Sembrar la semilla del cambio – .

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Cada 5 de junio se convierte en una excusa para exaltar la importancia de cuidar y proteger el medio ambiente y los ecosistemas naturales del planeta. Cuba se erige como ejemplo en la región


No hay sonido más bello que el de la naturaleza. El fluir de un río, el canto de un pájaro o el susurro de las hojas en el suelo bajo unas pisadas nos dan licencia para ser categóricos al respecto. Esa música, a veces no lo suficientemente valorada, nos recuerda nuestra fortuna de tenerla siempre, cada vez que necesitamos conectar con ella.

El medio ambiente es una fuente insustituible de vida e inspiración, y sensibilizar a la población mundial sobre las cuestiones de cuidado se convierte en una necesidad urgente en todos los países. Es por eso que anualmente el 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, ocasión que convoca a reflexionar sobre la urgencia de salvaguardar nuestro hogar.

ECOVALOR, un proyecto de sostenibilidad

En ese escenario ambiental destaca el ambicioso proyecto ECOVALOR, que impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha llegado a Cuba con el fin de promover beneficios ambientales. Bajo la dirección del Centro Nacional de Áreas Protegidas, perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, esta iniciativa busca ser una herramienta clave en la toma de decisiones a nivel nacional, ya que incorpora múltiples consideraciones ambientales y sus implicaciones económicas en la gestión de los paisajes, bosques y sectores productivos en Cuba. De ahí que no sólo busque identificar e informar sobre los posibles efectos de la explotación excesiva de los recursos naturales, sino también proponer soluciones tanto a nivel ambiental como económico en pos de la sostenibilidad a largo plazo.

Aylem Hernández Ávila, directora del proyecto en el país, afirmó que se valora lo positivo que puede ser la ejecución de acciones turísticas, empresariales o productivas teniendo en cuenta elementos ambientales.

Con intervención en 30 municipios de cinco provincias (Pinar del Río, Matanzas, Villa Clara, Las Tunas y Holguín), supervisa áreas forestales, agrícolas y turísticas, así como centros de conservación, planificación, hidrocarburos, pesca y universitarios, por lo que en total , suman a su lista de trabajo 15 áreas protegidas, 10 polígonos de suelo y agua, siete áreas forestales, tres establecimientos pesqueros, cuatro centros turísticos y dos empresas de hidrocarburos.

Según Raúl Rangel Cura, coordinador del Componente 2 del proyecto, “en el país no existía información que declarara el valor de la naturaleza en determinadas actividades económicas. Por ejemplo, un manglar que protege cierta estructura hotelera tiene un valor, aunque no esté expresado en dinero. Talar ese hábitat limitaría la capacidad del ecosistema para proteger esa instalación turística, lo que tiene consecuencias para ese sector”.

Respecto a las complicaciones en su efectividad e implementación, el especialista ambiental del Instituto de Geografía Tropical comenta la necesidad de establecer mecanismos encaminados a la implementación de sus estudios en las formas de trabajo de las diferentes instituciones y sectores productivos. “A veces a la gente le resulta difícil comprender la importancia de la protección del medio ambiente. A nivel productivo se les pide generar divisas, alimentos y exportaciones, pero, a veces, en su afán por garantizarlo, se está dañando la base natural de la que depende su actividad. Con el paso del tiempo ya no será posible trabajar en ese lugar, precisamente porque no se toman en cuenta los factores ambientales”.

En este sentido, Hernández Ávila señaló que el suelo ya no está brindando el servicio que antes ofrecía debido a la contaminación, el exceso de acción humana y el uso excesivo de agroquímicos. Sin embargo, se gestiona continuar con las actividades teniendo siempre en cuenta los impactos al medio ambiente.

Por su parte, Rangel Cura explica que, si bien existen varios mecanismos, primero se evalúa el sitio con el propósito de reconocer el tipo de actividad que se puede realizar, el tipo de riego y la vegetación necesaria, así como un grupo más grande. de recomendaciones que dependen de la zona donde se realiza el estudio.

Ejemplificó que un punto relevante es lo que se hace para proteger los arrecifes, barrera natural contra eventos extremos. Con su ausencia, puntualizó el experto, el territorio debe afrontar las consecuencias de, quizás, desplazar estructuras, asentamientos, asumir pérdidas de cosechas y otros daños económicos y sociales.

El proyecto finaliza en diciembre de este año, afirmó su director, pero “hemos logrado un instrumento económico que constituye un incentivo para aquellas personas que trabajan en el sector forestal”.

Respecto a la posteridad, los especialistas apuestan a que los temas incluidos en ECOVALOR sean refrendados en las políticas de los diferentes sectores cubanos: “A falta del proyecto tenemos mecanismos que continuarán su implementación, algunos de ellos, porque tienen protección jurídica, dijo Rangel Cura. .

En nuestra frenética carrera por sobrevivir día a día, a menudo olvidamos la importancia de pensar en el futuro. Es en este contexto donde surgen este tipo de propuestas y acuerdos, inspirados en el deseo de crear un mundo sostenible.

El cuidado del medio ambiente va más allá de ser una responsabilidad, es un acto de amor hacia nosotros mismos y las generaciones futuras. Cada árbol plantado, especie protegida y rincón de la Tierra preservado es una semilla de esperanza y vida. Cualquier acción en armonía con la naturaleza es una defensa de nuestra propia existencia.

DESDE CUBA, FORMAS DE ATENCIÓN
El Anuario Estadístico de Cuba muestra que las 144 áreas protegidas también están divididas por categorías de manejo. Entre ellas, cuatro reservas naturales, destinadas principalmente a actividades de protección, investigación científica y monitoreo ambiental que requieren una estricta protección, 14 parques nacionales y 23 reservas ecológicas, así como 19 reservas florísticas. Asimismo, según el documento, existen 32 refugios de vida silvestre, donde la protección y manejo de hábitats o especies son esenciales para la subsistencia de importantes poblaciones de vida silvestre migratoria o residente, y 21 elementos naturales destacados que se conservan por su valor relevante. o excepcional, rareza implícita y cualidades representativas o estéticas.
ALCANCE INTERNACIONAL DE LA PROTECCIÓN
Por su connotación, varias de las áreas protegidas cubanas cuentan con reconocimiento internacional como Reserva de la Biosfera, Patrimonio Natural de la Humanidad, Paisaje Cultural y Sitio Ramsar. En la primera clasificación hay seis: Guanahacabibes en Pinar del Río, la Sierra del Rosario en Artemisa, Cuchillas del Toa, pertenecientes a los territorios de Guantánamo y Holguín; la Ciénaga de Zapata en Matanzas; Buenavista, compartida por Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila; y Baconao, en Santiago de Cuba y Guantánamo. La nación cuenta con dos áreas Patrimonio Natural de la Humanidad: el parque Desembarco del Granma, en la oriental provincia de Granma, y ​​el parque Alejandro de Humboldt, en Guantánamo. Asimismo, se nombra como Paisaje Cultural el Parque Nacional Viñales, en el territorio más occidental. La Mayor de las Antillas cuenta con seis humedales clasificados internacionalmente como Sitios Ramsar: los pantanos de Zapata y Lanier y Sur, en Matanzas y la Isla de la Juventud, respectivamente; los humedales del Río Máximo-Cagüey (Camagüey), del Norte (Ciego de Ávila) y del Delta del Cauto en Las Tunas y Granma, así como el de Buenavista, que abarca Villa Clara, Sancti Spíritus y Ciego de Ávila.

 
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