En el centro, un restaurante inspirado en un café masónico de 1801 donde se puede comer pastel de carne y raviolis.

En el centro, un restaurante inspirado en un café masónico de 1801 donde se puede comer pastel de carne y raviolis.
En el centro, un restaurante inspirado en un café masónico de 1801 donde se puede comer pastel de carne y raviolis.

El poeta inglés Alexander Pope (1688-1744) en su letra “The Stolen Hedgehog” afirma que El café otorga sabiduría a los hombres políticos y les ofrece la posibilidad de ver con claridad lo que esconde la oscuridad. Una reflexión que seguramente estuvo inspirada en el incipiente fenómeno de los cafés literarios europeos de la época.

Finalmente, esa bebida caliente había logrado superar la desconfianza recibida cuando llegó al Viejo Continente gracias a la intuición de los comerciantes venecianos. Muchos de los lugares que nacieron para su consumo se convirtieron en catalizadores capaces de reunir bajo un mismo techo a políticos, intelectuales, pensadores, filósofos y artistas de todas las ideologías animados por el fuego sagrado del impulso reformador necesario para la construcción y evolución de nuevas sociedades sociales. modelos.

Esas intensas conversaciones de café fomentaron nuevos ideales impulsados ​​por pensamientos y pasiones revolucionarias.

La historia del Café de Marco

Buenos Aires no fue ajena a este fenómeno que coincidió con sus grandes períodos de fermentación política y social. Belgrano, Beruti, Castelli, Díaz Vélez, Moreno, Rodríguez Peña, Saavedra y Viamontefueron algunos de los integrantes del grupo “chisperos” que Solían reunirse en un café ubicado a pocos metros del Cabildo.

Allí estos héroes, inspirados por los ideales masónicos, sentaron las bases de la Revolución de Mayo de 1810. Ese lugarUbicado en el actual cruce entre Alsina y Bolívar, se encontraba el Café de Marco. Había sido fundado por un inmigrante catalán, Pedro José Marco en 1801. Sus puertas cerraron setenta años después debido a la epidemia de fiebre amarilla que castigó duramente a los porteños.

Salón Café de Marco. Foto: Constanza Niscovolos.

Marco Antonio Arslanian es un orfebre apasionado por la historia, la masonería y la gastronomía. Siempre le han atraído los avatares del antiguo Café de Marco. Nunca se resignó a la idea de que esa parte de la historia argentina desapareciera definitivamente en el túnel del olvido. Tenía que hacer algo al respecto.

En 2012 alquiló un local a metros de la Gran Logia Argentina de Masones Libres y Aceptados.. El lugar perfecto para que el café vuelva a cobrar vida. Vecinos y miembros de la logia comenzaron a poblar sus mesas. Recuerdos que hacen referencia al período de formación del país. La mampostería comenzó a poblar las paredes. La identidad se logró. Arslanian completó el formato incorporando su interpretación de la cocina tradicional porteña.

Qué comer en el Café de Marco

Raviolis de osso buco con salsa de crema de champiñones. Foto: Constanza Niscovolos.

El menú es extenso. No falta ninguno de los integrantes del recetario tradicional ítalo-hispánico de la Ciudad. Los platos son abundantes. Las empanadas de cordero y queso azul son grandes, fritas y suculentas. El hojaldre y la humedad del recado se fusionan en armonía con el sabor de la carne y el queso.

Los raviolis de osobuco Ofrecen una masa de espesor y textura adecuada y un relleno muy reconocible. La salsa de champiñones que los acaricia es cremosa y elegante.

Budín de pan de Café de Marco con crema y dulce de leche. Foto de : Constanza Niscovolos

La tarta de cordero es alta y cómoda. La carne, cortada a cuchillo, queda tierna y sabrosa. El puré de patatas, esponjoso y natural. Dulce y dulce cierre con un budín de pan clásico con una textura equilibrada acompañado de crema batida y dulce de leche.

 
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