¿Cómo es la criopreservación de un ser humano y cuánto cuesta? – .

Tomorrow Biostasis, empresa alemana fundada en 2019 por el doctor Emil Kendziorra, es pionera en Europa en ofrecer servicios de criopreservación humana, una técnica que promete mantener los cuerpos humanos en estado de suspensión hasta que la ciencia futura pueda revivirlos y posiblemente curar enfermedades. que los llevó a la muerte.

La criogenia, que se ha utilizado durante años para preservar óvulos, esperma y tejidos, ahora está disponible para humanos enteros, siempre que dispongan de una suma considerable de dinero. El proceso que sigue Tomorrow Biostasis consta de tres pasos esenciales:

Enfriamiento Inmediato: Tan pronto como se certifica la muerte del paciente, su cuerpo se mantiene en hielo para detener el proceso de descomposición.

Vitrificación: Se drena la sangre del cadáver y se inyectan sustancias anticongelantes para evitar la formación de cristales de hielo que pueden dañar los tejidos.

Almacenamiento: El cuerpo, ahora vitrificado, se almacena a temperaturas extremadamente bajas, a la espera del momento en que la ciencia pueda revivirlo.

Emil Kendziorra, visionario detrás de Tomorrow Biostasis, tiene una misión clara: “Construir un mundo donde las personas puedan elegir cuánto tiempo vivir, independientemente de dónde se encuentren, quiénes sean y sus recursos financieros”. La compañía ya cuenta con cuatro cuerpos en estado de criopreservación y más de 400 personas han contratado sus servicios, sumándose a una creciente comunidad global que busca desafiar los límites de la mortalidad.

Desde que en 1967 se criopreservara al primer ser humano, aproximadamente 500 personas se han sometido a esta técnica. Actualmente, 377 de estos cadáveres permanecen en estado de muerte suspendida y alrededor de 5.000 personas están registradas para recibir tratamiento en el futuro. Las principales instalaciones de criopreservación se encuentran en Estados Unidos, China y Rusia, pero Europa, liderada por Tomorrow Biostasis, está empezando a dejar su huella en este campo emergente.

La criopreservación humana sigue siendo un campo lleno de incertidumbres. “Actualmente, no es posible revivir a un ser humano después de haber sido criopreservado, pero no existe ninguna razón biológica fundamental por la que no se pueda revivir”, admite Tomorrow Biostasis en su sitio web. La empresa sostiene que sus pacientes permanecerán criopreservados durante el tiempo que sea necesario para que la tecnología avance lo suficiente como para hacer posible la reanimación, ya sean 50, 75, 100 años o más.

Contratar servicios de criopreservación con Tomorrow Biostasis es sorprendentemente sencillo. La empresa ofrece dos tipos de planes: la conservación de todo el cuerpo por 200 mil euros o sólo el cerebro por 60 mil euros. Los interesados ​​deberán abonar una cuota mensual, que ronda los 50 euros, para cubrir una guardia de 24 horas que asistirá al cliente inmediatamente después de su fallecimiento para iniciar el trámite en menos de una hora.

El interesado completa una “calculadora de planes” en la que indica su edad, el tipo de criopreservación que prefiere y el periodo en el que le gustaría ser reanimado. Un representante de ventas se pone en contacto para discutir los detalles y cerrar el trato.

La criogenia humana, aunque fascinante, está rodeada de controversia. Los críticos señalan que aunque la criopreservación es viable para células y tejidos pequeños, aplicar la misma técnica a cuerpos enteros es una tarea monumental que la medicina actual no puede resolver. Además, existen preocupaciones sobre la posible desviación de recursos de problemas de salud pública más urgentes hacia una tecnología cuyo éxito aún no está garantizado.

Las cuestiones éticas también abundan. ¿Es correcto desafiar a la muerte de esta manera? ¿Qué calidad de vida podría tener una persona reanimada después de siglos de estar en estado de suspensión? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles y la comunidad científica está dividida.

Uno de los casos más conmovedores de criopreservación es el de Matherym Naovaratpong, una niña asiática de dos años que fue criopreservada en 2015 tras un diagnóstico de cáncer cerebral incurable. Sus padres, con la esperanza de que futuros avances médicos pudieran devolverle la vida y curar su enfermedad, optaron por preservar sólo su cerebro. Este caso simboliza tanto la esperanza como las controversias en torno a la criogenia, y revela las profundas preguntas sobre el futuro de esta tecnología y el deseo humano de desafiar los límites de la mortalidad.

El avance de la criogenia humana dependerá en gran medida del progreso en diversas áreas de la ciencia, incluidas la biología, la medicina y la tecnología. La capacidad de reparar los daños causados ​​por el enfriamiento y la descongelación, regenerar tejidos y órganos y revertir las causas de muerte será crucial para el éxito de esta técnica. Mientras tanto, los cuerpos criopreservados descansan en sus cápsulas de hielo, a la espera de un futuro incierto pero lleno de posibilidades.