Un entorno digital sin riesgos – .

Un entorno digital sin riesgos – .
Un entorno digital sin riesgos – .

El Consejo de Ministros ha aprobado esta semana el anteproyecto de ley orgánica para la protección de los menores en entornos digitales, dentro del propósito del Gobierno de impulsar un “gran acuerdo de país” para la salud, el bienestar y la seguridad hasta adolescencia. La nueva normativa eleva la edad mínima para abrir una cuenta en redes sociales de 14 a 16 años, obliga a los fabricantes de móviles, tablets y otros dispositivos a incorporar en los mismos herramientas de control parental y establece que las revisiones pediátricas incluyan la detección de posible adicción a la tecnología problemas. Se trata de una iniciativa de enorme relevancia que cubrirá vacíos y necesidades que toda la ciudadanía viene señalando como un verdadero clamor.

Existe, sin embargo, el riesgo de que el deseo omnicomprensivo de la norma limite su eficacia al situar en el mismo plano la intervención legislativa sobre el comportamiento de los menores y de las familias, y las correcciones que exigiría el Código Penal. No es aconsejable dotar a la tarea legislativa de la capacidad taumatúrgica de cambiar la realidad de una sociedad abierta en una época compleja. El texto, sujeto todavía a posibles cambios en su elaboración y a los que puedan incorporarse en su tramitación parlamentaria, incluye medidas razonables, a cuyo cumplimiento efectivo –no siempre fácil de garantizar– contribuiría una adecuada pedagogía desde la infancia.

El problema no se soluciona con una ley, por muy completa que sea. El entorno digital es, ante todo, social. Es la sociedad, son los ciudadanos, los que se transforman en esa dimensión que con la inteligencia artificial se vuelve más impredecible en sus efectos sobre la libertad misma. La tarea legislativa debe dirigirse principalmente a prevenir riesgos como los mecanismos de recompensa aleatorios y sancionar usos delictivos como los ‘deepfakes’ pornográficos. Correspondería a la estrategia nacional prevista en la norma buscar un consenso activo que movilice la voluntad –de las familias– en conjunto con el sistema educativo. Por ejemplo, para detectar y abordar la soledad, que en ningún caso puede aceptarse como se desea en edades tempranas. Para que los menores distribuyan su tiempo de forma más saludable. Fomentar actividades y espacios sin pantallas. Y buscar un mayor conocimiento y habilidad en el entorno digital como garantía última de que no resulte enajenante.

#Argentina

 
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