La humanidad contra el castrismo – .

La humanidad contra el castrismo – .
La humanidad contra el castrismo – .

La vida se puede organizar de dos maneras: en base al ser humano y en base al resto. La civilización se basa en el ser humano.el otro es el sufrimiento, la desesperanza y el horror.

Inaugurado en 1929, los arquitectos del Capitolio de La Habana se ocuparon de disponer en sus alrededores de amplias zonas de parques públicos. El edificio que albergó a los legisladores mientras eran servidores de la nación no podía sino favorecer el deambular de sus electores. Tras décadas de abandono y funciones alternativas, el castrismo, jefe desde 1959, devolvió al Capitolio su función como sede del Poder Legislativo, tras la restauración y restablecimiento del esplendor fundacional. Una vez retiradas las vallas que impedían el paso durante las reparaciones, los custodios del lugar recibieron la orden de impedir que los peatones accedan a sus áreas públicasalejar a los ciudadanos del espacio donde están escritas sus leyes: la decisión ilustra, con un ejemplo arquitectónico, el alejamiento de la política que sufrimos los ciudadanos bajo el castrismo.

Antes, a finales de los 90 o principios de los 2000, al culminar una importante restauración de la heladería Coppelia –construida por el comunismo en los años 60– quienes asistíamos a la céntrica esquina habanera nos encontrábamos con que Sus amplios paseos interiores habían sido cerrados al público con cadenas que permanecen en 2024. Los clientes apenas pueden recorrer sus caminos para entrar o salir de las áreas de venta.

Él El Estadio Cerro, meca del deporte nacional, sufrió el cierre de sus numerosas puertas hace muchas décadas hasta tener un único canal de entrada y salida para el tránsito de las multitudes asistentes a los juegos.

Las escuelas se están desmoronando, pero no faltan ladrillos para levantar muros de dos metros que reducen su amplio acceso a un paso estrecho y hostil. Y Los hospitales reclasifican sus tickets dejando un número reducido de ellos para los pacientescuando los edificios sanitarios cercanos no están conectados con pasillos interiores y sus entradas históricas están tapiadas.

Se eliminan asientos de bancos, oficinas públicas y parques, en un país donde las colas y las esperas se han convertido en un lastre añadido a nuestras desgracias. Los tejados no están concebidos para dar sombra y los árboles están devastados, amenazando con convertir las ciudades en un desierto de cemento.

Él El morboso desprecio por el ser humano tiene su propia arquitectura, y como carece de edificios para exhibir, lo impone quitando a lo construido la consideración por la humanidad que los frecuenta.

Bajo el imperio comunista, El cubano es un agente que obstaculiza, cuesta, erosiona y, ante la incapacidad de hacer valer nuestra importancia como electores, sujetos de derechos y propietarios, La retirada de la civilización hace aflorar los instintos bestiales. Lo que sucede con la arquitectura ilustra lo que sucede con nuestra humanidad, excepto que es imposible medir ese daño en la forma en que se inflige a un conjunto de paredes y ventanas.

Pero si el “fantasma que recorre el mundo” ha mostrado a los cubanos la versión de un orden centrado en la inhumanidad, la dificultad para mantener el culto a nuestras prioridades es general a la especie. Los ecologistas, los grupos movilizados contra las discriminaciones más molestas, las reivindicaciones de los trabajadores, las asociaciones en torno a la fe o los esfuerzos contra la guerra, pueden dividirse según promuevan la cultura o el desprecio hacia el ser humano.

La forma en que la inhumanidad se basa en el deseo de justicia es algo que merece la mayor atención. El absurdo que parece proponer que los sentimientos más elevados sean compartidos con sujetos miserables, se asemeja a esos problemas que encuentran las ciencias cuando, habiendo vencido las ventajas proporcionadas por la recolección de pruebas y el laboratorio, son incapaces de continuar sin la intuición y la fantasía, la forma en que nuestros primeros antepasados ​​se representaban en las paredes de las cuevas. Hemos llegado tan lejos en la producción tecnológica y en el robo de secretos de la naturaleza, y para querer decidir entre nobleza y inmundicia no tenemos mayor capacidad que la que teníamos hace 30.000 años.

No se trata de negar el desarrollo, sino de constatar que la humanidad es algo dado y absolutamente desconocido, un estado que encarnamos con enorme incertidumbre y que muchas veces somos presas, a la hora de interpretarlo, de la euforia y la arrogancia que supone el descubrimiento de hoy. nos brinda. . En una forma similar Los fundadores del comunismo hicieron desaparecer nuestras realidades más preciadas entre recursos retóricos como la lucha de clases, las relaciones económicas y la dictadura del proletariado.

Hoy en día, cuando el modelo que se beneficia de nuestras deficiencias encuentra beneficios administrar lo peor de nuestras hambrunas, convertir a millones de compatriotas en inmigrantes, ahogando la resistencia en el terror, la cárcel y el exilio, y abandonando sus sistemas sanitario y educativo, no es extraño que este modelo priorice su andamiaje retórico sobre las demandas de la humanidad, ya que los imperativos de nuestra naturaleza fueron llamados burgueses. , o exaltados en sus déficits por los gurús de la ideología que hoy nos agota.

No hay manera de hacer el bien sin la humanidad.: compasión por la naturaleza que ofende las exigencias del ser humano que se aprovecha de ella, movilización contra la injusticia – ya sea contraria a la discriminación contra las mujeres, el racismo o la pobreza – que ignora el estado de derecho y la igualdad ante la ley de aquellos a quienes juzgay la reivindicación de las religiones pasadas que conciben males extraordinarios para los “herejes” de los favoritos, siempre producirán un sufrimiento mucho mayor que el que buscan apaciguar.

Hay abundante evidencia de que, en profundizar en los meandros de la deshumanización del oponente, lo que se revitaliza es la pérdida de la propia humanidad. Y la deshumanización nunca deja de encontrar sujetos de infamia suficiente para argumentar y gestionar su absurdo, llámense Karl Marx o Miguel Díaz-Canel.

No hay nada prometedor para oponerse al comunismo. para restablecer la hegemonía de la humanidad en Cuba, nada menos que aquellos valores que decapitó el 1 de enero de 1959 en medio de la alegría de un pueblo bestializado. Volviendo a la cruda metáfora de la arquitectura ante la limitada comprensión que tenemos de lo que significa humanidad, se trata de devolverle al edificio sus puertas y ventanas, y al portero restaurar los “buenos días” de antaño en la “aondetuva”. del sinvergüenza que hoy impide la entrada.

 
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