Los independientes y sus enemigos – .

Los independientes y sus enemigos – .
Los independientes y sus enemigos – .

Desde hace varios años, los partidos políticos chilenos han tomado la decisión de poblar sus ofertas de candidatos con independientes. “Pro-independientes”, como dicen, esto es “pro” para tal o cual partido. Aunque no necesariamente. Sin duda, esta pasión por los independientes alcanzó su paroxismo con motivo de la elección de la Convención Constitucional en mayo de 2021: de forma anómala y casi inédita, diputados y senadores aceptaron (aterrorizados por el estallido social cuyo carácter antipartidista era evidente). ) reformar los cuerpos legales para que personas independientes, sin necesariamente conocerse entre sí, puedan registrar listas de candidatos como si fueran partidos. Estos independientes no sólo lograron registrar varias listas de candidatos (coordinándose a través de la red social WhatsApp), pero lograron elegir a la mayoría de la asamblea para redactar una propuesta de nueva Constitución, sometiendo a los partidos: los resultados están a la vista, con un plebiscito que repudió el texto por un 62% contra un 38%, después de una payasada insufrible, lleno de performances y poses que los intelectuales de los países del norte desconocen, viendo en esta convención dominada por “la izquierda” un verdadero ejemplo a imitar. El irrealismo puede alcanzar dimensiones impresionantes.

Pero volvamos a lo esencial. Si bien la práctica de llevar candidatos independientes a todo tipo de cargos es una rutina muy común en los partidos tradicionales de derecha (sin ir más lejos, el presidente Jorge Alessandri (1958-1964) fue elegido independiente), se ha extendido hacia los partidos de izquierda. partidos ala, aunque en unos más que en otros. Este ascenso de independientes, ahora en partidos de izquierda, es un reflejo cruel de la crisis del militantismo partidista y del oportunismo político generalizado, donde la prioridad es lograr el éxito electoral a cualquier precio. En otras palabras: el momento en que se encuentran los partidos políticos chilenos se puede evaluar a la luz de lo que representan los independientes. Cuanto más independientes sean los candidatos y los escaños, mayor será la evidencia sobre el colapso de los partidos y la inutilidad de la acción militar en ellos.

El gran problema de los independientes que son elegidos en cuotas partidarias (en Chile se les conoce como “independientes asociados”) es que tienden a adoptar comportamientos autónomos que muchas veces contradicen el programa del partido bajo el cual fueron elegidos, argumentando que los propietarios del escaño son los que lo ganaron. Esto es manifiestamente falso: no sólo porque los independientes habrían tenido infinitas dificultades para reunir firmas y competir como “independientes puros” (es decir, fuera de la lista), sino también sin un partido que los tuviera como candidatos y los financiara, la probabilidad de ser elegido se reduce a casi cero.

Todo esto tiene consecuencias. En pocos días, varios diputados del Partido por la Democracia (PPD), un partido de centro izquierda (cuya bancada está compuesta mayoritariamente por independientes) votaron en contra o se abstuvieron de apoyar reformas a la ley antidiscriminación (conocida como “la ley antidiscriminación”). Ley Zamudio”). “), arrastrando consigo a algunos diputados que militan en el partido. Al día siguiente, varios de estos diputados amenazaron con un nuevo retiro de pensiones, en caso de que no haya acuerdo para llegar a una reforma previsional, con todo lo que ello implica en espirales inflacionarias y colapso de los planes de jubilación individuales. Estas dos expresiones de comportamiento político son al mismo tiempo manifestaciones de autonomía, que contradicen incluso los principios que dieron origen al Partido por la Democracia. La Ministra del Interior Carolina Tohá lo expresó con inquietud: “Me parece incomprensible que un partido, que también es el mío, que fue uno de los primeros y más comprometidos en tener una legislación y una política antidiscriminatoria al respecto, votara ayer en general contra este proyecto”.

Todo lo anterior es consecuencia de poblar las plantillas de los partidos con candidatos “independientes”. Cuando son elegidos, la tendencia a emanciparse de los partidos y de su programa es enorme. Un excelente ejemplo es el caso del PPD, un partido en el que opera entre sus diputados independientes el dicho “si te he visto no me acuerdo”.

No es casualidad que en la discusión sobre posibles reformas al sistema político se contemple, muy seriamente y con bastante consenso entre los partidos, la posibilidad de que un diputado o senador, en caso de abandonar un partido, pueda perder el asiento. Esta eventualidad es especialmente pertinente para evaluar las consecuencias que puede sufrir un diputado o senador independiente que fue elegido en cuota partidaria, o un congresista que fue elegido como miembro de un partido, como consecuencia de su conducta política, especialmente legislativa. La pregunta es muy sencilla: ¿quién es el propietario, propietario o titular del asiento? ¿El partido o a quién promovió el partido como candidato? No conozco democracias en las que los protagonistas de sus luchas sean independientes y no los partidos. Ése es el dilema que Chile y sus partidos deben resolver.

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