Investigadores santafesinos detectaron beneficios medicinales del cannabis en tratamientos contra el cáncer

Investigadores santafesinos detectaron beneficios medicinales del cannabis en tratamientos contra el cáncer
Investigadores santafesinos detectaron beneficios medicinales del cannabis en tratamientos contra el cáncer

Domingo 16.6.2024

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Última actualización 11:22

El cannabis medicinal tiene propiedades catalogadas como antitumorales contra el cáncer de cuello uterino. Así lo indican los resultados de un equipo santafesino que investiga, desde hace algunos años, el uso de la planta para tratamientos de salud. “Hasta ahora hemos encontrado resultados positivos”, celebra Jorgelina Varayoud, directora del Laboratorio de Endocrinología y Carcinogénesis, del Instituto de Salud y Medio Ambiente de la Costa (ISAL), un instituto de doble dependencia entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas ( Conicet). ) y la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

El proyecto denominado “Evaluación preclínica del cannabis medicinal alto en CBD: propiedades antitumorales en células de cáncer de cuello uterino humano” propone un diseño “in vitro” que permite estudiar las propiedades antitumorales del cannabis medicinal, evaluando si puede reducir el crecimiento. de los tumores. “Para los ensayos utilizamos gotitas de cannabis medicinal que nos proporcionó el Laboratorio Industrial Farmacéutico de nuestra provincia (LIF) sobre células tumorales de cáncer de cuello uterino humano, y comprobamos que el cannabis retarda el crecimiento de estas células, lo que sería un beneficio para combatir esta enfermedad”, resume y explica didácticamente el investigador que recibió a El Litoral en el laboratorio ubicado en la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Ciudad Universitaria de Santa Fe. El trabajo se realiza en colaboración con investigadores del Laboratorio de Biología Celular y Molecular Aplicada del Instituto de Ciencias Veterinarias del Litoral (ICiVet-Litoral, doble dependencia entre la UNL y el CONICET).

Mauricio Garín.

De cada planta de Cannabis sativa se pueden extraer alrededor de 150 fitocannabinoides. Se trata de compuestos biológicamente activos presentes en las resinas secretadas por las flores. “En estos momentos estamos estudiando uno de ellos y el resultado fue positivo, en un modelo de laboratorio de cáncer de cuello uterino”, afirma Varayoud. Estos resultados coinciden con otro tipo de antecedentes similares, detectados por científicos que estudian el uso del cannabis medicinal (evaluando diferentes fitocannabinoides) para combatir otro tipo de tumores.

El futuro

El siguiente paso que quiere dar este equipo de investigación local es verificar qué pasaría utilizando un aceite de cannabis definido como de “espectro completo”, que contiene todos los componentes extraídos de la planta, para comparar la respuesta. de estas células tumorales. “¿Tendremos el mismo resultado que si usáramos ese único fitocannabinoide que verificamos antes?” pregunta Varayoud. “¿Cuál será la respuesta de las células con la combinación de todas?” Él continúa. “Esa es una pregunta que buscamos responder”.

El equipo de investigación formado por los Dres. Trabaja en busca de respuestas científicas. María Mercedes Milesi y María Paula Gastiazoro y las doctoras María Emilia Racca y Ailín Almirón bajo la dirección de Varayoud, en ISAL, instituto dirigido por la Dra. Laura Kass.

Los primeros estudios sobre el uso del cannabis medicinal tenían como objetivo los cuidados paliativos y atenuar los síntomas de pacientes con, por ejemplo, epilepsia refractaria, para mejorar su calidad de vida. Posteriormente también empezó a utilizarse en cuidados paliativos para pacientes con cáncer. Ahora lo que se busca es dar un paso más con el uso de este medicamento en busca de, por ejemplo, contribuir a detener el crecimiento tumoral. “Para ello, es fundamental realizar estos ensayos preclínicos utilizando células humanas en cultivo y utilizando modelos animales”, afirma Varayoud.

Estos son los cultivos de la planta que se realizaban hasta el año pasado en el Inta de Ángel Gallardo, destinados a la investigación científica y producción de aceite medicinal. Mauricio Garín.

En este sentido, desde hace varios años otros científicos han obtenido resultados positivos en diferentes partes del mundo, que luego fueron traducidos en publicaciones científicas, para el cáncer de mama, pulmón, próstata y colon, entre otros. Aunque cada vez se realizan más estudios clínicos con cannabis medicinal en diferentes países, prácticamente no existen ensayos clínicos que hayan analizado la actividad antitumoral detectada en modelos preclínicos. “En España se está desarrollando un estudio clínico en pacientes con tumores cerebrales agresivos tratados con terapias convencionales a las que se añade cannabis medicinal”, afirma Varayoud. Como ocurre con muchos estudios, el problema de trasladar a la clínica lo que se verifica en los ensayos preclínicos (el uso del cannabis medicinal como tratamiento antitumoral) es complejo. Afortunadamente, para los pacientes hoy en día existen otros tratamientos que logran buenos resultados”.

Consumo de cannabis en Santa Fe

Si bien en los últimos años ha habido grandes avances en políticas públicas que promueven la investigación y el uso del cannabis medicinal tanto en Santa Fe como en otras provincias, los investigadores creen que los beneficios para los pacientes “deberían llegar a un mayor número de personas”. ”.

-¿Los médicos indican el aceite de cannabis para distintos tratamientos de salud en Santa Fe?

-Actualmente no sabemos cómo se está manejando el tema en el ámbito público, pero consideramos que es posible que en nuestra provincia falte formación en medicina cannábica – afirma Varayoud.

