Uno de cada tres presos en Córdoba estudia en prisión

Uno de cada tres presos en Córdoba estudia en prisión
Uno de cada tres presos en Córdoba estudia en prisión

Según el Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de Pena (SNEEP) del Ministerio de Justicia de la Nación, uno de cada tres privados de libertad en Córdoba accede al derecho a la educación en contextos de reclusión. El dato surge del análisis de las estadísticas de los últimos años, tras la pandemia.

La importancia de estudiar en prisión está configurada por la Ley 24.660, que establece que el sistema penitenciario debe brindar trabajo y estudio a los reclusos con el fin de promover su reinserción a la sociedad con la consecuente reducción de la reincidencia.

En los últimos 10 años, la población carcelaria aumentó un 86 por ciento, mientras que la oferta educativa no aumentó en la misma proporción y se mantiene estable. Los centros penitenciarios de Córdoba tienen capacidad para albergar a 630 alumnos de primaria y 1.318 de secundaria. En todos los establecimientos existe doble turno de clases, a excepción del EP 3 Mujeres y en Monte Cristo donde existe un solo turno. El dato lo proporciona el informe “Los habitantes del encierro”, elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos de la Secretaría de Extensión de la UNC.

El Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de Penas (SNEEP) administra las estadísticas penitenciarias oficiales del país y muestra la evolución y características de la población privada de libertad en unidades penitenciarias. Según sus últimos datos oficiales de finales de 2022, en Córdoba hay 10.914 personas privadas de libertad, de las cuales el 36,65 por ciento participa en diferentes actividades educativas. El 64 por ciento de los presos no tiene ninguna actividad escolar, son casi 7.000 personas.

Al mismo tiempo, hay 4.000 presos estudiando en las cárceles de Córdoba. De estos reclusos, 930 cursan estudios primarios, 1.276 cursan estudios secundarios y 255 cursan estudios terciarios o universitarios, mientras que 1.540 participan en actividades educativas no formales.

Según el Informe “Los habitantes del encierro”, en 2021 “el 62 por ciento no realizó ninguna actividad educativa. Mientras que el 38 por ciento restante participó en alguna instancia educativa (4.009 reclusos), de los cuales el 9 por ciento (923) participó en la educación primaria y el 16 por ciento en la educación secundaria (1.642)”. En ese período, 1.493 reclusos podrían haber completado la escuela primaria y 7.443 la secundaria, señala el informe.

Lo que manda la ley

La Ley 24.660 sobre Ejecución de la Pena Privativa de Libertad dispone en su artículo 133: “Toda persona privada de su libertad tiene derecho a la educación pública”. Los internos deberán tener pleno acceso a la educación en todos sus niveles y modalidades de conformidad con las leyes 26.206 de Educación Nacional, 26.058 de Educación Técnico-Profesional, 26.150 de Educación Sexual Integral y la ley 24.521 de Educación Superior.

La oferta educativa es superada por la demanda de personas privadas de libertad. La educación es un requisito para el tratamiento penitenciario que permita al recluso mejorar su percepción y demostrar su conducta, lo que incide en la posibilidad de limitar los plazos para obtener su libertad. La mayoría de los presos quiere participar en alguna instancia educativa, por lo que los lugares de estudio terminan convirtiéndose en un instrumento de disciplina, un privilegio. “No poder acceder a la educación por falta de “bancos” menoscaba el carácter correcto de la educación”, afirma el informe “Los habitantes del encierro”.

La UNC en la cárcel

Desde la Secretaría de Extensión de la UNC, el Observatorio de Derechos Humanos imparte desde hace seis años un curso de capacitación en Derechos Humanos en el contexto de la reclusión para privados de libertad, guardias penitenciarios y agentes técnicos. En este marco, la UNC capacitó en Derechos Humanos a 1.000 presos, posibilidad que surgió a partir de un convenio firmado entre el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y el SEU. En este marco también se capacitó a 289 funcionarios, personal penitenciario en áreas técnicas y de seguridad.

El informe “Los Habitantes del Encierro” elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos de la UNC señala que la educación en contextos de encierro conforma un escenario muy complejo y de tensión permanente, dado que las instituciones educativas operan y desarrollan sus actividades al interior de los establecimientos. penitenciarías. “Complejo, no sólo por la situación vulnerable de sus estudiantes sino también por un contexto operativo donde prima el ‘tema’ de la seguridad”, señala el informe.

La escuela funciona como una institución dentro de otra, donde se cruzan diferentes prácticas y lógicas: la del castigo y la disciplina propias del sistema penitenciario y la del desarrollo integral de las materias propia de la escuela.

“En este contexto, la institución penitenciaria condiciona a la institución escolar no sólo en los aspectos pedagógico-prácticos sino también en el desarrollo básico de sus actividades por razones ajenas a la escuela y relacionadas con circunstancias que hacen que las actividades vinculadas al proyecto escolar sean regulado. por la estructura administrativa penitenciaria”, explica el informe.

La UNC también imparte diferentes cursos desde sus facultades. La carrera de Derecho se imparte a través del proyecto Podemos, coordinado por Marcela Aspell. La Facultad de Filosofía y Humanidades a través de su Programa Universidad en Prisión (PUC) imparte las carreras de Historia, Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación.

Por su parte, también existen numerosos proyectos de extensión coordinados por las facultades de Comunicación, Filosofía, Letras y Famaf.

 
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