El último relevamiento realizado por la Unión Industrial de Córdoba (UIC) a sus empresas asociadas en toda la provincia podría concluir que “el año está perdido”. Es que, aunque hay optimismo de cara al futuro, pocos esperan cambios positivos en el corto plazo y a pesar de que aún se transita el primer semestre de 2024, ya apuestan a que la ruptura de tendencia se producirá recién en 2025.
El caso es que actualmente el colapso continúa y aún no ha aparecido la luz al final del túnel. Y esto se explica porque el 45% de los consultados admitió tener en abril un nivel de producción inferior al del primer trimestre, que ya había comenzado con serias dificultades. El proceso recesivo, resultado del ajuste y de la crisis económica, sigue siendo vigoroso.
En comparación con el año pasado, las perspectivas son sombrías: caída de la producción, caída de la rentabilidad, menores inversiones y una situación económica general que se ha deteriorado.
“La industria cordobesa enfrentó un mes de abril desafiante, con un 45% de los industriales reportando una reducción en el volumen físico de producción respecto al promedio mensual del primer trimestre del año. Este debilitamiento productivo refleja una importante desaceleración de la actividad manufacturera, lo que puede tener graves implicaciones tanto para la competitividad de las empresas locales como para los ingresos del sector”.
Nuevo nivel de crisis
Y el siguiente paso del deterioro comenzó a manifestarse: el recorte de fuentes de empleo. Aunque siempre se destaca a la industria como un sector que se resiste a desprenderse de su personal por la inversión en formación y perfiles necesarios, el goteo empezó a acentuarse: en abril, una de cada cuatro empresas decidió recortar empleados. El mismo informe destaca que, sin embargo, a futuro, quienes se plantean algún tipo de ajuste por el lado laboral lo hacen proyectando reducciones y no despidos. En cualquier caso, mientras la actividad no recupere ritmo, el riesgo de más desprendimientos continúa.
Según la encuesta, “si bien el 70% de las industrias no cambiaron su plantilla, la reducción del 24% en el número de empleados refleja un impacto sustancial en el factor trabajo, indicando ajustes y posibles dificultades en el lugar de trabajo. La situación es particularmente crítica en el caso de las microempresas, donde casi un tercio tomó decisiones que implicaron reducir el número de colaboradores”, destacó la Unión Industrial.
En el otro extremo, la demanda, está el principal problema. El deterioro del bolsillo provocó una fuerte caída del consumo y eso empezó a impactar primero en el comercio y luego pasó a la industria.
“El mes de abril fue testigo de una contracción en la dinámica de los pedidos locales. El 51% de los entrevistados experimentó una contracción en su cartera de pedidos, mientras que el 28% logró mantenerse a flote en un mar de incertidumbre económica”, resume la encuesta de la Unión Industrial de Córdoba.
Gonzalo Dal Bianco. Editorial Puntal
