Salvador Wood, la sinceridad como método › Cultura › Granma – .

Salvador Wood, la sinceridad como método › Cultura › Granma – .
Salvador Wood, la sinceridad como método › Cultura › Granma – .
El nombre de Salvador Wood es imprescindible en la historia de la actuación en Cuba. Foto: Yordanka Almaguer

Quien haya visto la película La muerte de un burócrata (1966) no puede dudar de que, en el éxito de ese clásico de la cinematografía cubana, dirigido por Tomás Gutiérrez Alea, tiene un peso considerable la magistral actuación actoral de su protagonista: Salvador Wood. .

En el rostro y los gestos de Juanchín, el sobrino en desigual combate contra la burocracia, hay de todo: tristeza, confusión, incredulidad, cansancio, rabia… Mientras sucede la comedia de los absurdos, quien lo ve experimenta la angustia a través de la mirada avergonzada, las manos nerviosas. , el discurso apresurado o vacilante.

Tras el estreno de la película, el diario El Mundo publicó una reseña en la que ya se elogiaba la maestría de Wood: “…él lleva el peso de la obra, ya que se puede decir que los momentos en los que no aparece en pantalla son muy raro.” . Y en esa presencia continua no hay un momento que se desvanezca o carezca de significado. “Siempre da en la nota requerida, con absoluta propiedad al aprovechar al máximo su aguda visión cómica”.

Tal acierto interpretativo de Salvador Juan de la Cruz Wood Fonseca (Santiago de Cuba, 1928–La Habana, 2019) fue resultado de un talento cultivado con perseverancia; Actor “sin escuela”, confesó haber aprendido observando y preguntando a quienes venían de la academia.

Así, desde la adolescencia se abrió camino en la radio, el teatro, el cine y la pantalla chica, fiel a su vocación: «Lo que distingue a un buen profesional es el amor por lo que hace. En mi profesión creo en una cosa por encima de todo y es la sinceridad. Un actor, con toda la teoría que posee, con todos los grandes maestros que le han enseñado, si no tiene un concepto de sinceridad, la obra no tiene sentido”, consideró.

Capaz de ser creíble en los cerca de 20 campesinos que representó, tanto como en la piel de Carlos J. Finlay, Salvador mereció, en virtud de la obra de su vida, los premios nacionales de Televisión y Radio.

Así como en su época de sindicalista y en la lucha contra la dictadura de Batista, que le costó el exilio tras el paro del 9 de abril, la consecuencia siempre estuvo acompañada del Héroe del Trabajo de la República de Cuba. “Rara vez ha habido en la cultura cubana una fusión tan perfecta del más alto y brillante talento con una conducta ejemplar como ciudadano y principios y valores verdaderamente admirables”, dijo de él el intelectual Abel Prieto.

La esencia del hombre que fue Salvador Wood se completa con su humilde estirpe paterna de familia, la que en Cojímar escribió versos, como los que alguna vez dedicó a Yolanda Pujols, su esposa habitual: En tus ojos prisioneros / He visto un sueño de armiño / arrugando tu corpiño / para jugar contigo. / Sería mejor confesarte: / ¡Estoy soñando con un hijo para ti! /

A cinco años de su muerte, a los 90 años, su entrañable esencia sigue viva en la memoria de la Isla.

 
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