Recuerdo que cuando era niña y no conocía el Chocó, que es la tierra de mi familia materna, solo veía en las noticias la pobreza, la violencia y el desencanto en los ojos de aquellas mujeres y hombres negros entrevistados para el informativo. También recuerdo que, la primera vez que mi mamá nos anunció que viajaríamos al Chocó, mi hermana, una niña en ese momento que tenía solo 7 años, se puso a llorar y a gritar que no quería ir “porque el Chocó estaba muy feo.” . Y claro, cómo no vamos a tener esa imagen si lo único que se mostró de la región desde los medios fue la pobreza, la violencia y el desplazamiento.
Por eso comentarios tan desafortunados como el chiste del comediante que dice “mis amigos comentan que mi cuarto huele fatal, igual que huele el Chocó” o del político que dijo hace unos años que “poner dinero en el Chocó era como oler un bollo”. ”, son tan estigmatizantes y racistas. Reforzan ideas deshumanizantes e infundadas sobre la limpieza, el orden y los territorios negros.
Este tipo de comentarios que se viralizan en un mundo digital no son sólo una mera broma o una simple expresión popular, son parte de un imaginario excluyente e ignorante, porque quienes conocemos el Chocó sabemos que es una tierra con grandes desafíos, pero que huele a mar, a ríos, a naturaleza, a frutas, huele a pan de yuca recién frito en las mañanas para acompañar el desayuno, huele a la sazón de hombres y mujeres que usan hierbas de tejado para preparar los más deliciosos sabores. . y que también huele al talento de una población que ha creado la chirimía y el ritmo exótico.
Y como dice ChocQuibTown, ganadores de dos Premios Grammy Latinos, en su canción “Lindo Cielo”, todos los que conocemos el Chocó queremos mostrar lo mejor de él al mundo entero, contar que el Chocó también es cuna de grandes personajes, escritores como Arnoldo Palacios, quien fue declarado por el Ministerio de Culturas como uno de los máximos exponentes de la cultura afrocolombiana. O la maestra Zully Murillo, una de las voces que ha retratado a través de sus canciones las vivencias cotidianas, creencias y tradiciones de esta región. O las empresarias de Herencia Chocó, las primeras mujeres negras de la región en conseguir inversión económica para su empresa en el reconocido programa televisivo Shark Tank, o el ilustre político Diego Luis Córdoba a quien cuando llegó por primera vez al capitolio nacional le dijeron que “el Congreso estaba oscurecido” y él respondió elocuentemente “pero la inteligencia brilla”. O Jairo Varela, el compositor que conquistó el mundo con un vasto repertorio de canciones que todos, incluidos los cantantes, cantamos al unísono como “Gotas de lluvia” o “Prueba de fuego”.
Y podría dedicar esta columna a nombrar a tantas mujeres y hombres chocoanos que han hecho de este país una nación multicultural. Pero es que Colombia necesita un mayor conocimiento de los territorios que no forman parte de las grandes ciudades, porque desde Medellín y Bogotá es muy fácil opinar y describir lo que allí sucede, incluso sin haber visitado ni considerado el departamento del Chocó. un destino de vacaciones. fuera de lo común.
Esa tierra, el Chocó, que en lengua aymara significa oro, tiene tanta riqueza que ni siquiera muchos colombianos la aprecian, y estoy absolutamente convencido de que en el momento en que valoremos más lo nuestro, dejaremos de mirar afuera para reconocerlo y realzarlo. lo que es nuestro. eso nos hace únicos y grandes.
