En 1888 hubo una huelga de trabajadores gastronómicos contra la “cuaderno conchabo”, en el que los empresarios anotaban el comportamiento de aquellos trabajadores que podrían ayudar a otros a contratar, o no, a alguien. A esta medida se sumaron diferentes profesiones, especialmente aquellas relacionadas con la vida cotidiana de los sectores adinerados: personal doméstico, personal de hostelería y conductores de autocares. Tuvieron que ceder a las demandas de los trabajadores para derogar el folleto. esa pelea es lo que cuenta cocina babel (Domingos a las 20:30 horas en El TingladoMario Bravo 948), una lucha de los más humildes que se resolvió sin derramamiento de sangre. “Me gustan mucho los trabajos que tienen que ver con la lucha obrera”estados a Pagina 12 el autor (junto con Patricia Suárez) y director Rita Terranova. “Primero pensé en hacer algo con el golpe de escoba, pero fue una masacre. Mientras buscaba algo que hiciera que el trabajador quisiera seguir luchando, encontré el conflicto por el cuaderno conchabo”, dice sobre el origen de la obra, que va por su tercera temporada.
“La belleza de la historia tomada por cocina babel “Fue un movimiento espontáneo”, analiza el autor y director. “Cuando fueron a buscar el cuaderno, un camarero dijo que no, se quitó el sombrero y el delantal. Empezó a todos, la pelota se extendió”, destaca y compara: “El rumor y la persecución no ha cambiado. Lo del cuaderno era más o menos como cuando ahora te piden currículum o referencias…”. Desde el estreno hace tres años muchas cosas han cambiado, incluso pequeños fragmentos de la obra. “El oligarca dice ‘No hay dinero’, lo cual añadió un día el actor”Terranova confiesa. “Al principio no queríamos poner referencias obvias de actualidad, pensamos mucho si era apropiado poner algo así, pero gustó tanto que lo dejamos. Es teatro. O antes decíamos: ‘¡Cómprame esta flor, la flor libertaria!’, porque los libertarios eran los anarquistas. “Entonces dijimos que teníamos que ponerle la flor anarquista”, se ríe. “Los libertarios originales eran anarquistas que se sacrificaron por su causa. En el socialismo eran más intelectuales. Los anarquistas lanzaban bombas”, señala.
Con 14 personas en escena para representar una veintena de personajes entre floristas, mendigos, niñeras, ayudantes de lechero, cocheros, camareras, cocineras, costureras, monjas, novias abandonadas, madres desesperadas que buscan a su hijo, un aristócrata incómodo y un periodista complaciente, los vínculos se desarrollados que dan cuerpo a la obra en una dinámica que se construye cuadro a cuadro sustentada en la relación entre los personajes. “Me gusta mucho hablar de esta variedad y con mucha alegría”, afirma entusiasmada Terranova. “Siempre con teatralidad, por supuesto. Quería que hubiera mucha gente en el escenario, que entrara y saliera, que ocupara el espacio. Que había música… Cuando entra el actor la trae, no es un elemento externo”, explica. Música que resuena: de las obras sonoras de El llanero solitario cualquiera El niño incluso canciones del guerra civil Española, enmarca cada una de esas escenas. “Pequeñas historias, sí. Pero la nuestra”, dice uno de los personajes.
–Babel… Tiene lugar a finales del siglo XIX, Argentina, el “crisol” donde el orden era la represión, pero nunca se ve a la policía, que amenaza durante toda la obra. ¿Porque?
-Lo pensamos mucho. No aparece para que cada uno pueda darle al enemigo la cara que quiera. Podría ser la policía o podría ser otra cosa. Es simbólico, es el Mal que os amenaza. En ese momento eran los oligarcas. Miguel Cané, por haber ido al Colegio Nacional de Buenos Aires, es idealizado por algunos sectores, pero aquí se muestra tal como es. En la obra hay un fragmento que tomé textualmente de Cané! Me gusta mostrar el siglo XIX porque es un siglo idealizado por muchos. Dicen que éramos un país rico y el 80% de la población era analfabeta. Por eso (Domingo Faustino) Sarmiento estaba tan preocupado por la alfabetización. Me gusta hablar de esta época, donde había una diferencia muy marcada entre ricos y pobres. ¡Era la época en que subieron a la vaca al barco! El otro día escuché de un muchacho que hay que volver a esa Argentina, y te da miedo… Había abundancia, pero para pocos y a costa del hambre de los trabajadores.
En un escenario despojado y con múltiples puntos de entrada y salida, a modo de babel teatral criolla, aparece un crisol de personajes de distintos orígenes que representan esos años mitológicos (con sus buenos y sus malos) de una Argentina en formación. Babel de personajes también tiene un abanico de variantes que se articulan en los géneros teatrales desplegados: las máscaras venecianas nos recuerdan que es teatro, el narrador de la tragedia griega nos cuenta lo que sucederá y cada historia se desarrolla en el grotesco criollo, la farsa o comedia de arte. Mezcla escénica, una narración por capítulos que a medida que pasa el tiempo se van tejiendo como viñetas de una historia que cobra sentido cuando se articulan todos sus cuadros y gana así una fuerza que cada uno no tendría por sí solo. La obra propone guiños que amplían el universo de significados de Babel a Frida Kahlo, Evaristo Carriego, Bertolt Brecht, entre otros.
-La obra toma posición en el conflicto que narra. ¿Tiene el teatro una función social?
-Absolutamente. No me refiero a adoctrinar (risas), sino a ayudar a pensar. La obra es sin duda teatro político, no partidista, y eso queda muy claro. Mucha gente después de la actuación nos dice que van a buscar el cuaderno, o los niños se van pensando qué cosas están bien y qué cosas están mal. Hay algo en el teatro anarquista que siempre termina con un nacimiento. Nos gustó el parto y a mí me gustó que fuera mujer. Esto es lo bueno, que la gente se va pensando, conmovida de alguna manera. Chéjov decía que el teatro es un abrazo que un ser humano le da a otro ser humano. El teatro a veces te hace mejor, más reflexivo. No sé si esto ya no está de moda, no lo creo…
