De Menem a Milei la canción es la misma

De Menem a Milei la canción es la misma
De Menem a Milei la canción es la misma

Debe presentarse un recuerdo inevitable. Se trata de esta: “The Song Remains the Same” es una canción del grupo de rock británico Led Zeppelin, que abre el álbum Houses of the Holy, lanzado en 1973.

La canción incluye varias pistas de guitarra, interpretadas por Jimmy Page en su Gibson EDS-1275 de doble mástil; Originalmente iba a ser una canción instrumental y se llamaría “The Overture”, pero el cantante Robert Plant añadió la letra.

Hay que señalar un hecho también inevitable. El Grupo Clarín, para conmemorar los 31 años de su señal TN (Todo Noticias), presentó un breve comercial. Puedes buscarlo por su título, que es la frase final. Sobre el texto, el locutor, con voz profunda y persuasiva, dice: “solo les faltaba cantarnos el arrorró”.

La traducción que ofrece Internet es suficiente. Escucharlo a través de la voz solista de Led Zeppelin es otra cosa. Siempre, pero siempre/siempre escuchar es diferente, muy diferente a leer; las palabras, los conceptos vienen de una manera claramente diferente. Un viejo profesor, el sacerdote Tissera, nos decía: tocar la mesa no es lo mismo que cerrar los ojos y escuchar a alguien decir la palabra mesa.

“Tuve un sueño/Un sueño loco/Cualquier cosa que quisiera saber/A cualquier lugar al que tuviera que ir/Escucha mi canción/La gente no escucha ahora/Canta solo/No sabes lo que te estás perdiendo ahora/Cualquiera cancioncita que sepa/Todo lo que es pequeño debe crecer/Y debe crecer. Las similitudes discurren por el amplio camino de confusión que nos representa.

El corto promocional, por favor les pido que lo busquen, ustedes son lectores, deben ser oyentes, deja fuera a Raúl Alfonsín y pueden entender: la señal de cable cumple 31 años y la democracia, ejem… los años que corren desde 1983 . Tampoco sé, por mis recuerdos, que Alfonsín fuera cantante en discotecas o reuniones familiares.

Las voces desenfrenadas de Menem, De la Rúa, Néstor Kirchner, CFK, el entonces hijo de Franco Macri, Mauricio, con su guitarra a cuestas Alberto Ángel Fernández, de Buenos Aires…. y abogado hasta llegar a Javier Milei aparecen en menos de 90 segundos.

La vida te regala, tan pronto como la esperas, momentos que verdaderamente están más allá de toda posibilidad. Cosas que nunca pensamos que sucederían, bueno… suceden. El creativo que resolvió el tema, con una dosis sintética e inatacable de burla y realidad, le quita tiempo a los actores y nos pone en un lugar feroz: el pueblo argentino votó por todos los presidentes cantantes.

Quizás Carlos Menem y su zamba, tan desafinada que provoca tristeza, nos lleve al desparpajo que acompañó su vida política. Estaba cantando y ese era el punto (¡Cantar con Palito Ortega!). Menem entendió, con esa capacidad oriental que heredó, que el poder es inmanente, que le pertenece, no creía que pudiera perderlo, casi por una cuestión de sangre, real… digámoslo: monárquico. A esto se suma su completísima experiencia en luchas por el poder político. Podría cantar, bailar, salir a la cancha a jugar, conducir un Ferrari y caminar con Alfonsín para preguntarle qué quiere a cambio de resolver una Reforma Constitucional. Una persona convencida convence. Menem es, sin duda, el máximo ejemplo del omnipotente que se cree eterno destinatario de la voluntad popular, que la interpreta, que la define, que la representa. Lo votamos tres veces en Argentina. No hay que culpar a Menem de nada más que de hacernos saber tantas veces que se creía Rey, tantas veces que finalmente no le creímos. Señores, señoras y niños… el círculo se ha cerrado. Ahora también se nos avisa día a día, a veces hora tras hora.

Suerte o maldad, lo cierto es que Duhalde no fue la continuidad de Menem; pero la sucesión recayó en un estudiante de secundaria cordobés: Fernando de la Rúa.

Confesión: Canto tan mal como De la Rúa o peor, no me atrevería a hacer lo suyo: el himno nacional solo y sola. Si después del tiempo, como sucedió, quisimos definir ese personaje autista, figurilla que Daniel Hadad representó muy bien cuando apareció ante las cámaras con esa caricatura (un alarde de técnica) dos momentos lo representan: uno, su confusión en el estudio de Tinelli queriendo irse en medio del set y el otro que himno a todo pulmón y hacia la nada. Otro hallazgo de TN, del creativo. Ese era el exalumno del Liceo Militar de Córdoba.

