La dura advertencia de Oberlin tras sufrir el robo de la campana de su iglesia – Notas – Casos –.

La dura advertencia de Oberlin tras sufrir el robo de la campana de su iglesia – Notas – Casos –.
La dura advertencia de Oberlin tras sufrir el robo de la campana de su iglesia – Notas – Casos –.

Cuando la madrugada del domingo el responsable de la parroquia de la Crucifixión del Señor, en la calle Berutti, en el barrio de Müller, tiró de la cuerda para tocar la campana, pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien allí. No sólo porque ya no se escuchaba la campana, sino porque era obvio que la cuerda ya no tiraba de nada.

Durante la noche, desconocidos subieron al tejado, desengancharon el timbre, lo bajaron y luego, con total impunidad, lo vendieron. Aunque todavía no se sabe con certeza quién lo redujo, no hace falta ser adivino para saber por qué fue robado: para conseguir el dinero necesario para comprar una dosis más de droga.

La parroquia Crucifixión del Señor es liderada desde hace años por el sacerdote Mariano Oberlin, una de las voces más poderosas que se alzó en el extremo oriente de la ciudad de Córdoba para denunciar el avance de la droga.

Ahora, al denunciar el insólito robo de su campana, Oberlin no sólo hizo un llamado público para intentar recuperarla, sino que antes Cadena 3 Advirtió que detrás de este tipo de casos se empieza a ver organizaciones cada vez más poderosas.

Antes de que funcionarios municipales y provinciales quisieran verlo, Oberlin logró demostrar cómo el paco, convertido ahora en “pipazo”, estaba generando verdaderos estragos sociales. Una oferta ilegal pero no clandestina que se vincula a un deterioro general mucho más profundo que en esa parte de Córdoba Capital se sostiene desde hace más de dos décadas.

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La industria del “robo marginal”, donde jóvenes desesperados por la droga roban absolutamente todo lo que pueden (cables, grifos, tapas de medidores, tuberías y hasta una campana) para luego revenderlos por unos pesos en lugares donde se compran y venden metales. que emergen con sorprendente facilidad en los barrios de Córdoba.

“Lo que me preocupa más allá del valor simbólico de la campana, que es importante y tiene 50 años y fue resultado del esfuerzo de mucha gente, es que vemos que los niños están cada vez más desesperados por conseguir una moneda y consumir drogas, y que cada vez hay más gente que les vende”, comenzó a advertir Oberlin.

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Y continuó: “Ahora también vemos cómo se están organizando los que se dedican a la delincuencia. Varias veces me preguntan si estamos cerca o lejos de Rosario (en términos de violencia asociada a la delincuencia), siempre digo que creo que estamos lejos”. “pero nadie nos impide avanzar hacia eso, si esto no se detiene a tiempo estamos en camino hacia eso, va a ser cada vez más complicado”.

¿A qué se refería? Con la experiencia de quien camina cada día por la realidad más cercana a él, Oberlin informó que en esa zona de la ciudad ya identificaron verdaderos centros para “reducir” objetos robados. A diferencia de lo que ocurría años atrás, cuando los jóvenes ladrones tenían que ir a tocar el timbre de sus vecinos para ofrecer lo que acababan de robar, ahora hay lugares abiertos las 24 horas donde reciben todo, sin preguntar nada y siempre pagando poco.

“Cuando los criminales empiezan a organizarse, cuando los que promueven el crimen empiezan a organizarse, es cada vez más difícil detener eso. Para los niños que roban, antes era más difícil ofrecer lo que iban a recibir, pero ahora a cualquier hora saben dónde ir a ofrecerlo, dónde ir a venderlo y en general tienen éxito en la venta. Por eso me sorprende que no se pueda investigar quiénes son los que se dedican a eso, a coleccionar eso, a comprar en cualquier momento, en cualquier momento. fomentar el crimen”, denunció Oberlin.

El cura no es la primera vez que sufre un robo en su parroquia. Los cables fueron arrancados recientemente de un viejo camión que están tratando de renovar y antes perdieron una guadaña y otras herramientas de trabajo. Siguiendo el rastro de uno de estos últimos objetos, dijo, llegaron a uno de estos centros de “reducción”, de donde fueron sacados bajo amenazas de bala.

“Me sorprende que sea tan difícil investigar a quienes se dedican a promover la delincuencia”, concluyó el sacerdote.

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