entre la consternación y la ira – .

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Jueves 13.6.2024

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Última actualización 23:20

Los comerciantes de los alrededores del Boulevard Pellegrini y 9 de Julio, donde el 4 de abril se abrió un profundo socavón, ya tienen más de dos meses con baja afluencia de clientes con el consecuente impacto en las ventas: registran caídas del 50 y 60%. A estas alturas y sin plazos para concluir los trabajos de reparación del alcantarillado, expresan consternación, angustia y enojo porque no saben cómo mantener el negocio ni se sienten apoyados.

Entre el vallado colocado desde un inicio y la interrupción del tránsito por precaución, sumado a los extensos trabajos que se realizan para reparar la tubería que provocó el derrumbe, la asistencia de personas en todo ese sector bajó significativamente. Los locales comerciales más afectados son los ubicados en las cuadras de Boulevard Mano Sur -al 2700 y 2800- y en la calle 9 de Julio, entre Boulevard y Obispo Gelabert, que se encuentran cerrados al tránsito vehicular desde su inicio. las tareas más pesadas.

“Es como si estuviéramos en pandemia”, dijo la dueña de una conocida franquicia de heladería que se instaló hace dos años en el bulevar, mientras pedía a su pareja que hablara en la nota porque “iba a llorar”. ” Edmundo Ramos tomó la iniciativa y dijo a El Litoral que “las ventas son pésimas y la circulación es nula; así que lógicamente casi no viene gente”. Señaló que a unos metros, en la esquina de Boulevard y San Jerónimo, donde el tránsito está habilitado, el panorama ya cambia. “Es notable cómo trabajan, mientras que aquí, cero”, dijo.

Angustiado, el socio propietario señaló que la caída de las ventas es “superior al 60%”. E indicó que “con dos mesas ocupadas no podemos sostener el negocio” que el año pasado por estas fechas estaba funcionando muy bien con la cafetería. “Alquilamos el local, que tiene un precio elevado en el bulevar, y todo se hace cuesta arriba. La verdad es que estamos muy mal”, afirmó.

Ramos agregó que si bien hablaron con autoridades municipales, “es muy poco lo que nos ofrecen”. Pidieron organizar algún tipo de evento o fiesta en la calle a cargo del municipio, para recuperarse un poco, “pero nos dicen que mucha gente no puede reunirse porque hay peligro de hundirse”.

Un local vacío y un derribo, junto a la crítica postal a la obra. Crédito: Manuel Fabatia

“Inoperancia”

Gustavo Auday, gerente de un negocio de venta de productos veterinarios, expresó directamente su enojo con la situación y las autoridades municipales. “La calle está cerrada y llevamos dos meses desde que empezó todo. Este es el tercer boleto municipal Drei que pago, pero tengo una disminución del 50% en las ventas”, se quejó, y agregó: “Comercialmente esto me molesta”. delicado.”

Por las características del negocio, exige que los clientes estacionen su auto frente al local –ubicado en el lado sur del bulevar, a mitad de la cuadra entre 9 de Julio y 1° de Mayo– “para tomar el Bolsa de 20 kilos de alimento balanceado. Con la calle cerrada no pueden. Para compensar un poco que no viene gente, llevamos la mercancía a algunos clientes pero eso supone gastos de personal, gasolina, etc.”

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Auday se quejó porque las “autoridades no se presentaron y no dejaron que el inspector moviera el cerco de la esquina para dejar pasar unos minutos a los clientes a buscar la mercancía”. Sólo que ahora dejan pasar uno de vez en cuando, pero hay que pedir permiso. Nadie vino a mi casa a preguntarme cómo estaba, si me faltaba algo o cómo podían ayudarme. Aquí hay una total inoperancia del Municipio, nadie te escucha, estamos en un laberinto que nadie resuelve nada”.

Como una zona de desastre

La esquina del Boulevard y 9 de Julio asemeja una zona de desastre, en medio de las tareas de remodelación que implican movimiento de escombros, tierra, trabajo de retroexcavadoras, obreros, levantamiento de muros de acero y materiales de construcción en el cantero. Boulevard y calle central. A este panorama se suma el maxi quiosco de la esquina sureste que cerró días después de que comenzó el problema, dejando un enorme local vacío. Al lado, el 9 de julio, una panadería que ya había cerrado, inicia ahora el derribo del edificio, lo que suma escombros y albañiles a metros de trabajo.

En la acera de enfrente, una heladería tradicional santafesina se ve impactada no sólo por el bloqueo del tránsito y el paso de maquinaria por el bulevar, sino también por la pasarela sobre la acera que quedó parcialmente rota cuando la empresa energética realizó el -aprobar. Paso de cables de alta tensión enterrados, antes de que se inicien otras obras hasta llegar a la conducción general de aguas residuales.

Comerciantes piden ayuda para salir de este momento. Plantearon su disconformidad con las autoridades municipales. Crédito: Manuel Fabatia

“Aquí la gente tiene que pasar por una pasarela, por la acera. Nadie viene en todo el día porque tampoco pueden caminar; estamos prácticamente rodeados”, dijo Alejandro Carballo, encargado del negocio que por la tarde se encontraba vacío.

Este problema se sumó a la normal caída de las ventas estacionales. “Estamos trabajando al 5% de lo que hacemos habitualmente. Otros inviernos nos quedaban 9 personas, ahora somos 3 y se van rotando semanas para no quedarse sin trabajo. Pero hay suspensión de personal, sumado a las altas tarifas que vinieron”, afirmó el comerciante. , quien dijo que está pensando en hacer una presentación formal ante el municipio y las empresas involucradas en la obra “para conseguir algún tipo de ayuda”.

“Ellos tienen miedo”

El 9 de julio, más cerca de Obispo Gelabert, una peluquería incorporó un quiosco como un intento de salir de este momento. “Es una apuesta, porque por ahora me quedé con los clientes habituales, pero la señora que pasó por aquí y entró a cortarse el pelo en el camino, perdí esa clientela. Mucha gente no viene porque tiene miedo de que esta zona se derrumbe; Me lo dicen y esa es la verdad”, dijo el peluquero Diego Piazza.

 
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