Luego, su colega y compañera de investigación, la Dra. María Paula Gastiazoro, agrega que “en el ámbito privado hay médicos que por su formación y convicción deciden formarse y elegir este tipo de tratamiento para sus pacientes, pero es No es algo muy extendido y no todos los pacientes tienen acceso”.

El aceite de cannabis que se produce en el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) de Santa Fe. Mauricio Garín.

“También es necesario transferir el conocimiento existente sobre el uso del cannabis medicinal a los pacientes, que es el paso más importante que hay que dar para que la ciencia básica no se quede en un libro”, afirma Gastiazoro, becario postdoctoral en CONICET y profesor de Fisiología Humana, en la citada casa de estudios.

Elaboración propia

En este contexto, algunos pacientes o sus familiares -como los integrantes de Mama Cannabis (Macame)- tienen la posibilidad de producir su propio aceite de cannabis medicinal, a través del cultivo artesanal de la planta y la posterior producción del aceite, mediante el registro en el registro Reprocann, que le da un marco legal. Además, el Laboratorio de Control de Calidad de Medicina de la facultad cuenta con metodologías para verificar la composición del aceite obtenido, es decir, su calidad.

El resultado de esta investigación desarrollada en Santa Fe fue compartido el mes pasado en el III Congreso Nacional de Cannabis y Salud, realizado en La Plata. Hasta allí viajaron investigadores locales para presentar sus avances. “Durante el congreso nos dimos cuenta que en nuestra universidad abordamos distintos aspectos del tema del uso del cannabis medicinal, entonces estuvo muy bien representada, y que en los últimos diez años en la Provincia se ha avanzado mucho en el desarrollo e investigación”, destaca Gastiazoro, en comparación con otras casas de estudio y sobre los desarrollos alcanzados en otras provincias.

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Sin embargo, “creo que en los últimos tiempos ha disminuido el compromiso con este tipo de investigaciones. No es que todo se detuvo, sino que quedó en stand by”, advierte Gastiazoro, “mientras otras provincias, en esta instancia en la que se encuentra el país, han sabido administrar sus recursos para seguir dinamizando esta área de investigación”.

La ciencia argentina en crisis

-¿El recorte que hizo el Gobierno nacional en la inversión destinada al desarrollo científico argentino cubre sus proyectos y su trabajo?

-Sí. El problema actual es intentar seguir funcionando con lo que queda de financiación – afirma Varayoud -. En este momento no estamos recibiendo fondos para aquellos proyectos que ya teníamos aprobados, con una duración de dos o tres años. Es decir, si necesitamos comprar un reactivo de laboratorio no tenemos fondos, porque se acabaron los juegos y no se han rotado los nuevos. Además, hay otras investigaciones que fueron aprobadas a fin de año y aún no se firman los contratos para comenzar a ejecutarlas. Así que estamos haciendo lo que podemos para estirar los pocos fondos que nos quedan, pero son finitos. Paralelamente estamos pensando en estrategias de futuro, ya sea buscando financiación internacional o privada, para poder continuar con los diferentes estudios. Esto significa un cambio de dinámicas, pensamiento y estrategias que no es fácil, porque al hacer ciencia básica (basada en la generación de conocimiento) no tenemos este ejercicio en el día a día. Me preocupan mucho los jóvenes investigadores que recién inician sus tesis doctorales para iniciar una carrera científica, como el caso de Paula -señala Gastiazoro, a quien dirige como becaria desde el principio-.

-¿Cuál es tu situación actual? -El Litoral consulta al interno.

-Hice mi tesis doctoral mientras cursaba un doctorado binacional entre Argentina y Alemania. Durante los 5 años de mi tesis, pude formarme durante 1 año en Alemania y el resto en nuestro Instituto, y mi deseo es continuar mi formación aquí. Quiero quedarme en el país. El Estado nacional invirtió mucho en mi formación. Mientras espero que se formalice mi ingreso a la carrera de investigador del Conicet, puedo continuar con una extensión de beca postdoctoral. La limitación es poder sustentarse económicamente, porque me gusta mucho lo que hago. Realmente los científicos argentinos son recibidos con los brazos abiertos en el exterior y esa es una oferta tentadora. Pero quiero vivir aquí y hacer ciencia aquí. Entonces estamos pensando en buscar una manera de financiarlo, buscando estrategias. Porque si nos vamos todos destruiremos el sistema de ciencia argentino. Y esa no es la solución.

-La cuestión es cuánto tiempo podrán resistir…

-Sí, así sin más. Especialmente cuando alquilas tu departamento y tienes gastos diarios. Al final del mes reflexionas y te pones en crisis, porque sin recursos no puedes continuar.

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En Argentina, la carrera de un científico comienza luego de graduarse de una carrera (en este caso, Bioquímica). Al principio son cinco años de estudio e investigación; luego otros tres años de actividades postdoctorales; y luego postuló para ser investigador del Conicet. La formación es muy rigurosa. Una vez que ingresa a la carrera como científico argentino, asciende de rango para generar proyectos cada vez más importantes. “Terminé como becario postdoctoral con mi ingreso al CONICET aprobado, pero el sistema sigue congelado desde diciembre”, lamenta Gastiazoro.

Estos retrasos en el ingreso a una carrera investigadora en Argentina no son nuevos. “Quienes estamos involucrados en esto sabemos que esperar dos años o más hasta que salga su aprobación, lamentablemente, sucedió muchas veces en otras épocas”, explica Varayoud. “Así que si su aprobación no llega”, dice en relación a Gastiazoro, “literalmente se quedará sin trabajo”, concluye. “A esto le sumo que no tengo la jerarquía para postularme a ciertos proyectos”, dice el pasante, “por lo que siempre tengo que incorporarme a algún otro proyecto sin poder generar mi idea desde cero. Esto también te limita y frena tu contribución a la ciencia”.

 
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