros subterráneos no se han traducido en un mejor nivel de vida para sus habitantes. Por el contrario, la pobreza, la desnutrición y la falta de oportunidades siguen siendo la norma. ¿Cómo explicar que una tierra tan bendecida por la naturaleza se haya convertido en un páramo de miseria y olvido?

Y si pensábamos que nada podía ser más absurdo, nos encontramos con la intrincada maraña burocrática que rodea cualquier intento de mejorar la situación. Proyectos de infraestructura, programas sociales, iniciativas de desarrollo perdidos en un laberinto de trámites, permisos, estudios y aprobaciones que parecen viajar a través de interminables tormentas de arena.

Es como si la propia administración pública se hubiera convertido en un obstáculo insuperable para el progreso de esta región. La Guajira se ha transformado en un microcosmos de una pesadilla kafkiana, donde la burocracia, la negligencia y la desesperación se entrelazan creando un tormento existencial. Los Wayuú se han convertido en los K. de su propia historia, condenados a vagar por un laberinto sin salida, perseguidos por la ansiedad y la desesperanza.

Estas son sólo algunas de las paradojas que configuran la “Guajira kafkiana”. Pero más allá de la denuncia, hay que proponer espacios de reflexión y búsqueda de soluciones. Porque si algo nos enseña la obra de Kafka es que incluso en medio del absurdo, siempre hay una chispa de humanidad que puede encender la esperanza. Únete a este viaje por los vericuetos de la realidad Guajira, para que juntos encontremos “La Metamorfosis” hacia la justicia social y el desarrollo que tanto merece esta región.

 
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