Carmen Medrano, la voz de ese Rioja

La Rioja existe, pero no es, si nos unimos tenemos que crearla. El himno popular de esta tierra, de su gente y de su esfuerzo autónomo, está indisolublemente ligado a la memoria de una mujer: Carmen Medrano. El cantante del trío Carmen, Jesús y Iñaki era la voz de aquella época, la voz de aquel Rioja, de ese sueño forjado a fuerza de identidad y deseo de libertad, deseos expresados ​​en esa y otras canciones que ya coreaba la calle cuando los políticos aún dudaban qué rumbo tomar. Su legado perdura medio siglo después. Y la extraordinaria voz de Carmen, que fue bandera de aquel naciente Rioja lleno de esperanza, todavía resuena en muchos corazones.

Hoy se cumplen cuarenta y cinco años de aquel triste 2 de junio. Carmen Medrano (Logroño, 1950-1979) falleció en la Clínica Clavijo tras ser operada de una peritonitis. Ella aún no tenía veintinueve años. Tenía la vida por delante. Los tiempos estaban cambiando, pero ella no lo vería lo suficiente. Después de la larga noche de la dictadura, apenas comenzaba a despuntar el tan esperado amanecer. Muchos habían permanecido en silencio durante cuarenta años, muchos habían luchado precisamente por eso y algunos incluso lo hicieron con sus guitarras y canciones cuando ni siquiera se les permitía cantar. Pero para ella todo iba a terminar demasiado pronto, todo excepto yo la recuerdo.

Mari Carmen Medrano Moreno fue la segunda de tres hijos de una familia de clase trabajadora. Su padre, José María, camarero, y su madre, doña Carmen, su labor de toda la vida. Sus hijas le enseñaron a leer y escribir. Vivían en el conjunto de San Bernabé, una pequeña plaza interior al final de la calle La Cigüeña. Desde los catorce años, Carmen trabajó en una fábrica textil conduciendo una remalladora. Su formación fue elemental pero sus inquietudes la hicieron sumergirse en la lectura, el teatro y la canción. Y su compromiso social y político la llevó a afiliarse al PCE. “Era de las que tomaban partido hasta ensuciarse”, como dice su expareja, Jesús Vicente Aguirre.

En aquella época, ese tipo de música, viniera de donde viniera, se llamaba canción protesta. El rojo ejemplo de Carmen, su voz blanca, el verde de la esperanza y el amarillo del recuerdo fueron otro cuatricolor

Cuando empezaron a salir ella tenía dieciséis años y él dieciocho. Todo los unía, incluida la música, y en 1968 ya eran anunciados como ‘Carmen & Jesús, único dúo mixto de la provincia’. Actuaron por primera vez en la Facultad de Educación cantando lo que estaba de moda: cosas tan simples e inofensivas como “no somos ni Romeo ni Julieta”.

“Pero en los primeros años 70”, dice Jesús, “ya ​​estábamos comprometidos con cambiar el mundo”. Las canciones que hicieron suyas tenían algo de eso: de Bob Dylan, Pete Seeger, Joan Báez, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Quilapayún, Paco Ibáñez, Raimon, Lluís Llach… En aquella época, viniera de donde viniera, eso se llamaba canción de protesta

De Europa a la autonomía

Tras una temporada con los grupos locales Rebaño Feliz y Armonía Rota, en 1974 Carmen y Jesús deciden dedicarse por completo a la música y abandonar la España franquista. Se instalaron en París y durante dos años recorrieron Europa cantando en centros culturales, de trabajo y de emigración y compartiendo escenario y techo con artistas que se harían amigos, como Joaquín Sabina. En Alemania conocieron a Iñaki, un chico de dieciséis años que no dudó en unirse a ellos. “Fue una época irrepetible convivir con emigrantes y exiliados que se conmovían escuchando ‘Viva España’”.

Tras la muerte del dictador, en 1976 regresaron a España y, como trío, ofrecieron un memorable concierto en Escolapios ante un numeroso público ansioso de que las cosas empezaran a moverse. Y ciertamente ese fue el comienzo de una corriente imparable: el camino hacia la democracia y las libertades en toda España, en La Rioja también pasaba por la autonomía, y Carmen, Jesús e Iñaki iban a recorrerlo al frente, hombro con hombro con el pueblo. Fueron testigos y protagonistas de la historia.

Sus canciones fueron la banda sonora de su tiempo y de su tierra: ‘Mi pueblo dormido’, ‘El romancero de San Asensio’, ‘Las cárceles’, ‘La batalla del verso’, ‘Masa’, ‘De lunes a sábado’, ‘No te canses, camarada’… Casi todos ellos estaban comprometidos políticamente con la causa de la justicia y la libertad, letras de grandes poetas como Miguel Hernández o César Vallejo o de los amigos Nano Martínez, Julián Rezola o el recientemente fallecido Honorio Cadarso . Y también sus propias letras sobre hermosas melodías populares.

‘La Rioja existe, pero no es’, que se convertiría en el himno oficioso de la futura comunidad autónoma, Jesús improvisaba mientras conducía hacia Pamplona, ​​Iñaki lo copiaba en una libreta y Carmen, desde el asiento trasero, lo tarareaba. La melodía y el ritmo corrieron a cargo de un amigo de Bañares que les pitó los bailes típicos de la zona.

De pueblo en pueblo, chocando a menudo con la censura y la “autoridad”, protagonizaron los acontecimientos más emblemáticos del proceso de Rioja. Fue en una de sus actuaciones, el 26 de julio de 1978 en Huércanos, cuando algunos jóvenes del público exhibieron por primera vez la nueva bandera en una acción espontánea y semiclandestina.

Y siempre, entre ese coro de voces, la voz de Carmen se elevaba, insuflando aliento a aquellas canciones y haciéndolas volar. El ejemplo de su rojo, su voz blanca cantándole a un sueño, el verde de la esperanza inalienable y este amarillo tiempo de la memoria que nos queda fueron otro cuadricolor.

El homenaje y el silencio

La Rioja parecía nueva y llena de futuro. Hasta aquel fatal 2 de junio de 1979, cuando todo terminó para ella y, en cierto modo, para tantos que la amaban. Ella se había sentido mal en Londres y querían volver a casa, pero cuando llegaron a Logroño ya era demasiado tarde. Algo muy profundo se rompió ese día, como un árbol que brota y del que la tormenta arranca su rama más hermosa. Toda la Rioja, que tanto había tardado en despertar de su sordera, guardó silencio.

Un mes después, el 1 de julio, un multitudinario homenaje con diez mil personas en la plaza de toros de Logroño le despidió. En el escenario, Sabina, Labordeta, Imanol, Víctor Manuel, Jorge Melgarejo, Chema Purón, Elisa Serna, La Bullonera, Quintín Cabrera y muchos otros amigos artistas apoyaron a Jesús e Iñaki.

“Pero cómo podría cantar sin ella”, dice hoy Jesús mientras repasa las carpetas de recuerdos, poemas y dibujos de su querida Carmen, nuestra querida Carmen. No es nostalgia, ni siquiera deseo de un merecido reconocimiento oficial; Ya tienen el mayor de todos, que es pertenecer a la memoria colectiva de un pueblo. Es que nunca nadie ha vuelto a cantar como Carmen Medrano. Y que tal vez aquel Rioja soñado se fue con ella para siempre.

 
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