Control de daños para evitar otro fracaso por la Ley de Bases y el paquete fiscal

Control de daños para evitar otro fracaso por la Ley de Bases y el paquete fiscal
Control de daños para evitar otro fracaso por la Ley de Bases y el paquete fiscal

El gobierno nacional negoció con la casta, aumentó las regalías mineras, regaló beneficios fiscales, ofreció cargos y prometió que no habría sorpresas. Todo para evitar el fiasco de pasar una semana más sin poder dictar la Ley de Bases y el paquete fiscal. El artífice de este triunfo, Guillermo Francos, es partidario del “ver”: consiguió los votos para la votación general y, ahora, de aquí a la sesión del 12 o 13 de junio, el objetivo es perder el menor número posible de artículos. Porque es inevitable: la oposición rechazará varios puntos de las leyes –la eliminación de la moratoria de las pensiones, las privatizaciones e incluso el Impuesto sobre la Renta están en juego– y el oficialismo tendrá que hacer lo imposible para que esto suceda por unos pocos. votos. La recta final se define en Diputados, no en el Senado, por lo que la matemática oficial pondrá en juego dos variables: que no haya dos tercios blindando el rechazo de los artículos y que el colapso de algunos puntos claves de la ley sí lo haga. no despertar la furia presidencial.

De las 21 firmas que tuvo el dictamen de la Ley Base, 10 fueron en disidencia. En el paquete fiscal, que incluye la restitución de ganancias y el lavado de dinero, de las 9 firmas de los senadores, 7 fueron con disidentes. La aritmética es clara: el gobierno nacional consiguió lo que quería –el cargo– pero los senadores de la oposición seguirán buscando cambios en la cámara. “El gobierno sólo ganó un poco de aire”, advirtieron en los pasillos del Senado, menos de 48 horas después de que Guillermo Francos, el nuevo jefe de Gabinete, interrumpiera para negociar con el trío rebelde formado por José Carambia, Guadalupe Tagliaferri y Edgardo Kueider. – para desbloquear el fallo. Aunque en el Congreso prevalece el clima de que la situación había sido “ordenada” y que el gobierno había logrado sumar los votos necesarios para aprobar las leyes en general, aún se desconoce el contenido final que tendrán estas leyes.

El primer reto de Francos la próxima semana será definir el tipo de votación que se realizará en el recinto: si por artículos o por capítulos. Ese detalle técnico fue decisivo en la Cámara de Diputados, donde Martín Menem aprendió de los errores del verano y decidió forzar, en abril, una votación específicamente por capítulos. Esta maniobra permitió evitar que se cayeran varios puntos de la ley que carecían de apoyo y que, ante la fuerza inercial de otros votos en contra, podrían haber acabado siendo rechazadas. El gobierno quiere repetir la estrategia, pero el Senado no lo permitirá: la mayoría de la oposición insistirá en que la votación sea por artículos y tenga número para afirmarse. Lo más probable es que se acabe acordando una determinada fórmula de votación híbrida: por capítulos cuando no hay objeciones, por artículos cuando hay objeciones específicas.

Los puntos débiles

Como parte de las negociaciones para gobernar, el gobierno acordó unos cuarenta cambios y ajustes a los dos proyectos. Modificó el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), la reforma laboral, la reforma del Estado, el lavado de dinero, el Impuesto a la Renta, el monotributo social y la Ley de Minería. Pero las modificaciones fueron la base mínima para dictaminar y garantizar la sanción en general (aunque aún se siguen de cerca los movimientos de Martín Lousteau y de las cruceñas Carambia y Natalia Gadano). Muchos de los senadores que respaldaron la opinión mayoritaria del oficialismo trabajan, en este momento, para revertir varios de los capítulos.

Una de las grandes incógnitas es qué pasará con Ganancias, que el gobierno modificó de tal manera que aumentó en 22 por ciento el piso mínimo para las provincias de la Patagonia. Esta decisión le permitió garantizar que los patagones no votarían en contra del paquete fiscal, pero generó un conflicto con el resto de las provincias. “Si atacaron a los patagones, ¿por qué no nos atacan a nosotros?” Es una frase que se repite, con enojo, entre varios legisladores. La mayoría de los gobernadores, sin embargo, quieren la recaudación del impuesto que se comparte y no se atreven a votar en contra.

Algunos senadores patagónicos, mientras tanto, debaten si blindar el impuesto con las modificaciones o votar en contra: muchos, como los de Chubut, no confían en la promesa de Franco de que los libertarios no buscarán ratificar la versión original del proyecto –sin El beneficio para la Patagonia – en la Cámara de Diputados. En ese caso, si a los 33 de Unión por la Patria se le suman al menos 4 senadores, el capítulo cae. Y a los indecisos patagones se suman otras figuras, como Edgardo Kueider, que tampoco están a favor del homenaje.

Dentro de la Ley Base, en tanto, los capítulos de apoyo más débiles son las facultades delegadas, la eliminación de la moratoria de las pensiones, la reforma laboral y las privatizaciones. Las competencias delegadas -especialmente el capítulo de reforma del Estado que habilita al Ejecutivo a intervenir, suprimir o modificar la estructura de los organismos públicos- cuentan con el rechazo de los 33 peronistas, Carambia, Kueider, Lousteau, la neuquina Lucila Crexell y el radical Pablo Blanco. La cuestión no es si la oposición podrá rechazar el capítulo -que rechazará- sino si logrará obtener dos tercios de los votos para protegerse de la votación en Diputados.

Hay varios senadores de la oposición que votarán a favor de la ley en general y trabajan para conseguir dos tercios para rechazar algunos artículos, como Blanco o Carambia. Y los dos capítulos que tienen mayores posibilidades de alcanzar ese nivel de rechazo son las privatizaciones y la eliminación de la moratoria de las pensiones. En el primer caso, quienes podrían ser decisivos son los patagones, que se oponen a la privatización de Aerolíneas Argentinas y Correo Argentino. Dado que las dos empresas forman parte de una lista junto con otras empresas estatales, la negativa a privatizar las compañías aéreas o el correo podría provocar el desmoronamiento de todo el capítulo de privatización.

El caso de la moratoria de las pensiones, en tanto, es paradigmático: el oficialismo necesita que muchos de los senadores que, el año pasado, votaron a favor de su sanción, voten ahora para eliminarla. Y no hay consenso. Gran parte de la oposición está en contra y buscará imponer una alternativa en el local.

Diputados: la batalla final

La matemática del rechazo en el Senado depende, sin embargo, de lo que decidan hacer los diputados, quienes serán quienes tendrán la última palabra sobre la versión final de la ley. El PRO trabajará con LLA, buscando hacer todo lo posible por defender la versión original sin los cambios no negociados (ese es el acuerdo, al menos, aunque algunos opositores sospechan que el oficialismo podría traicionarlos y buscar evitar los cambios negociados). también). Pero en Hacemos la Coalición Federal, que lidera Miguel Ángel Pichetto, y el radicalismo, la opinión no es tan clara.

“Vamos a acompañar lo que salga del Senado”, sostienen en HCF, donde predomina el cansancio al tener que lidiar por tercera vez con la Ley de Bases. En la oposición amistosa se repite un mantra y es la necesidad de que termine la novela de la Ley Ómnibus. “Queremos quitarnos la ley de las manos para que Milei deje de culpar al Congreso de todo”, confiesan.

 
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