Con su problema de estrabismo y su postura desequilibrada para vestirse y caminar, Néstor Kirchner ocultó, como en muchas otras cosas, que su destino no estaba en la marcha peronista. No necesariamente. No sólo en ese gesto. Una imagen ya lejana, abrazado a una caja fuerte, es ideal para demostrar que el eje estaba en el dinero. Y la secuencia del corto publicitario simulando cantar, con todos, la marcha peronista, la mejor muestra de que NK estaba al lado de todos, incluso del marchito. Nos privó de críticas a sus canciones y nos deja con la definición: cantó con todos y eso lo pone en una situación particular. Nos dejó con las ganas, murió sin que pudiéramos demostrar que desafinaba ni cantaba otra canción.

La otra secuencia es memorable: CFK mezclado con personajes como Urribarri, el gobernador de Entre Ríos con evidencias de corrupción. Ver a Cristina medio sonriendo obliga a reflexionar: una viuda que hereda el poder, porque está claro que era la heredera, pero la mitad que sabía de qué se trataba es la mitad que murió: NK.

Cristina rápidamente nos lleva a un enigma: ¿es ella la primera versión de Karina Milei, quien también tiene todo el poder, pero heredado, en este caso de su hermano…?

Hay otro enigma. Con Menem fue una tragedia y con Milei fue una comedia… ¿o fue al revés? Quizás seamos un campo de tesis para sostener que la historia no se repite sino que se complica.

Poco que decir del hijo de Franco Macri. Las constantes citaciones a su padre se deben a que, además de ser un empresario condenado por corrupción, supo dar lecciones claras y la que hizo pública fue perfecta: recomendó que su hijo no fuera presidente, que con Boca Juniors era suficiente. Franco, padre de Mauricio Macri Blanco Villegas, era realista. Lo que su padre nunca imaginó es, en Mauricio, su deseo de ser cantante. Seguramente Bridge fue entendido por su padre como un vicio lúdico, pero acabar con las esperanzas de un país y meterlo en una tira de Mobius es demasiado. También canta terrible. El creativo le perdonó “somos los campeones” y eligió otra escena de canto, tan bochornosa o más bochornosa que la conocida.

Alberto Fernández, rindiendo homenaje al rosarino, peronista e insustituible creador de la canción nacional, Lito Nebbia, tiene un elemento analítico, para el diván, que es importante: … “Creo que nadie puede dar una respuesta, ni decir cuál puerta hay Qué jugar, creo que, a pesar de tanta melancolía, de tanta tristeza, de tanto dolor, solo se trata de vivir…”

La supervivencia de aquel pequeño de la UCeDé en medio de un siniestro “testaferro” en nombre de quien lo humilló, la señora CFK, hace de la canción el despropósito más cercano a la confesión. Nadie puede preguntarle a Lito Nebbia qué piensa de su versión de la canción, pero estoy seguro de que se referiría a la canción: se trata solo de vivir.

La vida de Fernández, junto a la del hijo de Franco Macri y los años de viuda de quien supo qué hacer, trajeron consecuencias. El más importante: el odio a los corruptos. Asco por los políticos profesionales y continuistas que son y son.

Una economía en claro deterioro y los sistemas de comunicación del siglo XXI con una ventana (La Ventana Overton) de mensajes que se difunden y difunden y la posibilidad de saber utilizarlos. Eso pasó. Javier Milei volvió al original. Él canta. Montó un acto en el Luna Park (un teatro porteño, Javo no es un federal, no concibe al país como otra cosa que un embudo que rinde homenaje a la Ciudad de Buenos Aires)

En el corto terminan con Milei como Robin o algo similar, disfrazada. El posterior (brusco) cierre, quizás impedimento de lo creativo, le quita esplendor al ridículo formato de Milei, presidenta en funciones que atraviesa baños y protocolos sin darse cuenta de que el eje es este: hay que hablar de las lateralidades y nadie debe compartir. el escenario central, ¿entiendes?

Colofón: la frase final le quita la penetración a los más jóvenes, aquellos que entienden el siglo XXI pero no encuentran metáfora ni argumento cuando el hablante dice: “solo les falta cantar el arrorró”, porque no saben qué el arrorró es.

Por lo demás, todos nos casamos con estos presidentes, porque se levantaron con nuestros votos y, hay registros, promovimos un divorcio vinculante con todos ellos, tal vez porque eran malos cantantes. Una cosa está clara: Led Zeppelin fue premonitorio: la canción es la misma.

 
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